XI.- Yes

187 20 14
                                    

XI

Decían que no siempre era bueno pensar las cosas demasiado porque si lo hacías, al final resultaba que realizabas exactamente lo contrario a lo que pensabas y en algún otro momento de mi vida habría dicho que eso era una total mentira, pero ahora lo consideraba una gran verdad. Cambié mi forma de ver este dicho cuando a mí me pasó exactamente eso, puesto que mi decisión era firme, inquebrantable y fuerte, o al menos eso pensaba. ¡Qué engaño!

Toda la semana estuve con la idea de que mi vida sería tal como había sido en los últimos años, ignorando el hecho de que Celeste estuviera en la misma ciudad. Sin embargo, mi resolución se fue al drenaje, a la basura; se perdió como un asqueroso desecho sin valor en el instante en el que llegó el sábado, pues incapaz de auto controlarme, me dirigí de nuevo al parque de "Los Lirios" después del trabajo. Justo como lo imaginé: ella estaba otra vez allí, bajo el mismo árbol. Era increíble el hecho de que la conociera tan bien, aunque quizás se debía a que ella era muy transparente... No, la realidad era que me resultaba un completo enigma. ¿Entonces cuál era la razón de que algo en mi interior estuviera seguro de que iba a encontrarla otra vez en el parque?

Deseché mi debate interior y acercándome a ella volví a ocupar el lugar que había tomado la semana pasada, claro, después de que obtuve su consentimiento. Ocurrió exactamente lo mismo un par de semanas después, por lo que tuve la misma martirizante rutina en la que después de despedirme de ella, regresaba al bar aquel, donde me liberaba de mis nervios por un momento. En verdad creí que de seguir así iba a morir.

Ahora estaba en el trabajo y era viernes nuevamente. No sabría decir si desde que me empeñaba en dañarme a mí mismo cada fin de semana, los días se pasaban demasiado rápido o eternamente lentos; mis sentidos ya no me funcionaban. Lo que indiscutiblemente me alegraba sobremanera era que en estas dos semanas, Ángel me había pasado completamente por alto. Ni siquiera me interrogó por aquel día que le dejé claros mis más sinceros deseos, colgándole el teléfono; eso me contentaba a más no poder ya que en esos precisos instantes no tenía el temple para soportarlo. Nunca lo tenía en realidad, pero ahora menos que nunca; suficientes problemas tenía como para añadir los que él me daba y gratis.

No obstante, me daba lástima la nueva víctima del pérfido ese; un hombre de mediana edad, nuevo en la empresa que al parecer había sido un fumador empedernido hasta hacía poco y ante su anterior negligencia de dejar el cigarro, su hija de diez años había desarrollado un tipo de cáncer pulmonar. El que Ángel se lo restregara cada minuto diciéndole que si ella moría sería únicamente por su culpa, era agobiante incluso para mí que era un ajeno en el tema, aunque el sentimiento no impedía que le agradeciera en silencio al pobre tipo de ser ahora el blanco de atención del demonio. Me daba pena, sí, mas no sería yo quien intentara apaciguar al joven. No, no le tenía miedo a Ángel; todo lo contrario, era aversión total lo que sentía por él, pero la realidad era que no deseaba que mis días de quietud se acabaran por intentar ayudar a mi otro compañero. Era una desgracia, pero la vida no era justa con todos.

La campana anunciando la hora de descanso sonó, así que me dirigí a mi lugar favorito para almorzar. Estaba a mitad de mi torta cuando vi que Mónica se colocaba frente a mí, subiendo un par de peldaños de la escalera, en lo que me sonreía ampliamente y con todo su esplendor. Enarqué una ceja, inquisidor, ya que era raro que ella dejara su oficina.

—¿Listo para esta noche? —me preguntó, más que alegre, emocionada.

Fruncí el ceño en respuesta, confundido. ¿Era yo o hablábamos idiomas completamente diferentes?

—No me digas que lo olvidaste —Su expresión se apagó y me quedó claro que definitivamente hablábamos idiomas diferentes. Ella se explicó—. Yes, hoy en la noche es el concierto de rock que te mencioné hace unas semanas. Mira, aquí tengo los boletos y todo.

Desastroso Reencuentro [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora