1. Nueva Tokio.

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Una tenue pero constante lluvia caía por sobre los tejados de Nueva Tokio, ciudad que vino a reemplazar a la capital Japonesa destruida por Cíclope hace tres años. Se cuidaron de hacerla idéntica en cada detalle, por supuesto en tres años no se pudo construir toda la ciudad, pero la parte céntrica y los lugares históricos ya estaban bastante bien asentados.

Lamentablemente, con una nueva Tokio, surgió un nuevo centro de operaciones de La Yakuza, el equivalente a la mafia en Japón. Y era a ellos a quienes estaba buscando desde hacía meses.

Finalmente, tras semanas de torturar enemigos para obtener información, había logrado ubicar al líder, el que se estaba encargando de transportar mujeres en contra de su voluntad para prostituirlas en diferentes partes del mundo. Pero esa noche ese sucio negocio iba a terminar.

Unas enormes camionetas negras se pararon justo enfrente de un enorme edificio en construcción el cual, según mi "informante", funcionaba como centro de reuniones una vez a la semana para La Yakuza. Observé a un montón de hombres de traje bajarse y adentrarse rápidamente al edificio, ninguno se percató de que los estaba observando detenidamente.

Por último, rodeado por guardaespaldas, bajo Keiji Bishamon, líder de la recientemente reformada Yakuza, y uno de los hombres más influyentes de todo Japón. Por supuesto que no iba a durar mucho. Sin embargo, aún no podía tocarlo, un nuevo embarque de mujeres iba a salir en menos de tres horas y necesitaba conseguir su ubicación, así que me arme de paciencia y deje que el malviviente entrara al edificio.

Con mis sentidos aumentados, pude escuchar como todos subían al ascensor, el cual ascendió hasta el décimo piso. Sin embargo, iba a tener que buscar otra manera de escuchar sus conversaciones, debido a que, entre la lluvia y los ruidos de la ciudad, iba a ser bastante complicado prestar atención a todas las voces.

Saqué uno de mis últimos inventos, una flecha-micrófono, y la disparé hacía el décimo piso con la esperanza de que ninguno de los enemigos notara su presencia, y por suerte así fue. De un momento a otro, la flecha comenzó a transmitirme todo lo que pasaba en ese décimo piso.

‒¿Está todo listo para que salga el barco? ‒preguntó Bishamon, por suerte, en mis viajes alrededor del mundo pude aprender bastante bien la mayoría de los idiomas, así que les entendía bastante bien.

‒Hubo... em... complicaciones, señor ‒anunció con nervios uno de sus secuaces.

‒¿Complicaciones? ¿A qué te refieres? ‒la voz del líder sonaba furiosa, pero fría al mismo tiempo.

‒Alguien... alguien atacó el puerto de Yokosuka y liberó el cargamento...

Esto me sorprendió bastante, si bien estaba al tanto de que había varias personas con poderes en Nueva Tokio, la mayoría se dedicaban a pelear contra otras personas con poderes, y no conocía a ninguno que fuera lo suficientemente estúpido como para meterse con La Yakuza.

‒¿¡Otra vez ese maldito arquero!? ¿¡Cuantas veces les tuve que decir que se encarguen de ese bastardo!? ‒Bishamon estaba furioso, yo ya había hecho un agujero importante en sus negocios, pero alguien más acababa de impedir su venta más grande del año.

‒No... no fue... el arquero... fue otro ‒contestó claramente nervioso uno de sus secuaces.

‒¿Me estás diciendo que ahora otro de esos malditos enmascarados decidió empezar a jodernos? ¿Ven lo que pasa cuando no se encargan de un problema? Se vuelve más grande, y ahora, Akio, tu inutilidad te hace un problema.

‒¡Señor, lo siento, yo...!

De repente pude escuchar como tomaban al nervioso miembro de La Yakuza y lo golpeaban fuertemente contra lo que parecía ser una mesa de metal.

Mundo de Héroes: El Fuego de la LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora