Capítulo 11 (parte 3)

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James aparta la vista de un punto que observaba fijamente en su regazo y arruga su entrecejo mirándome confuso a los ojos.

—¿Dé que estas hablando?— susurra con precaución. Christian nos mira a ambos confuso sin entender la situación.

—Todo esto.— dijo señalándonos a los tres.— era demasiado bonito para ser verdad. Joder,¡qué estúpida soy!— me río tristemente cuando la realidad me impacta de lleno. —¿Cómo pude pensar que alguien como vosotros se fijaría en alguien como yo? — Me recreo mirando sus perfectos rostros que ahora están marcados por la furia.— Podríais haberme contado toda la verdad desde un principio y no engañarme para hacerme sentir como una cría.— exclamo rencorosa mirándoles con decepción.

—¡¡¡¡JODER!!!! — Un estruendoso chillido atraviesa mis oídos.

James agarra un vaso vacío que estaba a su lado y lo tira contra la pared. El vaso estalla en miles de pedazos en el suelo. Así es como me siento ahora mismo. Rota en mil pedazos por dentro.

James respira agitadamente. Sus ojos parecen estar inyectados en sangre. La rabia inunda cada milímetro de su cuerpo. Le miro temerosa a los ojos mientras me rodeo con los brazos a mi misma. Una lagrima se escapa de mis ojos y me la limpio rápidamente con la mano. Ahora mismo estoy realmente asustada.

Cuando vuelvo a levantar la mirada James observa paralizado. Su mirada está centrada en la zona en la que hace uno segundos se encontraba una solitaria lagrima mía.

—El principal objetivo de todo esto desde el principio era mantenerte a salvo, pero todo se puso patas a arriba. Tu mirada me cautivó desde el primer momento y ahí supe que ya no habría vuelta atrás. Te quería hacer mía, costara lo que costara. — Se queda callado unos segundos observando atentamente mi mirada y un ligero calor invade mi cuerpo. —Sé que Christian siempre te había deseado. La forma en la que hablaba de ti era una manera en la que te admiraba por algo más que ser la hermana de su amigo.— Se pasa una mano por su desordenado pelo y mis ojos se dirigen a Christian mirándole perpleja. En su expresión no hay rastro ninguno de negación. Asiente con la cabeza dandole la razón a James y yo me quedo boquiabierta.— Y yo...— James prosigue y se queda en silencio por unos instantes.— cada vez que le escuchaba hablar de ti, más te deseaba. Deseaba tenerte debajo mía, gimiendo. Debajo nuestra.— sentencia finalmente mordiéndose el labio inferior.

Me levanto rápidamente del suelo y me alejo un poco hacia la librería. Entre el calor de la chimenea y el calor que me acaban de proporcionar las palabras de James voy a derretirme por dentro. Mis piernas tiemblan un poco. Cojo un libro cualquiera de la estantería y me abanico. El calor de mis mejillas me está matando. Escucho unas ligeras risitas a mis espaldas y mis mejillas arden aún más. Noto sus mirada clavadas en mi y no puedo evitar mirarles por el rabillo del ojo.

—Ven, cariño.— pronuncia sensualmente Christian con esa voz que tan loca me vuelve, que me embelesa.

El libro se resbala lentamente de mis manos hasta que impacta contra el suelo. Me agacho rápidamente a recogerlo y lo devuelvo a su sitio. Definitivamente estos hombres me hacen ser mas patosa de lo que en realidad soy.

—¿Ahí?— digo haciéndome la tonta señalando el hueco del sofá que hay en medio de ellos.

Christian gira su rostro hacia donde señalo y me vuelve a mirar fijamente sin apartar la mirada de mi rostro.

—Si, ahí.— exclama entrelazado las manos en su regazo.

—Estoy bien aquí.— miento cruzándome de brazos.

—Alba, ¿prefieres sentarte aquí?— sigo el recorrido de la mano de James y esta se posa sobre su polla.— Prometo que seré bueno.— exclama guiñándome un ojo.

—No pienso sentarme sobre tu... — soy incapaz de terminar la frase. Me muero de la vergüenza.

—¿Te da vergüenza pronunciar esa palabra tan pecaminosa? — Noto como acaricia su polla a través de la tela del vaquero. Esta situación le excita. Y no es el único, sé que los tres estamos bastante excitados.

¿En qué momento cambio la situación?

—Me sentaré en el sofá.— sentencio.

Camino de nuevo y me siento en el sofá intentando no rozar a ninguno de ellos. El mas mínimo contacto ahora mismo podría provocar que explotase.

—¿Qué vamos a hacer ahora?— susurro mirando la danza de las incansables llamas moviéndose de un lado a otro.

Christian saca de su bolsillo un iPod y después de deslizar su dedo por la pantalla, una sensual melodía empieza a inundar nuestros oídos. Centro mi mirada en un punto de la chimenea intentando ignorar su presencia. Sus miradas están clavadas en mi cuerpo, y siento esas zonas por las que pasean sus miradas arder. Quiero que me incendien. Quiero que me cieguen de pasión. No quiero pensar en nada mas que en estar debajo de ellos.

—¿Tienes calor, cielo?— susurra James a escasos centímetros de mi oído.

—¿En qué momento la inocencia dejará paso a los placeres oscuros?— susurra esta vez Christian en mi otro oído.

Cierro los ojos y noto como mi respiración se acelera al sentir sus calientes alientos en ambos oídos. Un ronroneo se escapa entre mis labios. Entre la nebulosa de sentimientos que se agolpan en mi pecho dejo que mi verdadero yo salga a la luz. A ese yo al que no le importa que está bien o mal. A ese yo que el placer la envuelve.

—Los placeres oscuros me llaman desde hace tiempo. Me reclaman. Las perversiones me envuelven.— susurro sensualmente mientras mi dedo índice se pasea por mis carnosos labios.

—Esas palabras me han puesto la polla muy dura.— pronuncia James mordiéndome el lóbulo de la oreja.

Agarra mi cara con ambas manos haciendo que le mire directamente a sus ojos, dejando muy poca distancia entre nuestros labios. — Las niñas buenas esconden un lado perverso. Déjanos mostrarte lo bueno que puede ser que te follen dos hombres.— susurra en bajo con voz ronca.

Cierra los ojos un momento maldiciendo. Un pequeño "joder" se escapa entre sus labios. Entrecierro los ojos intentando comprender que le ocurre. Vuelve a abrir los ojos y me regala una sonrisa tranquilizante, pero sé que algo no va bien. De pronto en mi mente me veo a mi misma en la bañera rodeada de sangre.

—Estás herido.— suelto a bote pronto asustada. Mis ojos recorren su cuerpo buscando el lugar donde puede estar la herida, pero no hay rastro de ella.

—No es nada. Sólo es un pequeño corte en la espalda.—anuncia Christian y cuando me giro a mirarle éste está como si eso no fuera nada importante. Deben de estar acostumbrados a este tipo de situaciones, supongo.

—Tiene razón. No es nada.— corrobora James a favor de las palabras de su amigo.

—Quiero verlo.— exclamo ligeramente asustada. No sé si estoy preparada para ver esa horrible marca.

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Mi PerdiciónWhere stories live. Discover now