2 De Febrero

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Supera el dolor sabiamente

El sufrimiento te incomoda. Pero si voces quejándote, te fastidias a ti mismo y a quienes te acompañan. El malestar es propio del dolor. Pero el disgusto por el dolor nace en tu mente, y tu mente lo puede alimentar e intensificar. Comparte tu angustia con quien te pueda ayudar a superarla. No te atormentes exagerando tu malestar. Alimenta la esperanza de salir de tu pena, acudiendo a Cristo que te llama para acogerte y aliviarte: "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré" (mt 11, 28).

Su estimulas tu tristeza te atormentará con más furor.

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