Prologo

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Sus pies se aferraban al pantano debajo de ellos, lloraba y rogaba que no se lo llevaran, pero ahí estaba el nuevo patrón llevándoselo a una vida desconocida. Sus manos atadas fuertemente con aquel cordón, buscaban sigilosas la forma de liberarse. Toda su alma inquiría a gritos la libertad, libertad por la cual solo podía llorar.

Molesto, el fuerte hombre tostado por el sol, lo jaló de la cuerda que guindaba de sus muñecas, le ordenaba a gritos que callara. Los pies del niño ya sin más aguantar cedieron ante la opresión y el cansancio, siendo sus rodillas ahora las que se embarraban del frío pantano y sufrían los estragos de ser arrastradas contra su voluntad.

Entre su llanto y lucha, alzó la mirada para verla a ella, el único ser que le había dado amor en su corta vida llena de amarguras. La anciana señora con sus ojos llenos de lágrimas se apoyaba en su esposo, y desde aquel viejo pórtico sollozando rogaba que dejaran al niño con ella. Su esposo le decía que callara, no era bueno molestar al nuevo amo.

Él gritando estiró la mano, pidiéndole ayuda al único ser que amaba. Le gritaba que no dejara que se lo llevaran "Nani, te amo Nani, no dejes que me lleven ¡Nani!". La señora sin poder aguantar cayó al suelo llorando amargamente, de rodillas le gritaba a su patrón que tuviera misericordia, pero él no la tendría.

Un buen golpe en la cabeza del niño acalló sus gritos, casi desmayado el hombre tostado alzó su pequeño y delgado cuerpo para lanzarlo encima del heno en la carreta.

En medio de una fuerte nubla divisó a su Nani, alzó la mano con las últimas fuerzas que le quedaban para darle un adiós. Nunca más volvería al lugar dónde nació, a esa finca en la que pese a todos los malos tratos, llamaba hogar.

No sabía que otra vida le deparaba el destino, pero aun a sus ocho años de edad sabía que nada bueno le esperaba. Después de todo, ahora sí estaría completamente solo. Ya intentando pensar que algún milagro lo llevaría a una vida mejor, se dejó vencer por el cansancio.

Como se lo temía, al despertar nada bueno lo esperaba.



Ennoia. La esperanza de un corazón abatidoWhere stories live. Discover now