Dalas, Miare y yo.

Navidad.

Abro la puerta y él entra en casa. Le ofrezco algo de beber y nos sentamos en el sofá.

Dalas no tiene buen aspecto, está igual que la última vez que lo vi, la noche del restaurante. Mira al horizonte con la mirada perdida y no dice nada.

-¿Estas bien, qué haces aquí? - le pregunto curiosa, pensando en que igual he sido muy directa.

Entonces Dalas me mira.

- Miare se a ido - responde.

-¿Es que ha pasado algo? - digo en un falso tono de preocupación.

- Últimamente está un poco rara - dice - Pero no, no ha pasado nada, todas las Navidades se va a casa de su madre, con su familia.

Está rara por David, ella debe de sentirse culpable por engañar a Dalas. Me pregunto si David debe sentirse igual por engañarme a mí, aún que creo que no es así. Después de ver la escenita de amor que le hizo a Miare en su casa.

-¿Y tú, no vas con tú familia? - le pregunto.

El niega con la cabeza.

-¿Tú? - pregunta.

Le imito el gesto.

- No debería dejarte sólo en Navidad, se supone que es una época para pasar en familia, y menos sabiendo que estás así.

- Eso mismo podría decir yo de tú novio - dice él.

Mi novio. O mejor ex novio.

El silencio se apodera de la sala, él me mira pero ninguno de los dos decimos nada.

- L-lo siento - dice casi en un susurro - no quería ofenderte.

Y realmente no me ofende.

Le sonrio.

-¿Sabes qué? - digo levantando me del sofá - Deberíamos pasar la Navidad juntos. Anímate, te sentará bien estar con alguien.

- Tienes razón - dice regalando me una sonrisa.

Pasamos la tarde en casa, charlando y bebiendo. Ambos contamos cosas sobre nuestras particulares familias y nuestra infancia.

-¿Dónde está el baño? - pregunta.

-Al fondo a la derecha - le indico.

Dalas cierra la puerta, pero acto seguido la abre. Y me llama para que valla.

-¿Qué es esto? - pregunta sosteniendo uno de los calzoncillos que robamos en su casa.

Mierda. Paula cuando te vea te voy a matar.

- S-son de David - miento intentando sonar convincente.

- Que casualidad, juraría que tengo unos iguales - dice riéndose.

- Si. Casualidad - digo fingiendo una risa.

Si él supiera...