Capítulo 1: Deseos

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Ella despertó, desnuda entre las sabanas. Sonrió al recordar como jugó ella con su cuerpo. Recordando como anoche se acariciaba los senos redondos y firmes, como acariciaba su piel blanca como la leche, magreando sus pechos en un modo tan excitante que hasta el hombre más fuerte en controlar sus impulsos hubiera caído rendido ante aquella imagen. Acariciando su rajita con el dedo corazón de arriba abajo, imaginando al hombre de sus sueños encima de ella chupando sus tetas, ni muy grandes ni muy chicas. El tamaño perfecto

Sintió mojarse de nuevo en su abertura entre las piernas y comenzó de nuevo una faena de caricias suaves y firmes. Comenzó a acariciar su cuello con la punta de sus dedos mientras con la otra acariciaba su vientre plano y firme.

*como se sentirá tener una polla dentro*

Pensó, como cualquier otra virgen. Si ella es virgen esperando por ese hombre atractivo con un gran miembro que la haga gritar hasta quedarse ronca. Acaricio su pequeña concha con sus dedos soltando gemidos mientras con su otra mano apretaba su seno derecho, toco su clítoris sobándolo de arriba abajo, de un lado a otro. Soltó un gemido ahogado cuando pellizco su perla y aumentaba los movimientos en sus senos. Cerro los ojos imaginándose a un macho sobre ella, tocándole los pechos de forma ruda; introduciendo un dedo dentro de su ser con cuidado de no romper su himen. Imagino cambiar ese dedo por una verga gruesa y larga que la hiciera sentirse dividida en dos partes. Moviendo su dedo en forma circular, pellizcado sus pezones alterna mente. Aumentando el ritmo cada vez más; sintiendo cada segundo la llegada del éxtasis. Pellizcando su clítoris se vino en su mano y en las fundas de la cama, dejando al aire un fuerte gemido que daba a notar el placer contenido. Sacando su dedo y llevándolo a su boca; imagino que era esa polla soñada. Metiéndolo en su boca chupo con ganas y delicadeza, disfrutando del sabor de su néctar interior. Abrió los ojos y se dio cuenta que era su dedo, lo saco de su interior bucal y se sentó en su cama, observo por unos segundos el desorden que había en el piso, sus prendas íntimas en el piso su vestido a pies de la cama y sus sandalias perdidas.

Se levantó, camino a su baño y encendió la ducha.

Al terminar de ducharse, se envolvió una toalla tono rosa y se adentró en su habitación, camino a su cama y se sentó. Seco sus muslos con la misma toalla en movimientos sensuales, simplemente naturales. Subió la toalla por la curva de su cadera siguiendo a la de su cintura, secando su abdomen y sus senos con delicadeza. Hacía de la imagen algo erótico para cualquier espectador.

Cuando termino de secarse cada rincón del cuerpo escogió de su cajón un conjunto morado con encajes de negro, colocándolos en la cama tomo el bote de crema y lo unto empezando por su tobillo derecho hasta la rodilla untando en movimientos circulares la crema con olor a durazno, prosiguió untando en su muslo hasta la nalga donde se esmeró untando crema; imagino que esas caricias se las daba su macho. Repitió el mismo procedimiento en su pierna izquierda, se sentó en su cama y unto crema en la parte interior de sus muslos. Cogió otro bote de crema pero uno más pequeño que el anterior, un crema especial para esa parte tan íntima de su cuerpo. La unto con delicadeza y dedicación. Cuando termino esa parte, se levantó y tomo la tanga entre sus manos, colocándosela con delicadeza. Cuando por fin se la puso acomodo sus nalgas haciendo la delgada tela desaparecer en su trasero redondo, firme y de tamaño deseable para cualquier hombre, envidiado por mujeres con falta de carnes. Tomo de nuevo el bote de crema original y termino de ponerse crema en los brazos, abdomen, espalda, cuello y pechos, donde tardo un poco más esperando a que tuvieran como siempre, suavidad y brillo. Se colocó el sostén y metió cada teta en su sitio. Tomo un vestido de su closet y se lo coloco un hermoso vestido blanco con detalles azules, era primavera por lo que saco una sombrilla a juego, se sentó y seco sus pies con una prenda. Tomo unas zapatillas blancas y se las coloco. Cepillo su melena castaña hasta que estuvo seca y se formaron ondas naturales en ella.

Sueños sexuales de una Virgen I: Primera vez (Terminada y en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora