Mi amor obsesivo.

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En una oportunidad leí en un libro una frase que hasta el día de hoy la tengo muy presente: «Él para mi era lo que Dios para los católicos».
Así tal cual era mi situación con Gonzalo. Nunca entendí (inclusive hoy en día) el porqué Gonzalo era mi prioridad y el porque yo siempre lo tenía como la mejor de las personas, aun teniendo tan presente las cosas que había pasado con él. Siempre lo tuve muy en alto, con una perspectiva falsa de quien realmente era. Hoy en día siento que nunca estuve enamorada de él, solo estaba enamorada de la imagen que había creado de él en mi cabeza, y no era para menos, en mi mente Gonzalo era un príncipe azul, cuando en realidad era mi verdugo.

Cada vez que recuerdo las semanas que  siguieron luego de la fiesta, aparece en mi un sentimiento de melancolía rociado con unas gotitas de odio... No quisiera contar tan detalladamente todas las situaciones de los días de septiembre, octubre y noviembre porque se me iría la vida, fueron demasiadas cosas las que pasaron, buenas y malas... pero tengo muy presente que si me ahorrase el contar alguna de esas vivencias la historia perdería su sentido; por lo que he seleccionado una que siento que es fundamental en la historia... 

En una oportunidad con Gonzalo fuimos al cine, Rose y Pato nos acompañaron. El día transcurrió tranquilo hasta la mitad de la película. Me gustaria decir el nombre de la película o al menos saber de que trató pero estoy totalmente desconcertada. Aquel día, Gonzalo se comporto conmigo como siempre, afectuoso pero manteniendo distancia para no quedar como la pareja de enamorados empalagosos. Mientras "veíamos" la película recibí una llamada de un compañero de clases y me aparte del grupo para poder hablar con él. La llamada, para ser del todo sincera, no se alargo pero para Gonzalo, los segundos que pasé hablando con ese compañero fueron eternos. Cuando volví a mi asiento noté que él no estaba. Pregunté a Rose sobre su paradero y esta me comentó qué Gonzalo había salido de la sala justo cuando yo me aparte a hablar por teléfono. Salí de la sala y me dispuse a buscarlo por todo él lugar. Lo encontré en una heladería rodeado de chicas. Me miró con desprecio cuando notó mi presencia. Me tomó de la mano y me saco de ahí. 

-¿Que te pasa? ¿Por que te comportas así?- le dije a Gonzalo que me llevaba de tirones lejos del grupo de chicas. 

-Estoy normal, no entiendo a que te refieres.- Dijo mientras me soltaba la mano y me dejaba frente a una fuente. 

-¿Estabas aburrido? digo, como saliste del cine

-Si estaba aburrido, tu me aburres. Tu y tus celos enfermizos

-¿Celos enfermizos? ¿de que hablas Gonzalo? Yo no he dicho ni hecho nada

-Claro Agustina, si no fue por celos ¿por que me seguiste?

-Me preocupé cuando no te vi, es todo

-¿Si?- rió descaradamente -¿Y el que te llamo qué? ¿Te pedía explicaciones de porque sales con TU novio?

-Menos mal soy yo la de los celos enferm...

Gonzalo había levantado su mano y me había cruzado la cara de una cachetada. Estuve un par de minutos atónita frente a la situación, él me miraba fijamente sin mediar palabra, sin sentir algo de arrepentimiento, solo me miraba. Me coloqué la mano en la mejilla y dejé salir unas lagrimas. 

-¿Te callarás?- dijo Gonzalo quien se sentía digno luego de su gran logro.

Me di media vuelta y me retiré. Las lagrimas corrían por mi rostro. La gente me miraba, sobre todo los que habían visto semejante espectáculo. Gonzalo corrió detrás de mi, me tomó por los hombros y me sacudió con tanta fuerza que dejé caer todo lo que conmigo cargaba: mi celular, mi bolso, etc... 

-No seas estúpida Agustina, no llores carajo - en los ojos de Gonzalo se veía el odio que le producía, no tenían siquiera el brillo que los vestía de costumbre al mirarme.

¿Puedo llamarte amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora