No need to complain {One-Shot}

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Empujar, lamer, morder y retroceder el pequeño cuerpo que tenía bajo suya se había vuelto cómo el respirar para el Capitán América. Manejar a Iron Man en la cama no era una tarea difícil, menos cuando éste se dejaba hacer de todo de forma plácida y tranquila. Aunque claro; de vez en cuando se les iban las manos a esos jueguecitos de rol que tanto se habían puesto de moda en el dormitorio en el último siglo. Se podría decir que nunca se instauraba una rutina entre ambos, siempre había algo deliciosamente excitante en los encuentros que tenían a las espaldas de todos los Vengadores, aunque su obvia atracción no pasaba desapercibida para ninguno de ellos. Aunque, el Magnate por ejemplo; no se molestaba para nada en negarlo ni en esconderlo con sus miradas feroces y cargadas de energía sexual hacía el Soldado sin tiempo.

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Desnudos cómo dos bebés embadurnados en sudor se encontraban Steve y Tony en la cama del Magnate una noche cualquiera en la Torre Stark. No hacía falta un especial acontecimiento para que la pareja de Super Héroes tuviera un encuentro sexual de este tipo.

-No te muevas...solo te dolerá, y Tony no quiero que te duela-Emitió el rubio con un hilo de voz algo ronco. Incluso parecía inusual el mandato en ese tono viniendo de Steve. Rozar con sus manos algo ásperas y encalladas; por culpa de los guantes de cuero que llevaba casi siempre que salía de misión; la sudorosa piel del moreno era cómo descubrirlo de nuevo cada vez que lo hacían. Los encontronazos eran siempre reveladores para el Capitán, su pequeña y traviesa faceta de aprendizaje relucía con Tony y para qué mentir, siempre quería sorprender al Playboy de la relación con lo aprendido. Tony por el contrario se mantenía en ese momento obediente, quieto y con las manos apoyadas con fuerza contra el colchón sobre el que se encontraban. Sus piernas temblaban, pero no por aguantar temer a lo que su compañero haría, sino porque la postura en realidad se le antojaba algo incómoda-...¿Vas a seguir mirándome la espalda, Cap? o vas a-...- Tony gimió, inesperado puesto que de pronto sintió la cara de Steve en la zona de su nuca, apretando los dientes contra su piel y tirando de esta para marcarle. Últimamente el rubio se había aficionado a hacerle todo tipo de mordeduras y marcas de amor para así sentirle suyo. Más. La respiración caliente del contrario le estaba volviendo loco, literalmente no pudo más que apretar con fuerza las sábanas entre sus dedos; acentuando las venas de sus manos por el esfuerzo mientras por inercia alzaba su trasero en busca de la pélvis del mayor, queriendo sentirle aunque fuera de forma externa. Tony gimió algo más bien inentendible mientras Steve se dedicaba a repartir una serie de mordidas y beso por toda la extensión de su hombro hasta que el moreno notó el deslizamiento de una de las manos del Capitán por su costado derecho, trazando un deleitoso camino de fuego hasta alcanzar su cadera.

-Steve...-Suplicó con obviedad en un jadeo el de la barba perfilada; abriendo los ojos los cuales había cerrado con anterioridad ante los mordiscos de su acompañante. Tony no pudo fijar la vista en un punto claro de la habitación, solo sabía que si cerraba los ojos podía imaginar a la perfección el de Steve, sudado; marcando cada arruga en su frente tan perfecta que odiaba. /Aunque fuese de mentira/-Al final vas a ser solo un hombre pidiendo clemencia sin tu armadura, Iron Man.-Una risa mordaz abandonó los labios del Capitán. A veces Tony no le reconocía en aquellas situaciones. El rubio se encargó de mantener la traviesa cadera de Stark bajo su control, hincándole casi las uñas en el borde de la misma hasta pasar a uno de sus cachetes.

Iron Man disfrutando ser tocado y manejado de forma tan sucia por el opuesto era todo un espectáculo.-En estos momentos no te gustaría que-...fuese otra cosa-Le respondió Tony pocos instantes después, sintiendo que su perspicacia estaba fallando. Todos los sentidos del Magnate estaban centrados en los movimientos ajenos tal y cómo lo empezó estar su intimidad. Ésta creció, y creció más con cada movimiento que percibía del contrario e incluso llegó a notar un pequeño cosquilleo que subió por toda su extensión. Tony inclinó la cabeza, dejándola colgando a pocos centímetros cerca del colchón cuando de pronto; una insistente intromisión se hizo presente en su entrada.

No es un buen día para tu 'ego', StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora