Capítulo 10 | Hospital y cine

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Amy sintió como si caminara sobre algodón de azúcar durante toda la mañana. Se había levantado temprano para hacer ejercicio, hacer el desayuno para ella y su mamá y alistarse para ir al doctor con ella.

Era algo que odiaba.

Los hospitales nunca le habían gustado, la atmósfera era tan pesada que no se podía evitar salir de ahí sin un peso extraño en el corazón.

Había recibido un mensaje de Ed diciendo: "Buenos días preciosa, todo irá bien hoy, nos vemos en la noche ;)" y eso la había reconfortado. No le había contado nada a su mamá, aunque sabía que pronto lo haría porque a su mamá no se le escapaba nada.

Afortunadamente, después de salir del hospital, Amy salió tan contenta como se podía. El doctor les había dicho que su mamá no había empeorado desde la última vez que lo habían visitado y eso las había puesto contentas. Amelia sabía que su mamá no se recuperaría y que la muerte era algo inminente pero se alegraba por tenerla con ella y el hecho de que le dijeran que no había empeorado le aseguraba un poco más de tiempo juntas. Se sintieron tan de buen humor que fueron a comprar libros y té antes de ir de vuelta a casa. Amy dejó a su mamá cómoda antes de hacer las compras necesarias, después de todo, el refrigerador no se llenaba solo.

Recorrió los pasillos del supermercado hasta que tuvo en el carrito todo lo necesario. Cuando se dirigía hacia la caja, una chica la detuvo. Parecía tener 16 años.

—¿Tú eres Amelia Cox? —preguntó emocionada.

—Sí, soy yo —respondió Amy, confundida.

—¡Dios mío! ¡Lo sabía! Amo tu canal de Youtube, eres realmente asombrosa. ¿Puedes tomarte una foto conmigo? —dijo la chica muy emocionada y apenada. Amy sonrió de oreja a oreja.

—¡Claro que sí!

Pronto, otros 3 jóvenes más se acercaron y se tomaron fotos con ella. También le pidieron su autógrafo, a lo que ella sólo escribió su nombre y le agregó una carita feliz. Al regresar a casa ella estaba muy feliz y le contó a su mamá mientras acomodaba la comida.

—Me alegro tanto —dijo su mamá—. Estás volviéndote famosa.

—No tanto así... pero me gusta —contestó ella, sonriendo.

—¿Me vas a contar por qué estás tan sonriente o prefieres que adivine? —preguntó su mamá, divertida.

—Pues... es que arreglé las cosas con Ed y ahora estamos saliendo —contestó Amy, sonrojándose.

—¿Salir salir o salir como amigos?

—Salir salir, mamá —contestó divertida—. Somos novios.

—Oh hija, me alegro tanto —exclamó su mamá mientras la abrazaba—. Sabía que tarde o temprano pasaría. Es un buen muchacho.

—Lo sé, saldremos en la noche al cine. Ya sabes, para evitar a todas sus fans.

—Pobrecillo, debe ser un poco molesto a veces.

—Supongo que sí, pero él los ama.

—Claro que debe de amarlos, ellos hicieron que fuera famoso y lo llevaron hasta donde está. Estoy segura de que lo mismo te pasará a ti hija... Eres tan talentosa, de verdad. No me sorprendería que los paparazzis te siguieran por todos lados —dijo su mamá divertida—. Por eso no debes olvidar mantenerte humilde, tampoco Ed.

—Lo sé mamá, lo sé.

Cuando llamaron a la puerta, Amy ya estaba lista. Estaba muy emocionada por salir con Ed. No lo había visto en todo el día y ya lo extrañaba, así de enamorada estaba. Se vio por última vez en el espejo antes de abrir la puerta. Ed estaba ahí, con una playera azul marino que dejaba ver sus tatuajes que tanto le encantaban a Amy.

—Hola —dijo él, entrando al apartamento—. Te ves preciosa.

—Muchas gracias. Tú también te ves precioso —lo imitó ella, riéndose. Ed rió con ella—. ¿Quieres tomar algo? Aún es temprano para ir al cine.

—Claro que sí —contestó mientras se dirigían a la cocina—. ¿Tu mamá está en casa? Me gustaría saludarla.

—Aquí estoy, Edward —dijo su mamá apareciendo en la habitación.

—¿Cómo está, señora? —preguntó Ed mientras la abrazaba para saludarla.

—Tan bien como se puede estar —contestó ella—. ¿Y tú? Supongo que feliz ahora que mi hijaes tu novia —dijo y Ed se atragantó con el agua que estaba tomando.

—¿Ya le contaste? —preguntó Ed a Amy.

—Claro que sí, más bien, fue eso o que empezara a hacer suposiciones raras —dijo Amy y todos rieron.

—Ya le he dicho lo feliz que me hace que estén juntos, pero bueno, no más charla o se les hará tarde, váyanse con mucho cuidado.

La mamá de Amelia los abrazó a los dos antes de que partieran, no sin antes susurrarle algo a Ed.

—Cuídala mucho, es más frágil de lo que parece.

Llegaron al cine y compraron las entradas, las palomitas y los refrescos. Ya era casi medianoche pero nunca era muy tarde para comer palomitas. Aunque sólo había siete personas en la sala incluyéndolos a ellos, decidieron sentarse en la parte de atrás. Después de mil horas de anuncios, la película comenzó. Ed no podía dejar de ver el perfil de Amy, que estaba al borde el asiento y que metía su mano llena de palomitas a la boca. Cuando por fin salió el Capitán América, Amy no pudo evitar suspirar.

Era tan guapo.

—Diablos, es muy guapo —dijo Amelia más que para sí misma que para Ed.

—Sí ¿Has visto esos músculos? ¿Cómo alguien podría resistirse? —respondió él, bromeando mientras lo decía. Amy volteó a verlo y empezó a reír silenciosamente, escondiendo su rostro en la curva del cuello de su novio.

—Lástima que no tenga tatuajes, eso lo haría mil veces más guapo —comentó, aún divertida.

—¿Te gustan mis tatuajes? —preguntó Ed juguetón, desviando completamente su atención de la película.

—Sí, me encantan tus tatuajes —contestó ella en voz baja y olvidando por completo la película—. También tu cabello, tus ojos, tus labios... Bueno, en resumidas cuentas, me encantas tú —le dijo Amy mientras le daba pequeños besos en la mejilla, después en su oído y finalmente bajó un poco a su cuello.

—Eres tan atrevida, Cox —susurró Ed con ánimo juguetón—. Cuando me dices esas cosas pensaría que tienes pensamientos sucios sobre mí.

—Te mentiría si te digo que no —contestó Amy en voz baja, divertida.

Ed la miró fijamente, tragando con dificultad. Se acercó a ella y la besó desesperadamente, olvidando por completo que se encontraban en el cine.

Eres tú | Ed SheeranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora