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Desperté gracias a un almohadazo en la cara.

—Hija de puta —le digo sonriendo y parándome.

Tomé mi almohada y empezó la guerra.

Hasta que el teléfono de la casa de Arabella sonó. Ambas salimos a la sala y ella contestó. Realmente no le presté atención a su charla pues rápidamente cogí mi celular para avisarle a mi madre que estoy bien, ayer me olvidé de ella por completo.

"Hola mamá, perdón por no mandarte mensaje ayer pero me quedé dormida. Me encuentro bien" le envíe rápidamente por WhatsApp.

A los pocos segundos me contestó.

"Me tenías preocupada. Pero está bien, sólo te aviso que todo el día estaré ocupada en el trabajo, te quiero" me envía.

En otros casos me sentiría mal; se supone que las vacaciones son para descansar no para trabajar. Pero como me encuentro con Arabella, me importa muy poco si mi madre se va o no.

—Era mi madre preguntándome como estoy y esas mierdas —dice riendo y sentándose a mi lado —¿Te parece si vamos a dar un paseo? —me pregunta sonriente

—Me parece perfecto.

Después de que ella se duchara, fuimos al hotel para que así yo me duchara.

Ambas vestíamos de negro.

Fuimos hasta el mismo parque, sólo que en una sección diferente que se encontraba el puro campo.

Nos sentamos y comenzamos a charlar. Poco después compramos unos algodones de azúcar.

La tarde estaba realmente bonita.

Tomé el rostro de Arabella entre mis manos y empecé a besarla. Realmente sentía que la amaba y ella a mi.

Ella me tomó de la cintura. Si la gente nos mira raro nos vale mierda, ahora sólo somos ella y yo, y si será contra todos, que así sea.

—Arabella! —gritó un hombre haciendo que ella y yo nos separemos.

Ella se puso muy nerviosa, bueno, yo igual. 

—Josh, ¿que haces aquí? —dice casi en un susurro.

Amabas nos pusimos de pie. Quedando frente al chico que se parecía demasiado a Arabella.

—¿Tú que haces besando a una mujer? —grita enojado.

—Déjame! Es mi vida, y ahora ya lo sabes. Me gustan las mujeres —dice Arabella explotando.

Me toma de la mano, yo simplemente la tomo fuerte. El chico nos mira enojado para después irse de aquí furioso.

Lo bueno es que sólo las personas que estaban cerca de nosotras miraron el show que armó el chico.

—¿Quien era? —le pregunto abrazándola.

Ella cayó en llanto.

—Mi hermano. Ashleen, tengo miedo —dice entre el llanto.

Sobo su espalda mientras ella recarga su cabeza entre mi hombro y mi cuello.

—Tranquila cielo, deja que él se enoje todo lo que quiera, tú ignóralo —le digo alzando su cabeza para que quede frente a mi.

—Pero me va a hacer daño, no lo conoces —dice con sus ojos rojos.

Cierto.

—Si te hace algo, dime y ambas vamos a la policía. Nadie te puede hacer nada sólo por tu preferencia sexual —le digo dándole un corto beso.

Ella sonríe y vuelve a la posición en la que se encontraba.

—Te amo Ashleen.

Arabella; lesbianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora