XVI

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  Aún no entendía porqué, pero su kwami había estado insistiendo en que lo hiciera.

  Y si Tikki lo necesitaba hecho, debería ser importante. Así que acabó su tarea lo más rápido que podía —con las prisas de la kwami detrás, seguía sin saber qué era tan importante que ni su tarea podía hacer en santa paz— y se preparó para transformarse.

—Bien, Tikki, ¿qué necesito hacer?—estaba con los brazos cruzados y una pequeña sonrisa.

—Debes ir al Hôtel de Ville y pedir un celular, Marinette—parecía no cuidar lo que decía, un sonrojo se asomó sobre su cara roja.

  Abrió los ojos como platos, frunció el ceño.

—¿Para qué un celular? Ya tengo el mío, Tikki—sacó de su bolsillo el electrónico, la pequeña criatura rodó los ojos.

—Si, pero Adrien no—la chica frunció aún más el ceño.

—¿Eh?

—¿Recuerdas que te dije que le di a Adrien Agreste el mejor encanto afortunado?

—Pues... si.

—Bien, ¿recuerdas qué era?—no sonaba irritada, parecía inclusive amable. Como si le estuviera enseñando a leer o usar una cuchara.

  Vaciló. —¿Un teléfono celular?

—¿Y para qué sirven los teléfonos celulares?

—Para comunicarse—las piezas empezaban a caer en su lugar, ¡¿acaso Tikki le había dado su número a Adrien?!

—Bien, ¿y cómo te comunicas?

  Empezaba a temblar, sudaba demasiado.

—Con la información de contacto—suspiró, asustada—. Tikki...

—Bien, ¿y esa información cómo se consigue?

—La... ¿la otra persona te la da?—se le empezaba a secar la garganta—. Tikki, ¿no habrás?

—¿Qué? ¡NO! Marinette, no soy tan estúpida—sonrió—. Por eso necesitamos ir a que te den uno nuevo, con un nuevo número.

—¿Y qué te hace pensar que lo obtendré, eh? Soy sólo una chica más.

  Suspiró. Tikki frunció los labios.

—Y además, Chloé me odia. No creo que vaya a lograr que su padre me dé un nuevo celular así.

  La kwami rió, Marinette frunció los labios.

—Tal vez a Marinette Dupain-Cheng no, ¡pero a LadyBug si! Además, si no lo haces, dejarás a Adrien llamado a un número que probablemente ni exista.

  El sólo pensamiento de dejarlo con falsas ilusiones removió entre los lugares más recónditos de su alma e hizo que se parara a seguir las instrucciones de la chica.

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  Seguía repitiéndose el número exacto que la criatura roja le había dicho antes de transformarse cuando aterrizó frente al Ayuntamiento de París.

  Algunas personas la saludaban, otras tomaban fotos. Respondió de igual manera a ambas: sonriendo y saludando.

  Abrió las puertas con una mano y entró repitiéndose exactamente el número que quería.

—La podemos ayudar con algo, ¿señorita? ¡Ooh! ¡Es LadyBug!—el secretario sonrió cuando la chica se posó frente a él, ella hizo lo mismo—. Dígame, ¿con qué le podemos ayudar hoy, mademoiselle?

Eco ||Miraculous LadyBug|| ||MariChat|| [E D I T A N D O]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang