[66.] La descuartizadora de niños de la Roma + Corto de Terror.

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El 8 de abril de 1940, Francisco Páez, dueño de una tienda de abarrotes en Salamanca #9, en la colonia Roma, llamó a un plomero y albañiles porque la alcantarilla de su edificio se había tapado.

Los hombres debieron levantar el piso del negocio para llegar a la cloaca. Lo que descubrieron en ella nunca lo hubieran imaginado.

Se trataba de un tapón de carne putrefacta, gasas y algodones ensangrentados que despedía un tufo insoportable. Sin embargo lo que les causó escalofríos no fue la masa pestilente, sino un pequeño cráneo humano.

La responsable de tapar el caño con restos humanos era Felícitas Sánchez Aguillón (o Neyra, según algunas versiones), conocida por los medios como "la ogresa de la Roma ", "la trituradora de angelitos ", "la espantacigüeñas " o "la descuartizadora de la Roma ".

Se piensa que mató a más de 50 niños, aunque no es posible confirmar la cifra.

Sánchez Aguillón nació en la década de 1890 en Cerro Azul, Veracruz, hija de una mujer cuyo rechazo desde temprana edad definió su psicopatología.

Desde pequeña demostró muy poca o inexistente empatía, pues disfrutaba envenenando perros y gatos de la calle, una característica que comparten muchos asesinos seriales.

En la década de 1900 estudió y se graduó de enfermería, y poco después comienzó a trabajar como partera.


Vendedora de hijos

En esa misma década se casa con Carlos Conde, un hombre de poco carácter, codependiente y sumiso, con quien tuvo un par de gemelas.

Debido a una precaria situación económica la pareja opta por vender a las niñas, decisión de la que poco después Carlos se arrepiente, poniendo fin a su relación.

Alrededor de 1910, Felícitas llega a la Ciudad de México y se instala en el número 9 de la calle Salamanca en la colonia Roma, donde viviría hasta el día de su muerte.

El inicio de su carrera criminal fue el tráfico de niños. Las madres solteras le entregaban sus hijos y ella los vendía a parejas que no conseguían embarazarse.

Después siguieron los abortos clandestinos, que practicaba en su departamento. En ocasiones también lo practicaba a domicilio y en cualquier fase del embarazo.


Asesina de niños

Cuando no encontraba a compradores para los niños los mantenía con ella una semana, alimentándolos con atole y comida podrida.

Si al término de ese periodo no encontraba un comprador, entonces los mataba.

A algunos los estrangulaba, a otros les enterraba un cuchillo en la nuca para después destazarlos. A otros más llegó a bañarlos en gasolina para quemarlos vivos.

Con el tiempo los infanticidios se volvieron más sádicos. Llegó a amordazarlos para descuartizarlos vivos con sus cuchillos de cocina.

Comenzaba por cortarles las extremidades y después la cabeza. Les extraía los ojos y los órganos para dárselos a su perro. Los huesos los quebraba y los envolvía en periódico para después tirarlos en la basura.

La ogresa de la Roma no era muy cuidadosa al momento de deshacerse de la evidencia.

Durante un año, hasta el momento en que la capturaron, restos de fetos y bebés recién nacidos fueron encontrados en distintos basureros de la Colonia.

Su drenaje además se tapaba de manera frecuente, por lo que Felícitas convenció a un plomero, Salvador Martínez Nieves, de encubrir sus crímenes una y otra vez mediante amenazas y buena paga.

El negocio de practicar abortos y vender niños resultó muy lucrativo para la "espantacigüeñas", lo que le permitió poner una miscelánea en la calle Guadalajara de la misma colonia a la que nombró "La Quebrada", donde también ofrecía sus servicios.


La captura

Francisco Páez avisó a un reportero de La Prensa el hallazgo en las alcantarillas de su edificio, y la policía no tardó en llegar.

Tras escuchar al dueño del local y presenciar el macabro descubrimiento, la policía se dirigió al departamento de "la ogresa", al que la casera les dio acceso.

En el cuarto encontraron un altar con velas, agujas, ropa de bebé, un cráneo humano y muchas fotografías de niños.

El mismo día catearon el negocio de Felícitas, "La Quebrada". La mujer no estaba allí, pero fue capturada días después (11/abril/1941) en la Buenos Aires mientras intentaba huir hacia Veracruz con su amante.

La investigación del caso estuvo a cargo del detective José Acosta Suárez, quien un año después capturaría a Gregorio Cárdenas, "el estrangulador de Tacuba".


Salió libre por 600 pesos*

En prisión Sánchez Aguillón tuvo una especie de regresión. Sólo hablaba en monosílabos, se tiraba al piso, se negaba a comer, pataleaba, gritaba y la única frase que salía de su boca era "quiero irme de aquí".

Las únicas pruebas que sustentaban los cargos de asesinato contra Felícitas eran los restos encontrados en la cañería de Salamanca, que durante el juicio misteriosamente desaparecieron.

Los cargos por los que fue procesada fueron aborto, inhumación ilegal de restos humanos, delitos contra la salud pública y responsabilidad clínica y médica.

Después de estar 3 meses en la cárcel pagó una fianza de 600 pesos y salió libre.

Se piensa que las clientas a quienes la descuartizadora practicó abortos eran de familias adineradas o estaban relacionadas con políticos, e influyeron en el juicio para evitar que sus nombres salieran a la luz.

El escándalo de su liberación fue opacado al poco tiempo cuando se descubrió que una célula de espías alemanes nazis operaban con un radiotransmisor en la misma colonia Roma.


El suicidio

El 16 de junio de 1941 Felícitas se levantó de su cama a la media noche tras varios días sin poder dormir.

Se dirigió a la cocina y escribió 3 cartas: una para su abogado, el licenciado Enríquez, otra para el abogado Martín Silva y una más para su último amante, Roberto Sánchez Salazar.

Después se tomó un frasco entero de Nembutal y murió.

Roberto encontró su cuerpo y las cartas al día siguiente. Todas eran instrucciones sobre cómo disponer de sus propiedades. Palabras frías, sin ninguna emoción, sin ninguna disculpa o arrepentimiento.


*600 pesos mexicanos son, aproximadamente, 30 euros, 33 dólares americanos o 23 libras esterlinas.



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