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-Olivia, ¿hoy puedes cerrar tú la cafetería? Porque yo necesito irme antes y...

-Sí, está bien, Darren.

De todas formas no tenía nada que hacer. Y cuanto más agotada llegara a mi departamento, mejor.

Estaba a punto de ir a la cocina a buscar un pedido del último cliente al parecer, cuando siento una voz dirigiéndose a mí.

-El tiempo de las mentiras ha terminado.

Era su voz. Era Félix.

Sentí que me quedaba helada, pero me obligué a darme vuelta y mirarlo. Estaba igual que antes, con sus ojos café tan brillantes como siempre, y su cabello rubio desordenado y rebelde.

-¿A qué te refieres?

-Lo sé todo, Olivia. Sé todo lo que me ocultaste mientras estábamos juntos. -Se acercó y me tomó de la mano.
-Podrías haber confiado en mí, aclarar mis dudas, hacerme entender. Pero en su lugar aceptaste que me alejara de ti, y todo porque estabas en tu laberinto propio. Yo te pude haber ayudado a salir.
Olivia, lo sé todo. Y ahora te comprendo.

- ¿Cómo...? ¿ Cómo es que lo sabes?

-Eso no importa ahora. -dijo con dolor en sus ojos. -Ahora necesito que me perdones por no haber tenido la paciencia suficiente contigo. Sé que no es justificable, pero mis actos fueron la consecuencia de pensar que yo te hacía infeliz, y tu buen corazón no te permitía abandonar a un alma carente de fortaleza.
Y pensé que yo debía, por una vez, tomar la decisión difícil por los dos. Y me equivoqué. Espero que el daño no sea irremediable.
Olivia, dame una oportunidad, y juntos lograremos lo que nos propongamos, y superaremos nuestros pasados.

Lo miraba sin expresión en mi rostro, pues no sabía que pensar.

Pero si sabía con certeza una cosa: lo amaba y estaba dispuesta a perdonarle todo.

No sabía que decir.

Y nunca fui buena con las palabras.

Así que lo besé, lo besé como nunca antes, demostrando cuánta falta él me había hecho. En el acto, un par de lágrimas de felicidad escaparon y rodaron por mis mejillas.

Terminamos el beso cuando tuvimos la necesidad de respirar.

Félix me miraba con anhelo y felicidad plasmada en sus ojos.

Me limpió las mejillas con sus pulgares, mientras susurraba:

- No llores, mi pequeño solcito.

Me acurruqué en sus brazos, y estuvimos un momento así, en silencio, disfrutando de nuestra compañía, la que tanto extrañábamos. Hasta que él comenzó a hablar. -Te tengo una sorpresa.

- ¿De verdad?

-Sí, tonta. Pero iremos luego de cerrar.

Al cabo de 40 minutos, fuimos a nuestro restaurante italiano favorito.

-¿En qué momento organizaste todo esto?

-Bueno, si me aceptabas otra vez en tu vida tenía que hacer algo especial, ¿y qué mejor que venir a nuestro lugar?

-¿Y cómo sabías que iba a decirte que sí?

-Nunca se pierde la esperanza... -y me dedicó una de sus brillantes sonrisas- Y si me rechazabas, no me daría por vencido tan fácilmente.

Y respuestas como esta eran las que me enamoraban cada vez más.

Cuando retiraban nuestros platos para luego servir el postre, Félix sin previo aviso se levantó tomando su copa y comenzó a golpearla suavemente con una chuchara.

-¡Atención a todos! Les pido que me dediquen un momento.

-¿Qué estás haciendo? -Dije en voz baja, sólo para que él escuchara, pero hizo como si no me hubiese oído.

-... Yo, Félix White, les pido a todos que me escuchen bien; no creo que muchas veces vayan a vivir una situación como esta... Estoy enamorado con toda mi alma de esta bella mujer... la que por las noches me quita la sábana de la cama, la que prepara un café bastante aguado para mi gusto... Yo la amo así, tal cual como es. Ella es mi musa, la que inspira los cuadros que pinto. Ella es con quien veo mi futuro. No imagino mi vida sin ti.
Es por eso que haciendo uso de toda mi intelectualidad y por mi gran amor, - se aclaró la garganta- te pido a ti, Olivia Agnès Bellamy que me hagas el hombre más feliz del mundo concendiéndome el honor de ser tu esposo.

Because Of You [#Flechas]Where stories live. Discover now