Era consciente, pero no daría marcha atrás. No se rebajaría más, ni aunque su padre pusiera el grito en el cielo.


***

Dos días habían pasado, desde que aquella chica desapareció de su casa. Aunque al principio se sintió inquieto, el hecho de no tener noticias suyas y que sus clientes ni por enterados estuvieran de lo sucedido, lo tranquilizó. No obstante, no podía dejar de pensar en ella. En su extraña actitud. Había estado tentado a llamar a Derek, pero según Leandro, estaba fuera del país, así que no tenía sentido. Queríaolvidarse de ella, como había dicho su hermano, pero algo le molestaba. El hechode no entender porque ella se había herido de esa manera. 

―Estas muy apagado ―escuchó decir por encima de la música a su acompañante, que no de baja de frotarse contra su pierna.

Le dedicó una rápida mirada a la morena. Era una fierra en la cama, pero aún no estaba de humor para jugar.

― ¿Por qué no vas a bailar un rato? ―dijo evadiendo su observación. La chica arrugo la nariz, dándose cuenta de su desaire.

― ¡Si, vamos! ―chillo su amiga.

De mala gana se levantó del asiento y fulminándolo con la mirada, siguió a su amiga.

Blake las observo desaparecer entre el mar de cuerpos y respiro aliviado. Ella no tenía la culpa, él mismo la había contactado, pero por alguna razón, sus ganas se esfumaron apenas comenzó a insinuarse. Algo muy predecible y que como en ese momento, resultaba irritante.

―Parece que ya te aburrió ―comento divertido Leandro, observando la expresión de su hermano. Blake solo se encogió de hombros―. ¡Vamos hombre! Olvídate de esa loca ―dijo intuyendo el motivo de su actitud extraña―. Porque no puede ser otra cosa.

―Te recuerdo que el que la dejó así fue Corby.

―Lo sé, pero no es el único culpable. La muy tonta no dijo la palabra de seguridad, no lo culpes.

― ¿Ahora lo defiendes? ―cuestiono un tanto molesto.

― ¿Qué? No, claro que no, pero no puedes negar que llevo algo de razón. Nunca debió ofrecerse sin conocerle.

―Quizás ―pensó en silencio.

Leandro negó y centro su atención en las bailarinas. Su hermano siempre había sido impredecible, pero el asunto de la chica parecía haberle afectado más de la cuenta. «Necesita un polvo», razono buscando alguna, pues Frida estaba completamente descartada.

―Mira esa ―murmuro fijándose en una de las bailarinas, que al ritmo de la música bailaban dentro de las jaulas―. Está bastante bien. Mírala ―insistió golpeando su hombro―. Creo que es nueva, no le había visto antes.

Sin mucho interés, Blake siguió la mirada de su hermano y su cuerpo se tensó al instante. Reconoció la figura a pesar de llevar una peluca de colores y un maquillaje exagerado.

―Ella ―dijo en voz alta. Leandro lo miro confundido y entusiasmado.

― ¿La conoces?

―Es la chica de la otra noche ―Su hermano frunció el ceño y negó.

―Imposible. Hace solo dos días, no podría moverse así ―argumento confundido―. Te aseguro que ni siquiera es capaz de andar.

Sin responder, Blake se puso de pie y se dirigió a las escaleras que conducían a la pista.

― ¿A dónde vas? ―pregunto desconcertado.

―Me debe una explicación ―dijo al ver como otra chica se acercaba a ella y la ayudaba a salir de la jaula, en la cual había estado bailando. «Esta vez no podrás escapar», pensó muy seguro.



― ¡Estás loca! ―grito Claire. Camila se encogió de hombros, aceptando su mano para lograr salir de la jaula.

―No es nada ―respondió pasándose la mano por el rostro bañado en sudor. Había sido un impulso, querer bailar como las chicas del lugar. Y al ser el dueño, hermano de su amiga, no había puesto peros. Así que tras caracterizarse y entrar, había jugado a ser una chica fatal.

―Creo que romper te ha hecho mal ―comento sin intención de ofenderla, pero Camila no pudo evitar una mueca. Aun no lo superaba del todo, muy a su pesar.

―Me voy ―anuncio desviando la mirada. Ingenuamente espero que rectificara y cambiara de parecer al verla llegar por sus pertenencias, pero él no estaba. Se había ido de viaje con su nueva sumisa. Así que solo había vuelto a darse contra la pared.

―Pero...

―Está bien ―dijo con una falsa sonrisa―. Solo quería probar un poco. Además, mañana tengo que trabajar.

―Te acompaño a la puerta.

―No hace falta ―Negó tomando su bolso―. Tienes compañía, por mí no te preocupes.

― ¿Segura?

―Sí, sí. Ve y dómalo ―Claire rio―. Nos vemos mañana.

―Ve con cuidado.

― ¡Si! ―grito girándose.

Se abrió paso entre los cuerpos, reflexionando las palabras de su prima. No podía negar que se sentía inquieta y quería buscaba olvidarlo por todos los medios, sin llegar a los extremos. Esos ya los había probado y aún seguían doliendo. El sudor comenzaba a molestar sus heridas. Aun no terminaba de sanar, pero eso le gustaba. De alguna forma le recordaba quien era y que tenía que hacer. Seguir viviendo y olvidarse de él.

Estaba por alcanzar la puerta, cuando una mano sujeto su brazo. No tuvo que verlo para saber quién era. Su toque se había quedado grabado en su memoria. Volvió el rostro y descubrió sus intensos ojos azules, observándola con atención.

―Justo a ti, quería ver ―dijo haciéndola avanzar hacia la salida.


PleasureWhere stories live. Discover now