37: Por Fin eres mÍa

205 22 9
                                    

Pensé que podía salir rápido del hospital, pero no, el médico siempre tenía que poner alguna pega, sino esta claro que no era feliz.
Desde temprano, estoy haciéndome chequeos, radiografías y vete tu sabes que cosas más me harán. No ven que estoy bien, que necesitan ya.

Me llevaron finalmente al cuarto y pude reposar por unas horas, eso estaba bien..., pero lo que no estaba bien, es que ahora mismo debería de estar en Londres, camino al trabajo y no en un hospital. Me va a hechar seguro, no tendrá piedad conmigo y menos sentirá lastima por mi. No le culpo por odiarme, me lo merezco, debí tratarle mejor, pero yo que sabía, no le conocía de nada en esos momentos.

- Ania, que te pasa. Te noto un poco tensa.

- Necesito salir de aquí. Me van a despedir si llego tarde.

- Vas a llegar tarde igualmente, no sería mejor que avisaraa a tu jefe - movía las cejas pícaramente -

- Ni hablar, que vergüenza. - me puse colorada -

- Vamos Ania, da el paso. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña debe ir a Mahoma. - me entregó el telefono -

Marqué su número, nerviosa. Las manos habían pezado a sudarme, los nervios me comían por dentro. Cada toque del teléfono era un ataque al corazón, como le entraría, que le diría. Creo que era más feliz cuando no le recordaba, bueno en parte no es cierto, pero al no recordarle no me ponía nerviosa y ahora miradme, estoy hecha un flan.
Porfín descolgó el teléfono.

- Diga
- Hola karls, soy Ania - mierda le llame por su nombre -, te llamaba para decirte, que ando en el hospital y puede que no llegue a tiempo al trabajo.
- ¿Qué haces en el hospital?, has tenido otro accidente.
- No exactamente, me estan haciendo algunas revisiones y escaner. Espero que dure poco y pueda volver lo antes posible.

- Bueno, ya me contarás cuando llegues que le ha pasado a mi juguete. En mientras ten cuidado. ADIÓS. - colgó -

- Ania, estas muy colorada. - me tocaba la frente -

- Me acaba de llamar juguete.

- De que estas hablando Ania.

- Lucía me ha dicho que me ponga bien.

- Y entonces porque te enfadas.

- Porque no le importo, solo le importa que su juguete de diversión ya no le sirva para jugar.

- Calma, seguro que fue una broma.

La verdad quise pensar que todo lo que insinuó fue una burdaz broma. El médico entró de repente en la sala, venía a entregarme los resultados de la radiografía, junto con el formulario del alta médica. Todo estaba correcto, solo había sufrido un leve desmayo, nada importante. Lucía y Jessica, me ayudaron a recoger todas mis pertenencias. Salimos del odioso hospital y fuimos rumbo al aeropuerto, a haber si con suerte podíamos coger un vuelo hacia Londres.

Nos acercamos al mostrador y la recepcionista nos dijo que el próximo vuelo con destino a Londres saldría dentro de dos horas, tiempo suficiente para desayunar con calma.
Había un cafetería cerca, facturamos las maletas, compramos los billetes y nos fuimos a desayuna. Charlamos de muchas cosas, de recuerdos buenos y algunos malo, de como habíamos cambiado tanto y de como nos habíamos hecho mayores.

- Señoritas que puedo servirles - nos llamaba la camarera -

- Yo quiero unas tostadas con mantequilla, lucía si no me equivoco quiere tostadas con mermelada de fresa y Jessica ¿tú qué quieres?.

- A mi se me apeteceris un capuchino con galletas de chocolate de acompañamiento.

- De acuerdo señoritas ahora mismo os lo traigo todo. - se marchó dejandonos lo que habíamos pedido. -

Retomamos la tan animada conversación mientras esperabamos a que nos sirvieran la comida. Jessica había sido muy amable de traernos en coche, suerte que su jefe la dejara venir sin poner objeciones.
Al tiempo la comida llegó y pudimos disfrutar de un tranquilo y rico desayuno, hacía tiempo que no podía disfrutar de uno tan relajadamente. Cuando terminamos, Jessica se despidió de nosotras, así que nos fuimos hacia la puerta de embarque a esperar a nuestro vuelo.

" PASAJEROS CON DESTINO LONDRES PASEEN POR LA PUERTA DE EMBARQUE, POR FAVOR"

- Creo que ya esta nuestro vuelo Lucía
- Pues a que esperamos, vamos a cogerlo. No querrás llegar más tarde al trabajo.

Tras haber embarcado y aguantar dos interminables horas de vuelo, por fin llegamos a Londres. Serían las 6 de la tarde hora de mi turno de tarde, perfecto, al menos trabajaría media jornada. Lucía arrancó el coche que habia dejado aparcado en el aeropuerto y me acercó al trabajo. Le pedí que me recogiera sobre las 9, ya que hoy Luis no estaría, nos había llamado antes de ayer de que estaba en un congreso fuera. Así que mi única via al margen del odioso autobús era Lucía.

Entre sin vacilar a la empresa, fui al ascensor, debía avisar a el jefe de que ya estaba de vuelta. Marque el piso y esperé impaciente, cuando este abrió sus puerta, creía que los nervios me iban a matar, como podía estar tan nerviosa.
Llamé a la puerta y pude oir como decía que pasara, evidentemente el no sabia quien estaba detrás pero su cara de asombro, me sorprendió bastante.

- Buenas tarde jefe, aquí le dejo los papeles del médico para justificar mi falta. Si no es molestia vuelvo rápido a mis tareas tengo demasiado trabajo atrasado. - mi jefe no apartaba la mirada de mi, nerviosa decidí darme la vuelta y salir de allí. Pero me agarró de la cintura -

- No te vayas, he estado muy preocupado desde que me enteré que estabas en el hospital. - cada vez me abrazaba más fuerte -

- Es normal que estuvieras preocupado, podías haber perdido a tu juguete de diversión. Que pena que hayas perdido el juego.

- ¿cómo? - se le notaba desconcertado-

- Como te digo, has perdido. Lo recuerdo todo, con pelos y señales.

- Enserio te acuerdas de mi Ania - se notaba que tenía los ojos vidriosos -

- Si, me acuerdo de ti Karls. - este no dudo en abrazarme, y acercarse lentamente a mis labios. No quería rechazarlo, después de tantos años perdidos, quería volver a verle sonreir -

Nos besamos al principio con calma, midiendo cada paso, luego la pasión y el desenfreno llegó a nosotros. Teníamos ansias el uno por el otro, desesperación si preferimos verlo así. Nos necesitábamos, nuestros cuerpos nos lo decía, cerramos el despacho con llave, para que nadie pudiera molestarnos. Nos inducidos en nuestro mundo, lleno de besos y caricias. Estos fueron llegando a más hasta acabar completamente desnudos sobre la dura mesa del despacho de Karls.

Le ama y deseaba tenerle dentro de mi, ser solos uno y no separarnos nunca más. Ese había sido mi deseo desde aquel fatídico día que causo la desgracia y desdicha de dos almas puras que se querían por encima de todo.

Llamaron a la puerta, nuestro momento de desenfreno debía esperar para más tarde. Ya el tiempo era secundario, estábamos juntos. Nos vestimos y karls fue a abrir.

- Si, que es tan urgente - se le notaba cabreado -

- Señor han llamado del hospital, su madre esta ingresada.

- Voy corriendo. Ania ven conmigo - no fui capaz de hablar, pero si de cogerle la mano y salir corriendo del edificio.

Querido Diario ¿Sabrá Que Existo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora