Capítulo 2

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El odio de su padre no se detuvo al matar a sus hijos mayores y parecía desear arrancar aquellas dulces inocencias yendo a peor con el último, que lo veía con miedo, incapacitado de hablar o actuar como en las otras ocasiones que estuvo en soledad con él.

Pero en su mente no desaparecían los últimos actos de sus hermanos, ¿qué sucedió? ¿por qué?

-Abbi –su voz parecía apaciguada por sus actos o por la ebriedad toxica que expelía su aliento que pronto chocó el cuerpo de Iván – maldita perra – lo agarró del cabello para botarlo al piso manchado de sangre – ¡¿Me volverás a desobedecer?! ¡¿Acaso creías que ibas a escapar de mí?! – pisoteo su mano con fuerza satisfecho al momento de verlo rogar entre lágrimas, gritando y prometiendo su permanencia dentro de esas cuatro paredes.

El pequeño Iván protegió su mano adoptando una posición fetal esperando la patada por cubrirse como los cobardes, tal como su padre siempre le grito tanto.

- ¡Respóndeme! –

Iván poco a poco se apoyó en sus codos y hablo – n-no – tratando mantener sus lágrimas.

- mírame a la cara y dilo, di que no lo harás – apretaba sus mejillas con una de sus manos obligándolo a mantener contacto visual.

- no volveré a desobedecer – su respuesta parecía calmarlo levemente. Pero termino acostado en el piso con su padre encima de él, al lado de sus hermanos, pero no podía hacerlo ahí, no con ellos mirando.

-dios...Abbi, mira lo que causas, tu y tus estupideces de mujer, pero... yo se como ponerte de humor – se agachó, quito sus manos de su pecho, estirándolas sobre su cabeza sin una pizca de gentileza, generando más dolor en su mano roja y temblorosa.

-p-papá – gimió al sentir sus manos bajo la polera – ¿p-podemos hacerlo en la cama? – pregunto intentando ser lo más amable posible, pero recibió una mirada amenazante, Iván no podía confiar en esa falsa calma repentina que solía atacar a su padre, aprendiendo esto desde los errores anteriores. Tal como ahora, esta era una de sus mejores respuestas.

Pero sin importar el dolor de su mano temblorosa y latente que ahora atacaba como relámpagos al resto de su cuerpo por la brusquedad, tuvo que volver a hacerlo, entregarse al deseo carnal de un hombre desesperado por la soledad de la embriaguez.

Sus manos ásperas volvieron a abrirse paso en su cuerpo tembloroso y temeroso, ¿todo volvería a la normalidad si lo hacían hoy? ¿Sus hermanos volverían? ¿Dejarían de sangrar mientras él es sodomizado?

Aquellas esperanzas a la irrealidad de los momentos de una infancia corrompida que deseaba y anhelaba con todas sus fuerzas a que todos regresaran, que los gritos, los golpes, los manoseos finalizaran de una vez, que toda esa pesadilla de años se detuviera de una vez.

Entro sin pudor ni delicadeza alguna, rompiendo la poca resistencia que él tenía, sabía que estaba de malas y no quería empeorarlo con sus lágrimas de cobarde, tal como él le enseño que se le llamaba. El sudor de su padre golpeaba contra su cuerpo, mientras su hijo se mordía por no gritarle, apartarlo, por ser abrazado por sus hermanos y que este horrible hombre al que llama padre desapareciera del mundo.

- n-no perra, quiero oírte gritar – aparto sus manos de su boca y retomó el ritmo de las embestidas, no podía aguantar el dolor, la rabia y la impotencia, y por la desesperación grito por misericordia.

Pero de un minuto a otro aumento la fuerza y rapidez en busca de sorprenderlo y obtener una respuesta placentera.

- ¡para! ¡duele! ¡Por favor! – Sus actos respondieron sin necesidad de palabras, la risa llena de picardía y maldad retumbo en el lugar, intentaba distraerse, de cualquier manera, las gotas que seguían cayendo, la humedad del lugar... la sangre... las miradas.

- ¿que? ¿a la princesita le incomoda el piso? – Se mofaba de él, pero noto los cuerpos- oh ¿es eso? – dijo sonriente – ¿te incomoda ver a tus hermanos? – No tuvo una respuesta, solo una mueca de dolor, apretó con fuerza su pequeño pene, exigiendo una respuesta y este respondió con la verdad entre gritos de dolor.

-entonces... – se levanta, Iván desea que haga algo, aunque sea dejarlos en otro cuarto o algo, no desea ver, pero escucha como los mueve, intenta mentalizarse y calmar su llanto, pero es agarrado y desnudado rompiéndole su ropa pues este no quería que se la quitaran – tu tendrás que verlos mientras te cojo – dijo entrando en una embestida a su hijo, este sabía que había adelante, el olor de la sangre era fuerte, y sentía miedo de tocarlos.

Gemía entre sollozos, forzando a mantener sus ojos cerrados, pero sentía las miradas, miraban como su pequeño cuerpo ya era usado, lloraba de dolor, jamás era tan rudo, jamás había dolido a ese punto en su corazón.

Quería huir, pero no podía, ¿A dónde huiría si el único que tiene es a su padre? El pueblo estaba lejos y los vecinos a kilómetros de igual manera, vivían en el campo, en medio de la nada, donde sus gritos jamás serían escuchados.

Su padre lo obligo a abrir los parpados, no estaba equivocado, él lo había hecho, sentó sus cadáveres e hizo que los miraran, grito, suplicando que se detuviera, sus lagrimas no cesaron, pero no hizo otra cosa que eyacular, golpeando y tirando a su hijo al suelo llegando a tocar el cuerpo de uno de sus hermanos.

Acabando la tortura en un bufido bestial, o eso creía ingenuamente, él no salió dentro suyo, tendría que haber esperado aquello, él jamás lo deja ir tan fácilmente. Pero en este punto a él ya no le importaba, estaba agotado tanto física como emocionalmente y como si se tratara de un muñeco dejo que él, su padre, siguiera con sus juegos macabros y asquerosos.

Se sentía sin vida, tal como sus hermanos, no tenía otra alternativa, no sabía que más hacer contra alguien que ahora sabía podría matarlo si así lo quisiera y todo por culpa de su poco control emocional de años sin tratar y su falta de racionalidad a causa del alcohol.

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⏰ Última atualização: Feb 03, 2021 ⏰

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