Capítulo 5. Times Square

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Significado de "Times Square" en la vida de Paulet:

 maravilloso lugar que a pesar de sus muchos ruidos 

 y grandes cantidades de gente, le era relajante.

Martes: Misma rutina.

Miércoles: Misma rutina.

Jueves: Misma rutina.

Viernes: Casi misma rutina. Y por eso mismo son saltamos hasta este día.

Para no aburrirnos, saltémonos a la parte en la que está de regreso en la banca ¿les parece? ¿Sí? Perfecto.

Entonces, aquí estábamos. Banca, Mary Poppins capítulo tres.

No había rastros de Evan y Paulet se sentía entre aliviada y a la vez decepcionada de no verlo. Era la única persona con la podía mantener una conversación de treinta segundos sin querer estrangularlo y, la ayudaba a practicar su pesimismo y comentarios sarcásticos.

La alarma que le indicaba que era momento de seguir su camino sonó; mientras Paulet guardaba sus cosas, escucho el golpeteo de unas botas contra el pavimento en un ritmo que le indicaba que el portador de dichas botas iba corriendo; sin darle otro segundo de atención, tomó su mochila y al darse medio, la cara pálida de Evan apareció haciéndola respingar, causándole mucha gracia a el chico.

-¿Qué te sucede? Primero intentas dejarme sorda y ahora intentas matarme de un susto.

-Diría que lo siento pero no es así. Era completamente mi propósito.

-Tarado- murmuró Paulet enmendando su camino.

-¡Oh! Una palabra más fuerte. Estamos progresando.

Apretando el paso, Paulet dejó a Evan detrás retorciéndose de risa de algo que, en verdad no era gracioso.

Primera clase

Segunda.

Tercera.

Y por fin, cuarta clase.

Cuatro clases de cincuenta minutos terminadas que parecieron ocho.

Cuatro u ocho, no quita el hecho de que era momento del preciado descanso y Paulet podría respirar y hacer lo que le diera la gana. Aunque era muy seguro que se arruinara pues esta última clase Evan había estado con ella y después de tres minutos intentando perderlo, se dio por vencida y simplemente salió del Instituto sin importarle si la seguía o no.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco...- Paulet contaba sus pasos mientras se dirigía a la parada del autobús más cerna.

Novecientos cincuenta y siete...

Ocho cientos setenta pasos después, había llegado a la parada y esperaba aquel minuto sobrante para que el autobús llegará a tiempo y pudiera hacer su visita semanal a Times Square.

-¿Sales temprano de clase?- preguntó de forma burlona que Evan que –claramente- la había estado siguiendo.

No hubo respuesta de Paulet. La chica simplemente se cruzó de brazos y espero, y espero, y espero hasta que el minuto pasó; el reloj marcaba las diez treinta y cuatro y, puntual como siempre, el autobús se detuvo, y subió; mostro su pase y camino hasta su lugar habitual en la parte de atrás.

Segundos después, Evan se sentó junto a ella. No le importo; se puso sus audífonos y miró por la venta como siempre.

Los típicos diecisiete minutos pasaron, y era como si Times Square le estuviera sonriendo y le diera la bienvenida.

Sin esperar un segundo más, es cuanto el autobús se detuvo, bajó de este prácticamente corriendo sin importarle nada y disfrutando esos sonidos de autos y la vista de personas apresuradas que tanto ama de la "gran manzana".

Siguiendo la rutina, simplemente caminó y caminó mientras apreciaba la vista.

Era más bonito de noche, claro pero, a Paulet le gustaba así; como todo, de lunes a viernes en la mañana una vez pasada la hora pico, no estaba calmado al cien por ciento pero, así era perfecto; sentía como si lo estuviera ella y la ciudad... Aunque si recapitulamos, es estos momentos la estaban siguiendo sin que ella le diera importancia por el simple hecho de que era su momento a solas.

Si hubiera sido en cualquier otro momento, lo hubiera mandado a un lugar muy lejano donde mucha gente ha sido mandada desde hace mucho tiempo.

Vueltas, vueltas y vueltas.

Si aquel "desconocido" había dicho algo, no lo escuchó. Paulet estaba en –lo que ella consideraba- su hogar.

El reloj marcó las doce en punto dando fin a su recorrido por Times Square pero, no era el final de su recorrido de los viernes.

Quince minutos caminando por Broadway –zona en la que no dejaba de suspirar y prácticamente babear y soñar despierta- y la Avenida de las Américas, el Empire State Building –o como uno de los personajes de How I Met Your Mother lo llamaba: Empie- se hizo presente frente a sus ojos haciendo que el brillo que estos cargaban, se intensificará.

En la punta, todo era diferente. Se sentía libre y tenía esa sensación de ser imparable. Le daba la sensación de poder ir a cualquier lugar cuando quisiera; le daba la sensación de poder cumplir todos sus sueños en un abrir y cerrar de ojos; le daba la sensación de no tener ninguna preocupación. Solo era ella –nuevamente- y la ciudad de Nueva York a sus pies.

Mientras Paulet soñaba y tenía todas estas sensaciones, Evan –que claramente la había estado siguiendo- disfrutaba por primera vez, la vista desde el Empire State y miraba a Paulet con curiosidad.

Le intrigaba mucho saber que había en la mente de esa chica. ¿Qué estaba pensando? ¿Por qué dio tantos vueltas por Times Square y, luego, de la nada siguió derecho y terminó aquí? ¿Por qué aminoró el paso cuando pasaron por Broadway?; preguntas así, y muchas más rondaban por la cabeza de Evan mientras admiraba su belleza y ese brillo en sus ojos que nunca espero pudiera ser posible en una persona y mucho menos en ella. Alguien que se mostraba tan fría y sería con todos. Hasta ese momento en el que no parecía la chica malhumorada que conoció en una banca cualquiera de camino a la escuela mientras estaba lleno de terror por ir a su nuevo instituto y pasar por lo mismo que en el antiguo.

Tal vez hayan estado esperando que Paulet saliera del instituto por un café y se les haya hecho extraño que no fuera así, si no que se dirigiera a una parada de autobús. Es una rutina de todos los viernes que se había hecho desde su primera semana en Nueva York. Todo le hará tan extraño... hasta que hizo una excursión por su cuenta y se sintió segura ahí; lo cual es muy extraño ya que está lleno de gente y te pueden robar tus objetos personales en cualquier momento pero, nada de eso le importaba.

¿Qué pasa con las clases? Nada. No pasa absolutamente nada con ellas. Así como todos los días.

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La Chica Que CreyóHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin