Confusión.

1.1K 116 18
                                    

Narra ____.

Moví con cuidado las hojas del arbusto. Miré a las dos mujeres que bajaban las escaleras de entrada. La que iba detrás y que utilizaba lentes y una pequeña coleta en el cabello, se detuvo para sujetar con un rápido movimiento el hombro de la otra mujer.

– Que tonta fui, luego te alcanzo –le dijo, pero al ver que la otra mujer fruncía su ceño. Le explicó–. Deje las llaves junto a las armas.

Sonreí. Después de todo, la seguridad que montaron no sirvió de nada. Había conseguido mi oportunidad para entrar.

– No te demores, recuerda que Helena odia que la comida se enfría –le mencionó la otra antes de alejarse por la calle principal.

La mujer de lentes se devolvió, abriendo la puerta se adentró al almacén, y con el mayor silencio la seguí por detrás.

Al entrar, me aseguré que nadie estuviera observándome desde la calle, aunque para esta hora todos estaban comiendo.

Me volví hacia el interior de la casa, girando mi cuello con prisa busqué algún lugar para esconderme. Abrí la primera puerta que se hallaba junto a mí. Entre y la cerré a tiempo, un segundo después la mujer paso por fuera mientras tarareaba una canción.

La escuche salir y cerrar la puerta. Eso había estado muy cerca.

Antes de salir, contemplé la diminuta habitación en la que me había escondido a ojos cerrados. Estaba repleta de objetos de limpieza. Afortunadamente no había chocado con alguna de aquellas escobas, sino, habría sido todo un desastre.

Caminé directo a las armas, las observé con detenimiento y metiendo una mano en el bolsillo de mi pantalón extraje un lápiz y una hoja. Me dispuse a anotar todos los nombres de las armas junto a la cantidad exacta de sus municiones.

Cuando lo tuve todo apuntado, le eché un vistazo a mis Kukris, que descansaban en una esquina. Si me enteraba que alguien las utilizaba, le cortaría las manos.

Di media vuelta en dirección a los alimentos, y solo escribí "ALIMENTOS EN ABUNDANCIA". No tenía tiempo para revisarlos uno por uno y luego anotar sus nombres, tenía que apurarme. Carol estaría en casa sirviendo la comida, y si no me veía, sospecharía.

Me escapé por la ventana trasera, cuando mis pies chocaron con las hojas secas, supe que lo había logrado, y que no me había costado tanto como me lo esperaba.

Guarde la nota en mi pantalón, para luego romper el lápiz en dos y tirarlo hacia el suelo.

Cada vez quedaba menos.

{...}

– ¡____ puedes abrir! –gritó Mikey muy cerca de mi oído.

– No tienes que gritar imbécil, estoy a tu lado –lo golpeé con unos de los cojines del sillón, este ignorándome siguió con su juego de cartas.

Me levanté, y caminé perezosamente hacia la entrada. Tiré de la manilla con fuerza, encontrándome con una grata sorpresa.

– ¡¿Quién es?! –volvió a gritar Mikey desde la sala de estar.

– ¡Es mi amigo el puño, y está a punto de saludarte sino te callas de una vez! –tomé aire fuertemente e intente cerrar la puerta.

Acto muy infantil de mi parte, puesto a que no tengo excusa de mi acción, solo mi mal genio de hace unos días.

– ¡No espera! –el castaño metió medio cuerpo y la puerta lo golpeó–. Maldición, eso dolió.

Se quejó mientras se sobaba su hombro lastimado. Me encogí de hombros, y volví a la sala de estar pero antes de que pudiera hacerlo Carl sostuvo mi brazo.

I'm just another monster too. ~Carl Grimes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora