Agustina y el soma

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Habia tocado fondo. De algún modo que no puedo explicar había llegado a un punto en que no podía más, me había cansado. Sam, mi psicóloga, siempre hizo énfasis en la fuerza de voluntad de las personas, y en la mía claro. Siempre solía decirme que mis males no serian curados por medicamentos o tratamientos, yo no me curaría ni siquiera al ser internada de por vida en un sanatorio; la única persona capaz de curarme, era yo misma. Porque yo misma me había empujado al vacío, al pozo en el que estaba.

Rose tenía razón. La vida es una sola, hasta que se demuestre lo contrario. Si no vivimos esta vida, ¿cual? Estaba a meses de cumplir 17 años y ni siquiera había vivido los 15 o los 16, ¿en que momento se me paso la vida? En el momento en el que deje de disfrutar. No era una niña feliz, claro esta, pero tampoco era ese despojo en el que me había transformado después. Me había creado una vida ficticia en la que yo tenia el novio perfecto y lo demás era una mierda inservible. Habia creado una barrera entre la realidad y lo otro. Viví un año entero creyendo que estaba bien mientras me cortaba en los brazos, mientras lloraba en el baño, mientras me golpeaba la cabeza con las paredes por impotencia. Un año de mi vida creyendo amar sin medida a alguien que estaba conmigo porque tenia miedo de dejarme y que yo hiciese algo de lo que él luego fuese a arrepentirse.

Aquella tarjeta, aquel mensaje habían incentivado algo en mi. No puedo decirles con exactitud que decisiones tomé porque fueron vagas. Es decir, hice cambios ligeros en mi vida que en conjunto iban haciendo grandes cambios. Primero, corte mi cabello. Sonará estúpido pero fue un gran cambio. Una nueva versión de mi tenia que nacer y ese era un gran paso. Comencé a cuidarme, las uñas, el rostro, los dientes, cada parte de mi. Boté las navajas, se las entregue a mi mamá, quien exploto de felicidad. Compre cremas y fui a dermatologos para eliminar o al menos disimular la gran cantidad de cicatrices que tenia. Cambie hasta mi modo de hablar, comencé a ser mas educada, mas refinada con la gente que me rodeaba (excepto mis amigas, con ellas siempre voy a hablar como un camionero). Comencé a trabajar en mi imagen. Estaba cercana a cumplir 17 años y seguía comportándome y luciendo como una de 12 y eso tenia que cambiar. No por tener un novio que tenia 14 años yo debía comportarme como tal, ¿o no? De pronto Agustina era otra. Mantenía conversaciones con profesores de temas tan privados o tan profundos que, creaban una imagen de chica totalmente opuesta a lo que era antes. Escuchaba comentarios como "Que bueno que cambies para bien." Subí mis calificaciones. En un par de semanas ya era otra vez la mejor de mi curso. Cambié mi rutina. Ya no me dedicaba solo a Gonzalo, a él le deje los fines de semanas y uno que otro recreo. A mis amigas comencé a dedicarle uno que otro día a la semana. Las invitaba a casa, organizaba salidas e íbamos a fiestas, todo por mejorar, por recuperar lo que había perdido. Gonzalo me apoyó, en todo. Nunca se opuso a que yo mantuviera esa relación con mis amigas, nunca se llevo mal con ninguna, hasta se puede decir que era amigo de ellas también. Comencé a salir más seguido con mi mamá, a volver abrirme a ella, a confiarle cosas que antes me daban terror. Me uní más a mi papá, compartíamos salidas, tarde comiendo helados, películas, ir en su carro cantando a todo pulmón. Volví a tener una pizca de felicidad en mi vida, y en ese momento fue como anillo al dedo.

Capaz están todavía pensando en, "¿que mierda es el soma?", he aquí la explicación. El soma es una droga sobre la que leí en una novela llamada "Un Mundo Feliz". No recuerdo bien como funcionaba dicha droga, pero sé que la mayoría de los personajes de la novela la tomaban cuando se encontraban deprimidos. Porque en esa ciudad siempre tenían que estar feliz y por ende ellos mismos se las distribuían, para que todos los personajes siempre estuvieran bien animicamente. El soma es algo así como una particularidad que tiene cada ser humano dentro de si. Es como un bloqueo. Imaginar que hay una droga, una pequeña pastillita que te hace ser feliz es increíble, y las hay, porque no conozco a un drogadicto que cuando esté en su "momento feliz" no se considere en la mejor época de su vida. El soma existe, es un narcótico. Cuando hablo de soma, mi soma, no me refiero a que consumí esta droga y fui feliz, no, no y no. Llamo soma a ese que impuse frente a mi dolor, les explico. Si peleaba con Gonzalo, me enfocaban en mis amigas, en mi familia, me iba de fiesta, bebía hasta mas no poder, me llenaba de todo menos de sufrimiento. Soma es lo que ocultaba o lo que impedía que yo terminara de hundirme. Era como una careta. Yo seguía estando triste y confundida y loca, pero mi soma lograba que yo distrajera mi mente, mi cuerpo y mi espíritu.

Llegó la navidad y con ella la bonita época donde toda la familia se quiere, los amigos te agradecen por estar y uno tiene la oportunidad de agradecer a la vida haber tenido un año más para los recuerdos. Mi navidad fue especial. Tuvo mucha melancolía por lo que ya no estaban pero también fue gratificante el saber que yo había logrado llegar a ella sana, otra vez sana y cuerda. Fin de año cambien fue diferente a los otros porque pude estar con Gonzalo a las 00hrs, recibiendo al nuevo año que llegaba. Recuerdo estar abrazada a él, inhalando su perfume que me enloquecía, con mi cabeza sobre su hombro, ya estaba mucho más alto que yo. Mi niño se hacia hombre. Me acariciaba la espalda con el indice mientras ambos mirábamos el espectacular show de fuegos artificiales. "Te amo" susurré en su oído, y él sonrió. Esa madrugada nos invitaron a una fiesta, pero no tuve permiso para ir, así que Gonzalo asistió solo. Antes de irse me dio un sobre de color lila que ponía "Agustina". Me pidió que lo leyese cuando estuviera sola y así fue. Llegué a casa a las 3:00 am, me quite la ropa, el maquillaje y me senté en un rincón de la habitación a leer la carta que ponía:

Agus, pensé mucho que te iba a regalar para navidad, pero ninguna de las opciones me parecía la mejor, porque siempre había otra que me gustaba más. Mi mamá me dijo que las mujeres valoran más las cosas hechas por uno mismo y se me ocurrió escribirte. Este año que hemos estado juntos te he conocido y desconocido la misma cantidad de veces. Eres impredecible, nunca se que esperar de ti, porque siempre me sorprendes. Tu no sabes esto, pero, aquel día que estuviste en emergencias, tu mamá fue a verme. Hablo mucho sobre lo que me querías y yo le hice saber que yo eso lo tenia muy en claro. Me dijo que habías tenido una crisis nerviosa y que estabas siendo atendida en la clínica en ese preciso momento y fui a verte. Estabas acostada en las piernas de tu papá y le suplicabas que te dejara morir, que sentías que tu vida no tenia sentido. Nunca te vi tan mal. Estabas pálida, y llorabas muchísimo. Tus mejillas están rojas y tus manos apretaban un pedazo de tela con mucha fuerza. Tenias la mirada perdida y una sonrisa vaga en tu rostro. Dijiste muchas veces "Odio a Gonzalo". Lo gritabas una y otra vez. Retumbaba en mis oídos cada palabra. Ese día me fui de ahí porque no aguantaba verte así. Al día siguiente fui a verte con la intención de decirte que lo mejor seria que nunca mas habláramos, que lo mejor era alejarnos y te vi peor que antes, pero con una diferencia muy notoria. Los ojitos te brillaban. Tus grandes ojos marrones estaban tristes pero tenían un brillo especial, un brillo que yo provocaba.  Ahí entendí que me amabas de una forma única, que yo era todo para ti, desde lo malo, hasta lo bueno... Y por eso me quede. Ese día pase la mejor noche de toda mi vida y te lo agradezco. Gracias por ser la primera mujer en mi vida. Te pido perdón por todas las veces en las que te he lastimado, prometo de aquí en adelante hacerte feliz, durante el tiempo que estemos juntos y procurar que siempre seas mi niña. Te amo de una forma que nunca volveré a amar a nadie. Gracias por ser la primera y la única. Gracias por este año junto a ti. Gonzalo Ordóñez.

A veces me gusta releer la carta, porque aun la conservo y me trae nostalgia. No es la mejor ni la mas clara, pero es sincera. Es lo mas sincero que pudo salir de él y eso lo aprecio. Gonzalo era pésimo para cumplir las promesas. Pero si me cumplió una. Me hizo feliz los últimos días que compartimos juntos, tal como lo había dicho en la carta...
"Gracias por ser la primera y la única..."
Gracias a ti mi Gonza, por hacerme feliz y enseñarme que valgo tanto!!!

¿Puedo llamarte amor?Where stories live. Discover now