18. Tempestad en espiral

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El caos se había desatado. Los pensamientos similares a nubes se dispersaban por todo el espacio, sacudidos por una tormenta descomunal, golpeados por el flujo de energía inmenso de aquel lugar. En el punto de origen de aquella tempestad, dos resplandores convergían, uno púrpura y otro anaranjado. Eran Lectros y Alessandra, disputando un combate sin tregua.

Luchaban separados del suelo. Un relámpago envolvía el puño de Lectros, quien golpeaba con él sin cesar contra la mujer llameante. Ella desaparecía antes de recibir cada impacto, para volver a aparecer de inmediato fuera de su alcance. El puño eléctrico falló una vez, luego otra, pero al tercer embate, Lectros desapareció, para aparecer justo enfrente de ella, listo para asestarle el golpe. Sin embargo, Alessa juntó sus dos manos envueltas en llamas y las interpuso en la trayectoria del puño, produciendo un estallido que simplemente la envió hacia atrás, contrarrestando el ataque.

El hombre volvió a desaparecer, pero esta vez ella se anticipó al lugar donde aparecería, y con su puño envuelto en llamas lanzó un golpe rápido, el cual acertó contra Lectros, que apareció justo en ese momento, siendo lanzado a una gran distancia mientras daba vueltas en el aire sin control. Antes de tocar el suelo, logró estabilizarse, volviendo a desaparecer para aparecer más arriba, a la misma altura que Alessa, cargando sus extremidades de energía para luego lanzar cuatro enormes relámpagos en dirección a ella.

Sin inmutarse, Alessandra hizo aparecer cuatro esferas llameantes frente a ella, señaló hacia adelante y estas salieron disparadas. Los relámpagos fueron interceptados por las cuatro esferas. El choque de fuerzas provocó una explosión que hizo retroceder a Alessa y la cegó por unos instantes. Había tenido éxito bloqueando el ataque, pero el alivio le duró poco, ya que un rayo púrpura, que no pudo ver sino hasta que ya fue muy tarde, la alcanzó. Sintió cómo el dolor la invadía y la electricidad intentaba paralizarla, pero no iba a ser tan fácil detenerla, ni ahora ni nunca.

—Pyrea —dijo, forzando la voz en medio de la electrocución—. No podemos rendirnos...

Sus ojos emitieron un brillo fulgurante y su cuerpo se cargó de energía, eliminando el flujo eléctrico de inmediato. Acto seguido, ella desapareció justo antes de que Lectros le acertara un segundo rayo. Al aparecer, lo hizo justo delante del hombre eléctrico, quien previó esto y ya tenía preparado su puño cargado, el cual impactó contra el abdomen de Alessa, quien lanzó su puño llameante al mismo tiempo, directo a la cara de Lectros.

Ambos salieron despedidos en direcciones opuestas, sufriendo las respectivas consecuencias de cada impacto. Rodaron por el suelo y se incorporaron a duras penas, mirándose a la distancia. Alessandra, luchando contra la parálisis, se dirigió a Lectros, quien sufría por las llamas que cubrían parte de su cuerpo.

—¡Este combate no tiene sentido! ¡Tú lo sabes! ¡Lo que no sabes es manejar tus emociones! ¡Estás dejando que éstas te manejen a ti! —le gritó ella al hombre púrpura—. Lectros, debes ignorarlas, o solo ocasionarás más problemas y le habrás fallado a Marko.

—¿Puedes culparme por eso? —replicó Lectros— ¿Acaso sabes lo que es sentir este impulso incontenible sin haberlo sentido jamás? Lo siento, Alessandra —dijo con voz gutural, con sus ojos encendidos en luz púrpura, como el mismísimo Diablo en persona—, pero si quieres que me detenga, deberás hacerlo tú, porque yo no lo haré.

Al decir esto, sus manos concentraron energía proveniente de todo su cuerpo, hasta brillar intensamente.

—Eres como un niño, actuando sin objetivo —dijo Alessa, hablando en un tono más bajo, para luego levantar la mirada con determinación—. Bueno, es verdad, no puedo culparte... Ni tampoco puedo perder.

Alessa separó sus puños a ambos lados de su cuerpo y estos se encendieron en llamas. Al unir ambas llamaradas frente a ella, una gran llama circular surgió, disparando una descarga flamígera descomunal en dirección a Lectros, quien al mismo tiempo disparó desde sus manos una monumental descarga eléctrica, encontrándose ambas descargas de energía a medio camino.

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