Capitulo 16: Ahora eres mía

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Ojala os guste ;D

Advertencia: Capitulo LEMON para mayores de 18 (M)

El sacrificio de la sacerdotisa

Capitulo 16: Ahora eres mía

Nanami durmió mientras era llevada al palacio de su demonio. Le dolía el cuerpo, que seguramente tendría algún moratón o herida superficial, le temblaban las
manos, por ello se sujetaba fuertemente a las solapas del kimono de Tomoe, quien respiraba suavemente sobre su pelo. Sentía un dolor potente e intenso en la cabeza,...estaba realmente cansada de pensar y pensar...solo quería cerrar los ojos y olvidarlo todo, solo descansar.
Eran demasiadas cosas y ella ya había tenido suficiente. No protesto ni emitió sonido alguno cuando llegaron y Tomoe descendió de su extraño carro y se internó en el palacio, caminando directamente a su habitación.

Abrió las sabanas y la dejó sobre la mullida cama. Nanami extraño el calor y el olor de Tomoe pero no por ello le dijo que se quedara. Él la arropó y luego escuchó como sus ropas caían al suelo y eran abandonadas por su propietario, quien entró al cuarto de baño. Escuchó el sonido de la ducha poco después. Supuso que lo necesitaba.

Rodó sobre la cama varias veces, primero de costado, luego mirando para arriba y después sobre el otro costado pero no conseguía tranquilizarse, seguía sintiendo el frenético latido de su corazón y no dejaba de pensar que pudiera haber muerto en aquel palacio de no ser por aquel demonio de cabellos plateados y estaba agradecida por ello pero aún cuando cerraba los ojos la visión del Tomoe descontrolado la asaltaba, dejándola con un extraño sabor de boca y no sabía si era miedo o algo más intenso.

Sin saber porque lo hacía, aunque eso no era algo extraño últimamente, se levantó de la cama, sin importarle como quedaran las sabanas y sus manos desataron el obi que tan bien le había atado Tomoe. Dejó el que kimono se deslizara por su cuerpo, reuniéndose con el obi en el suelo. Después de dejar sus braguitas en el suelo, sus piernas se dirigieron al interior del cuarto de baño.

Tomoe dejó que el agua calmara sus miembros en tensión, se apartó el pelo de la cara, dejando que el agua corriera por su rostro y pensó en la joven que estaba en su cuarto, en su cama.
La había puesto en peligro, casi la pierde por una estupidez, por no ser...por no cambiar lo que era. Nanami era bella, una pequeña flor que había caído en su telaraña y él sabía que no podía alejarse de ella, no podría dejar que se marchara...y se sentía terrible por ello. Un autentico monstruo.

Unas pequeñas manos rodearon su cuerpo por detrás, sorprendiéndolo y cuando escuchó la voz de la mujer que turbaba sus pensamientos y su corazón, creyó estar en otro de sus muchos sueños. ¿Aquello también lo era? ¿Era un sueño o podía creer en que ella en verdad estaba allí?

-¿Na-Nanami?-Lentamente se volteó, y la vió, camuflada entre la espuma y el vapor del baño, pero era ella, gloriosamente desnuda, abrazada a él.

-Tomoe...-Se echó a sus brazos, rodeando su cuello y besando los sorprendidos labios del demonio, quien sólo atinó a agarrarla de la cintura para no perder el
la fuerza de sus brazos, la sujeto para introducirla en el interior de la bañera, sintiendo cada pequeña parte de su cuerpo contra el suyo, el agua, como una segunda piel, bañó sus cuerpos ligados por aquel intenso beso.

-¿Por que?-Preguntó rápidamente el demonio cuando sus labios quedaron separaron a un par de milímetros. Realmente no deseaba oir una respuesta, sólo
quería rendirse a sus más bajos instintos y continuar lo que ella había comenzado pero se dijo que ya no iba a ser un demonio, quería ser lo más "humano" posible para Nanami. Sus ojos calibraron los de Nanami, velados por el deseo, o por el vapor tal vez.

El Sacrificio de la Sacerdotiza Where stories live. Discover now