Capitulo III

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A veces sentía el fracaso recorrerme. No sé si tan solo era un fuerte y ansioso deseo el que sentía por él. O simplemente las ganas que me llevaban a probar por primera vez algo suyo dentro de mí, que fuera él, el primero en explorarme... Pero esa necesidad no desaparecía por más que lo intentaba.

Y no quería dejar de intentarlo, pero su rechazo era un hecho que siempre me acompañaba. Y aquí estaba, bajo su negación. Si lo pensaba bien, me había dejado llegar casi a rozarle a que mi mano estuviera a escasos centímetros de poder palparla a mi antojo y eso solo lograba excitarme más, solo de imaginar que podía haber tocado su gran cosa...

Saque un par de bol de cereales y leche. Empecé a echarla desde lo alto viendo, como caía y el bol acababa por cubrirse de aquel líquido. Escuchaba los pasos de mi hermano bajar al mismo sitio en el que yo me encontraba.

El portazo de su mano contra el armario hizo que mi brazo impulsivamente actuara por el susto haciendo que la leche de la botella se vertiera sobre mí, empapándome la camiseta..

—¡Basta ya con tus juegos de niña!.—Exclamo en tono grave.

—¡Joder! me has empapado entera.—Queje separando ligeramente la prenda que se apegada a mi piel con desesperación.

—¿A qué coño estás jugando?.—Pregunto en tono serio.

—A lo mismo que tú.

—Somos hermanos, entre tú y yo no puede pasar absolutamente nada.

—¿Y qué hay de malo? Si piensas que puedo ser toda tuya...—Seduje observando como el gesto de su rostro variaba.

—¡Cállate ya!.—Grito agarrando fuerte mi muñeca quitando el bol de mi amarre.

Se sentó en la isla de la cocina comiendo los cereales, le observaba tras la cuchara que mantenía en alto sobre el reflejo que hacía. Pero a su mirada no le hacía falta ningún objeto reflejante, ya que sus ojos se mantenían en mis dos glúteos que mi fina ropa interior dejaban al descubierto... Puede que nunca me haya mirado de esa forma, pero podía sentir el deseo carnal que tenia de apretarlos con fuerza con las palmas de sus dos manos. Aproveche el momento para ponerme de puntillas, como si necesitara coger algo del estante más alto, para que él pudiera observar con más amplitud mis redondos glúteos...

Al darme la vuelta, la fría temperatura del líquido derramado sobre mí, hacía que mis pezones se endureciesen, sobresaliendo del relieve de mi piel, transparentándose por completo dejando dos círculos rosados a su deleite... Sus ojos ahora se centraban tímidamente en ellos. ¡Eso me daban ganas de seguir seduciéndolo! Era la única prueba que necesitaba para tener la esperanza que algún día estaré bajo el, teniendo dentro su gran miembro.

—¿Te gusta lo que ves? Podrías tenerlos entre tu boca ahora mismo si quisieses...—Insinué con un tono algo bajo pero de manera muy sexy ante su aclamante negación de cabeza y haciendo como si mi voz quedara muda.

Aun así, veía el vello de su piel reaccionar por él, alzándose levemente ante mis insinuaciones. Respondiendo a su ahora imaginativa escena de tener mis pechos dentro de su boca, de poder mordisquear y lamer mis rosados y pronunciados pezones...

Mi hermano solía bajar a desayunar con tan solo un pantalón de chándal y mis actos todavía no habían impedido que se cubriese con más tela. Me acerque a su espalda desnuda, Apoyando mis erectos pezones con suavidad sobre su descubierta piel, notando la calidez que desprendía...

—Has sido tu quien me los ha puesto así.—Susurre cerca de su oído.—Creo que debería quitármela, no debo enfriarme.—Continúe separándome de él y teniendo el reconocimiento de que él se había girado para mirarme.

Comencé a agarrar con una pícara sonrisa la tela que seguía mojada sobre mí, subiéndola lentamente, sin que él pudiese formular ninguna queja todavía... Continuaba levantándola poco a poco, dejando ver el final de mis redondos pechos...

Hasta que el maldito timbre de la puerta sonó.

—Déjalo ya.—Exigió bajando mis manos y mi camiseta con ellas.—Ponte algo encima.—Continuo saliendo para abrir la puerta.

—¿Quién es?.—Pregunte asomándome tras él.

Cuando observe a quien tenía delante... solo quería matarle, cerrar la puerta en sus narices...No quería ver a la putita de mi hermano, quien solo se la follaba en ocasiones...

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Un sabor Agridulce ♀  +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora