Pesadillas

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—¡La decisión es únicamente suya! ¡Vivir o morir! ¡QUÉ COMIENCE EL JUEGO! —Anunció el lunático, alzando los brazos hacia el techo una vez más y luego hacia el frente, consiguiendo que el lugar entero chirriara de manera ensordecedora cuando el metal del que estaban compuestos aquellos nuevos corredores de semejantes dimensiones al de aquél engorroso laberinto; comenzaron a deformarse, a retorcerse y a remolinarse entre sí; conformando una ola gigantesca de fierros oxidados que se abalanzó sobre ambos niños.

—¡Pacifica, vámonos de aquí! —Formuló Dipper con dificultad, tomando la mano de Pacifica para intentar escapar ante la brutal embestida.

—Mucho me temo que ya nada podrán hacer para salvarse. Su destino quedó escrito desde que decidieron venir a este lugar. Su memoria prevalecerá en mis manos... Todos estos años tratando de encontrar al huésped perfecto... ¿Quién iba a decir que lo encontraría en los cuerpos de dos niños de doce años? Deberían sentirse afortunados. He decidido que ustedes dos serán mis nuevas ratas de laboratorio.

—¿A quién le dices rata, rata? —Alcanzó a decir la niña justo antes de que la marejada impactara muy cerca de donde Dipper y Pacifica planeaban dar el siguiente paso. En consecuencia; ambos jóvenes salieron disparados en direcciones contrarias para aterrizar en pasillos diferentes al detenerse de golpe luego de haber rodado por varias decenas de metros—. ¿Quién demonios es este tipo...? —Pacifica se preguntó a sí misma, incorporándose con dificultad a pesar de los golpes recibidos luego de tan salvaje acometida—. Doctor Anderson... ¿Cómo obtuvo esa clase de poderes? ¿Qué es lo que quiere de nosotros...? Dipper... —Lo buscó a su alrededor—. ¿Dipper...? ¿Dónde estás? —Comenzó a gritar al no hallarlo cerca.

En cambio, al contrario de Pacifica; Dipper tuvo que remover una gran cantidad de escombros para poder levantarse. Sin embargo, al querer mover su cuerpo; una serie de dolores muy intensos limitaron sus movimientos. Luego, al tener un mejor panorama acerca de lo que había sucedido; descubrió como una varilla de gran tamaño había conseguido hacerle una profunda herida al hacer contacto contra la blanca piel de su brazo izquierdo. Adicionalmente, al querer sobarse la cabeza, Dipper pudo observar una gran mancha de sangre sobre su mano derecha, la cual le indicaba que la herida había sido fatal. A consecuencia de esto, su visión comenzó a volverse borrosa hasta que se fue convirtiendo poco a poco en una oscuridad casi perpetua haciéndole caer en la cuenta de que estaba perdiendo el conocimiento.

—Pacifica... Mabel... Candy... Grenda... —Susurró exhausto, avanzando apenas un par de pasos justo antes de desplomarse una vez más sobre el suelo a consecuencia de sus graves heridas—. No se rindan... Muy pronto... Estaré con ustedes...

Los pies de Pacifica se pusieron en marcha incluso antes de que el cerebro de la misma joven Northwest les diera la orden para comenzar con la expedición. El panorama había cambiado una vez más y ahora lo único que se podía encontrar en cientos e incluso miles de kilómetros a la distancia eran los gigantescos, fríos e intimidantes muros de un laberinto mucho más complicado y perverso que el anterior.

—No otra vez... —Dejó salir en un suspiró sin detener sus pasos—. ¡Dipper! —Volvió a gritar—. ¿Puedes escucharme?

El rebosante eco no se hizo esperar más, el cual rebotó una y otra vez contra las paredes de la aparentemente nueva maraña enredada de corredores y pasillos sin sentido, pero sin venir acompañado por la ansiada respuesta del chico de apellido Pines. En vez de eso, la iluminaria y el techo desaparecieron tan de repente como si estos nunca hubieran estado ahí para que al final una espesa e incómoda neblina descendiera desde el nuboso y ahora blanquizco cielo para así impedir que Pacifica tuviera una mejor y amplia visión más allá de su propia nariz; dándole así la perspectiva de encontrarse en medio un día nevado. Para concluir, los muros antes compuestos por fierros y otro tipo de metales ahora lucían compuestos por una serie de arbustos que lucían como si llevarán años sin ser podados o retocados por algún jardinero.

El Juguetero Siniestro [Dipcifica] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora