29. Tinieblas

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Al principio era negrura absoluta, luego fue una oscuridad parcial que permitía distinguir algunos contornos. Su visión siguió aclarándose hasta que fue posible distinguir las formas de aquel misterioso paraje: una laguna oscura, delimitada por un semicírculo de terreno, delimitado a su vez por una niebla negra y espesa, convirtiendo todo lo visible en un espacio circular iluminado en medio de las tinieblas. Tanto el agua de la laguna como el pasto del terreno circundante parecían estar teñidos de un color púrpura muy oscuro, casi negro.

La luz que otorgaba aquella tenue visibilidad parecía provenir desde lo alto, desde el firmamento, desde un punto de luz en medio del morado oscuro y uniforme de la penumbra nocturna, pero no se trataba de la luna, era más bien una luminaria extraña, cuyo brillo plateado no permitía distinguir su forma, iluminando exclusivamente el espacio circular visible. En la porción semicircular de terreno se encontraba él, con su mente tan vacía como el entorno.

¿Qué lugar era ese? ¿Cómo había llegado ahí? ¿Qué había sucedido antes? ¿Por qué no era capaz de recordarlo? Pyrea, Leo, Richard, Annelien, Alessa... ¿Qué había sucedido con todos ellos? ¿Dónde habían ido a parar?

Ninguna de esas preguntas tenía respuesta, pues su memoria llegaba hasta cierto punto y se interrumpía. Cerró sus ojos, intentando concentrarse al máximo, pero por mucho que se esforzaba, no lograba avanzar más. Sin embargo, las imágenes que sí recordaba se mantenían claras, acaparando su visión de forma intermitente.

Lo primero que vio fue una luz. Sí, era el mismo maldito resplandor verde. Recordó la simulación que acababa de ver dentro de la computadora de Richard y la sensación de peligro le caló los huesos; aquel monstruo espectral lo había acorralado, se había quedado sin escapatoria. Pudo sentir de nuevo la furia recorriéndole mientras aquella escena se repetía ante sus ojos, parpadeando y avanzando en cámara rápida.

Entonces, vio de nuevo la luz dentro de la piel de su mano, vio múltiples destellos eléctricos de color púrpura recorriéndole. Se preparó para luchar, apretó su puño y el brillo aumentó, hasta que su piel por sí misma también empezó a brillar. Acto seguido, revivió el momento de la verdad, cuando sus brazos extendidos hacia delante desencadenaron una descarga de energía eléctrica que arrasó con todo a su paso; la devastadora descarga eléctrica siguió su camino hasta alcanzar al espectro, quien fue bruscamente arrastrado por el descomunal flujo de energía... El ente de color verde fue empujado hasta la puerta de entrada, y al impactar contra ella fue desintegrado en segundos por la corriente púrpura.

Toda la imagen se contrajo para devolverlo a su supuesta realidad, de nuevo a aquel claro circular en medio de las tinieblas. Algo lo impulsó a mirar hacia la laguna, en la cual empezó a distinguir movimiento, pero no pudo seguirlo con detenimiento, pues las parpadeantes visiones no tardaron en atacarlo de nuevo.

Alcanzó a ver una gota de agua resbalando por una superficie redondeada, una lágrima, la cual se derramaba de un iris anaranjado. El rostro era de Alessandra, pero los ojos eran de Pyrea, y era esta última quien lloraba. Lloraba al no saber responder con certeza aquella pregunta que él le había hecho.

¿Dónde está Alessandra?

No lo sé...

Todo se aceleró de nuevo, con la misma intermitencia entre las imágenes y la invidencia. Lo siguiente que vio fue un beso, un beso iniciado por ella sin previo aviso, que él, sin poder resistirse, correspondió. Intenso y cálido, pero breve, pues no tardó en terminar.

¿Alessandra recordará esto? —escuchó salir de sus propios labios, mientras veía nuevamente el rostro de ella, con sus ojos brillando en color fuego, separándose de él con lentitud.

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