Capitulo 13: Te quiero

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gracias a las que leéis mi historia

El sacrificio de la sacerdotisa

Capitulo 13: Te Quiero

Nanami apretó la mullida almohada con las manos, sus dedos trazando formas en la suave tela oscura. Acercó la nariz, inhalando el olor que su dueño había dejado a su paso.
Movió las piernas bajo las sabanas, trayendo una pequeña ráfaga fresca a sus acaloradas piernas desnudas.
Miró hacía el balcón abierto y como el viento movía las cortinas en un vaivén casi hipnótico que dejó a la joven momentáneamente aturdida. Por lo que no notó como una mano le movía el pelo, colando un mechón detrás de su oreja y como un peso se recostaba detrás de ella y le besaba debajo de la oreja. Para posteriormente mordisquear la pequeña oreja.

-!Tomoe¡ ¡Te he dicho que no hagas eso!-Exclamó Nanami, volteando a ver al demonio, quien apoyado en su brazo la observaba. Acaba de salir de la ducha por lo que su olor a jabón de sauce era muy intenso. Su cabello aún estaba levemente mojado y su flequillo estaba descolocado sobre aquellos brillantes ojos.
En definitiva, una visión de ensueño. Y Nanami era muy sensible a aquellas apariciones. Su sonrojo no se hizo esperar. Desde que se habían besado en el jardincito, Tomoe se había acostumbrado a tocarla, morder sus orejas y darle algún beso fugaz que hacía peligrar, seriamente, el pulso de la joven. !Y ese demonio parecia no darse cuenta de ese hecho¡

También se había acostumbrado a despertarse en brazos de Tomoe, quien durante la noche la había abrazado por la cintura acercándola peligrosamente a su pecho desprovisto de ropa. Y ella, seguramente ignorando cualquier norma moral, lo abrazaba como si fuera un peluche. ¿Desde cuando era tan pervertida? Se quería dar de tortas. Ella era una jovencita pura que estaba siendo engañada por la sensual presencia de aquel demonio y quien sabe que más podría pasar. Con la habilidad con la que la besaba, la hacía subir al cielo con solamente rozar sus mejillas o como mordisqueaba su oreja por las mañanas. ¿Y por que ella tan deseosa de tocarle aquellas adorables orejas peludas?

Lo había pensado, reflexionado durante mucho tiempo y aunque no quería admitirlo se había enamorado de Tomoe. Nadie le había hecho sentir de aquella manera, Tomoe la miraba a ella, era sincero o ella creía que era sincero cuando la besaba, la abrazaba o la protegía. Si el no la hubiera salvado de aquellos lobos, ella no estaría viva en aquel momento y a pesar del pasado que tenía, por alguna extraña razón, Nanami no le tenía miedo. Cuando lo había abrazado le había dado la impresión de que estaba dolido, que necesitaba sacar aquella espina que había guardado en su interior todo aquel tiempo.
Ella quería abrazarlo de nuevo, sentirse correspondida por él y confesarse ante él.
Pero a la vez tenía miedo, no un miedo físico, un miedo interior. Por todos los cielos, no estaba en su época, que era lo más importante, Tomoe era un demonio, posiblemente uno de los más poderosos y antiguo y, aunque aquello no le importaba demasiado sabía que aquello no estaba bien. No era lo correcto. ¿Pero que pasaba con lo que sentía junto a él? Nanami había leído los suficientes libros rosas para saber que cuando estas enamorada haces tonterías que luego seguramente te arrepentirás de haber hecho. ¿Que haría ella? Aún no lo sabía.

Irritada por sus pensamientos, nada claros, se dejo caer entre las almohadas, dejando que Tomoe volviese a acercarse a ella. Era temprano y al parecer el
demonio no tenía prisa por ir a reuniones o a comer y cuando lo vio recostarse a su lado, supo que no se iba a marchar.
Quizá podría aprovechar ese hecho.
!Otra vez pasaron por su mente cosas pervertidas!
!¿Que le pasaba?!

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