24. Encuentro inesperado.

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Lentamente abrí mis ojos, y el potente brillo de una luz fluorescente me cegó hasta que mis ojos se lograron adaptar a las condiciones bajo las que me encontraba. Pronto descubrí que me encontraba atado a una pesada silla metálica, en el sucio sótano de un edificio. Claramente Malcom y sus amigos nos habían movilizado mientras dormíamos.

Giré mi cabeza rápidamente y entonces me di cuenta de que no estaba solo, sino que también el resto de mis compañeros estaban ahí abajo, atados a diferentes sillas, las cuales parecían tener el objetivo de anular sus poderes o habilidades. Solo por dar un ejemplo, la silla de Emma tenía un extraño caso adherido, el que las tropas de Cíclope empezaron a utilizar en los pocos años previos a la ley anti-héroes, este tenía por objetivo impedir que las personas con poderes como la telequinesis o la telepatía pidieran ayuda o se liberara durante las largas sesiones de tortura, me imagine que Sam debió ser quien proporciono ese tétrico artilugio.

Rápidamente utilicé mis poderes, y pude comprobar que los corazones de todos aún palpitaban, lo que me produjo un enorme alivio, pero este no duró mucho, ya que mientras buscaba alguna manera de escapar de nuestra prisión, la puerta que estaba directamente delante de nosotros se abrió, y Malcom, acompañado por Sam, entró al lugar.

El ruido hizo que los pocos de mis compañeros que aún se encontraban noqueados, despertaran de repente, para presenciar a nuestros enemigos, quienes seguramente venían a regodearse de su victoria, pero en lugar de eso, ambos se quedaron en silencio, como esperando que nosotros iniciáramos la conversación.

‒¿Y bien? ‒preguntó Gladiador, que los observaba con odio‒ ¿Qué diablos esperan para matarnos?

‒¿Creen que iba a dejarlos morir mientras dormían, y sin ver el fin del juego? ‒preguntó Malcom con una deformada sonrisa en el rostro‒ Cuando ustedes se den cuenta de que le fallaron a este mundo, y que no queda absolutamente nada por que luchar, cuando pierdan hasta su última esperanza... en ese momento voy a dejar que mueran.

En ese momento me convencí de que Malcom había desaparecido totalmente, y solo quedaba Fénix dentro de ese cuerpo, alguien a quien odiaba profundamente, y al cual no iba a tener reparo en lastimar.

‒¿Cuándo no quede nada por qué luchar? ‒preguntó Emma furiosa‒ Pensé que querías hacer este planeta mejor, no destruirlo.

Nuestra compañera recibió un fuerte puñetazo por parte de Sam en su rostro, lo que hizo que Kevin luchara por liberarse de su silla, la cual parecía sacada de un siniestro hospital, ya que tenía conectado al cuello de mi amigo un suero, el cual inutilizaba sus poderes, y debido a este, su brazo ya había empezado a derretirse.

‒El mundo va a ser mucho mejor bajo los cuidados de mi maestro, no más guerras, no más crimen ni corrupción... ‒empezó a decir el líder de El Fuego de la Libertad, con una mirada ambiciosa en sus ojos.

‒Sí, muy bello ¿Pero cuál es el costo de todo eso? ‒lo interrumpió Emma, aun en actitud desafiante.

Bloodlust iba a darle otro fuerte golpe, pero esta vez fue detenido por su nuevo líder y, como un perro al que le tiran de la correa, este se detuvo en seco, totalmente obediente.

‒Este mundo necesita morir, antes de que pueda renacer, y junto a él deben irse todas las personas que permitieron que esto pasara... y eso los incluye a ustedes ‒sentenció Fénix‒. Ustedes, que simplemente cambiaron un dictador por otros cien, que se sientan en sus palacios, rodeados de armas, y se llenan la boca hablando de democracia, paz, igualdad, cuando en realidad lo único que hacen es arruinar más y más este mundo.

A medida que las palabras salían de su boca, podía notar que sus ojos se tornaban de un color rojo muy intenso, y que estos brillaban, como si se iluminaran con cada idea que aparecía en su cerebro.

Mundo de Héroes: El Fuego de la LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora