Fingiendo.

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Esta mañana hacia frío, el sol estaba escondido. El día tenía mal aspecto, y las nubes se acercaban, nuevamente.

Me puse por último la chaqueta y salí de la habitación. El frio me chocó abruptamente. Llevé mis manos a los bolsillos de la chaqueta para protegerlas del viento helado.

Las veredas de la comunidad estaban vacías, el frío solo era una excusa para no salir, las personas se sentían inseguras luego de lo ocurrido anoche.

Busqué cerca de los muros el agujero que Ron me había enseñado hace ya varios días. Tenía que ir al otro lado, Jace me había dado muy malas noticias, y necesitaba escucharlo con mis propios oídos.

Le recomendé a Jace que se fuera. Si Enid se atrevía abrir la boca, y me acusaba de meter a alguien a la comunidad, no solo revisarían hasta pillarlo, sino que lo más probable es que Rick convencería a Deanna de echarme y luego a escondidas mandaría a Carol a seguirme.

Y todos sabemos que significa que Carol te siga.

Caminé por la orilla del muro hasta llegar al contenedor, cuando estuve al lado del, lo empuje con todas mis fuerzas hasta dar con el pequeño espacio que me daba hacia el exterior.

Me acerqué a el con la intención de salir pero alguien me sujetó y tiró de mí hacia atrás.

Me encontré con un Ron con rostro demacrado, la señal de haber estado llorando toda la noche se relucía alrededor de sus ojos. Los tenía hinchados.

– ¿Saldrás? –me preguntó.

Tenía que hacer tiempo para ingeniármelas y alejarlo, él no podía seguirme.

– ¿Qué haces aquí Ron?, Deberías estar en tu casa. Ve a descansar, lo necesitas –dije con un sabor extraño en mis labios.

¿Desde cuándo tanta empatía por las personas?

– Necesito saber dónde enterraran a mi padre –dijo sin ánimos–. Y como eres mi amiga pensé que quizás podrías acompañarme.

Me mordí el interior de la mejilla, no podía dejarle venir. No ahora.

– No soy tu amiga, Ron –le hablé aparentando estar molesta por haberme considerado su amiga.

De alguna forma tenía que sacármelo.

– Para mí lo eres –susurró con desilusión.

El tiempo se me iba. Si alguien nos veía, todo se arruinaría. Debía irme ahora o nunca. Quizás si corría lograría perderlo de vista. Así que evitando sus últimas palabras pasé por el agujero y en cuanto estuve del otro lado corrí.

Sin mirar atrás, sin importarme si Ron decidía irse por su lado, solo y sin protección. Mis pies se movían a gran velocidad, salté troncos caídos y esquive ramas sueltas.

Con el rabillo de mis ojos logré percibir una cinta roja amarrada a un árbol, me detuve para tomar la cinta entre mis manos, la marca. Estaba consciente de lo alejada que estaba de Alexandria. Mis piernas ya no podían más y mis pulmones exigían aire.

– Aho-ra entiendo el odio que le tie-nes a Rick y a su gente... –me giré perpleja viendo a Ron sosteniéndose de un árbol–. Te qui-tan todo lo que tienes.

Mis ojos se abrieron a tope, ¡No maldita sea!

Oí pisadas detrás de mí, cerré mis ojos resignada. Se acabó. Los abrí para ver a Ron mirando a un punto fijo justo a mis espaldas.

– ¡Ron! –un grito femenino viniendo de atrás me dejó desconcertada.

Qué demonios...

– ¡¿Quiénes son ustedes?! –Les gritó Ron con un notable tono de miedo y enojo mezclados.

I'm just another monster too. ~Carl Grimes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora