39

602 62 8
                                    

—¿Ahora todos son unos hijos de puta?.—digo riéndome.—No te tengo miedo, Sanders.
—Pues deberías.—me interrumpe.
—Pues no lo hago.—insisto.

Brian nos observa desde lejos, meto su celular en mi cartera y camino hasta él. Tomo su mano y nos vamos hasta el automóvil. Le digo que no quiero volver a ese maldito sótano, no se molesta en contestarme y sólo conduce.
Llevamos una eternidad en la carretera, no me dice nada hasta que veo por mis propios ojos que hemos llegado a Huntington Beach.
Estoy nerviosa y no sé porqué. Su mano derecha está en los cambios del vehículo, la tomo y nuestros dedos se entrelazan.

—Tu madre se está recuperando, no la alteres.—me dice.
—Que no me busque pleitos entonces.—respondo y bajo del auto.

Cuando Brian baja del auto me abraza, me pongo a inspeccionar mi casa. Está tan diferente, había perdido su toque rústico y ahora todo era tan...moderno. Había algo de por medio en ese gran cambio, mi hogar me parecía irreconocible, incluso habían construido una ampliación con la casa de enseguida y hacerla de dos plantas.

—¿Qué le pasó a mi casa?.—pregunto para mí misma mientras acaricio la puerta.
—Bueno, tus padres ganan más dinero que antes. Es normal este tipo de cambios.
—No, ellos no ganan tanto o al menos no lo suficiente para hacer algo como esto.
—Tienes razón, fui yo.

Estaba a punto de iniciar una discusión con Brian hasta que mi hermana Katya abrió la puerta, estaba en pijama y parecía que mi "prometido" se la iba a comer viva con la mirada.
Tenía que aceptarlo, era una persona muy muy muy celosa. Cuando me ponía en ese estado sentía mi corazón encogerse y una adrenalina muy rara dentro de mí, era loco pero era verdad.
Brian entró y ambos se sonrieron como si coquetearan, quería golpearlos a los dos.

—¡Basta!.—grité.

Katya rió, Brian puso los ojos en blanco y subí hasta el cuarto de mis padres llevándomelo de la mano.

—Eres una celosa.—se queja antes de entrar.
—Cállate, que tú no te quedas atrás.
—Sólo tengo ojos para ti.—me dice y da un beso en mi frente.
—Ojos para mí y todo lo que se mueve, ¿no?.

Pone su dedo índice sobre mis labios para que deje de hablar, se lo quito y abre la puerta de la habitación.
Mi mamá está dormida, me siento en un sofá que está frente a su cama. Brian saca su teléfono de mi cartera y se pone a jugar como niño pequeño en una reunión familiar.
Observo toda la habitación, está distinta. Podría decir que ahora es lujosa.
Me distraigo con cualquier cosa, miro a Brian y su peinado tan trabajado de visiblemente una hora de dedicación para peinarse. Sus tatuajes, ¿porqué tantos?. Me siento como adolescente, mi cabeza está en todos lados menos en donde debería estar. Las piernas de Brian... ¿va al gimnasio y hace todo menos pierna?.
Sobresalto cuando veo que me está viendo.
Se para y mueve el hombro de mi mamá, le hago señales de muerte para que se detenga y se detiene. Claro, cuando mi mamá despierta.


—Dayan.—susurra.
—Hola.—digo pensando que decir.
—¿Cómo están?.—pregunta, Brian bloquea su celular y se acerca.
—Excelente.—responde por ambos.

Mi madre toma mi mano, al principio me dan ganas de tomar la suya pero me doy cuenta de que está implorando mi anillo de compromiso.

—Santo cristo.—dice acariciando la joya.
—No hagas esos nombramientos.—le digo y aparto mi mano de la suya.
—Nos vamos a casar.—le dice Brian abrazándome.
—Estoy tan orgullosa de ti, Dayan.—me dice mi madre.

Le doy las gracias con un movimiento de cabeza, escondo mi rostro en el cuello de Brian. Ella no está orgullosa de mí, está orgullosa de sí misma. Siempre nos inculcó que debíamos formar una familia junto a un hombre atractivo y adinerado, que el amor vendría después.
Perdóname mamá porque estoy amando a Brian y no a su dinero. Porque aunque Brian fuese pobre te abandonaría a ti por él.

—Tenemos que irnos.—finjo una sonrisa.

El agua corre por mis mejillas, Brian seca las gotas con su pulgar.

—No llores.—susurra en mi oído.
—Es de felicidad porque nos vamos a casar.—le digo, él sabe que miento.


Nos vamos a la casa de Brian, hace tiempo que no la veíamos.
Los días pasan volando, esta noche me casaré con Brian Haner.
Estoy asustada, mi vida cambiará. Tendré que soportar más muertes y vivir con ello como mi gran secreto porque nunca sospecharían de él. Estoy consciente de que las probabilidades de que cambie son nulas. Me he preparado para todo, hasta sus golpes y maltratos que obviamente no voy a soportar. Quiero intentar que Brian cambie, que pueda ser una persona normal y vivir plenamente en paz.

Brian tocaba como un loco la puerta de mi habitación e intentaba abrirla, yo sólo cerré mis ojos intentando recordar un momento de hace algunos años.




Estábamos en el último año, ingresaríamos a la preparatoria y cada quién tomaría un diferente camino. La maestra nos pedía una lista de cosas que queríamos hacer cuando fuésemos grandes. La leeríamos frente a la clase y lo haríamos ya mayores si aún la teníamos.

—Dayan, es tu turno.—dijo la maestra

Me levanté aterrorizada, tenía pánico escénico. Conté mentalmente hasta diez y leí en voz alta imaginando que no había nadie más.

—Cuando sea grande y haya terminado mis estudios quiero tener un buen empleo, primeramente quiero comprar mi propia casa. Quiero viajar por algunas partes del mundo sólo a conocer a esas personas que me sacan sonrisas diariamente gracias a Internet—tomé aire y sonreí—, cuando mi viaje termine espero regresar y encontrar al amor de mi vida para casarme con él.—dije con pena.
—Tranquila Dayan, aquí estaré.—dijo Brian.—Volverás de tu viaje y nos casaremos.

Los demás alumnos se burlaban de mí, aunque Brian lo hubiese dicho con total seguridad y seriedad. Se estaban riendo de mí por su maldita culpa.
Doblé la hoja, la arrojé en el bote de la basura y salí del salón enojada.
Me senté en una banca solitaria donde casi nadie iba, escuché las hojas que habían caído del viejo árbol ser aplastadas. Levanté la vista y ahí estaba Brian Haner con mi lista en las manos.

—No te enojes Dayan.—se sienta a mi lado.
—Se han burlado de mí por tu culpa, sabes cuanto me aterra eso.—le digo, mis mejillas están ruborizadas.
—Así que también quieres tener un perro.—sonríe leyendo la hoja.
—Sí, uno blanco. Pero eso a ti no te importa.
—Claro que me importa.—dice arrugando la frente.—Si algún día aceptas ser mi novia te compraré uno y se llamará Pinkly.
—Estás loco, eso nunca pasará.—digo mirándole los ojos.—¿Sabes algo?, preferiría estar muerta antes que casarme contigo.—sonrío.
—¿Sabes algo?, podría matarte para casarme contigo.

Novio Psicópata |Synyster Gates|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora