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Dos días después, cuando seguía intentando asimilar el triste destino de mi hermana, llamaron a la puerta. No tenia demasiadas ganas de hablar con nadie de esto, excepto con Joe. Él siempre se había mostrado muy comprensivo, cosa que le agradecería de por vida. Me levanté del sofá en el que llevaba sentada todo el día y fui a abrir la puerta. Tras ella se encontraba Niall. Un instinto asesino se apoderó de mí, pero acto seguido despareció para darle una oportunidad. Me fastidiaba mucho lo piadosa que era con la gente que me hacia daño. Amanda decía que era demasiado buena, pero quizás por eso la gente me queria mas. Ella era más directa, y... Seguir pensando en Amanda en pasado me dolía. Habiamos dejado sin hacer muchos planes que habiamos decidido de pequeñas. Dejé pasar a Niall y me senté de nuevo en el sofá. Empecé a mirarle desafiante. Tras diez minutos contemplándonos el uno al otro, tomó aire y comenzó a hablar.
-Ava, soy un imbécil. Escúchame. Sé que no hice nada al respecto, ni para bien ni para mal. Debía haber estado allí, debía haberla protegido, debía...
Le corté con un gesto. Me dirigí hacia la cocina y preparé dos tazas de café. Cuando volví, Niall seguía con la misma pose en la que lo había dejado. Comencé a hablar yo.
-Mira Niall, sé que no es tu culpa. Pero es mucho más facil autoconvencerme de que la culpa la tienes tú a intentar buscar otras soluciones. No sé tú como lo ves-.
-Entiendo-comenzó a decir Niall- entiendo que quieras pensar que fue mi culpa, es más, yo también lo prefiero. Realmente la traté mal al enterarme. No debí juzgarla. Amanda era bella siendo ella misma. Quizás eso era lo que más me dolía, no dependía de mí para ser feliz.
Una lágrima apareció por mi rostro descendiendo lentamente hasta mi barbilla. Niall se levantó y me abrazó. Ambos comenzamos a llorar como dos niños desconsolados cuando les quitan un caramelo. El problema es que Amanda no era un simple caramelo. Finalmente, nos separamos y volvimos a nuestros sitios.
-Yo la quería-dijo Niall-, y me fastidia que no haya podido ser feliz con la persona a la que amaba. Yo por lo menos tuve esa suerte.
-¿Qué dijo ella al enterarse?-Niall sabía que me refería a la compañera de trabajo de la que se había enamorado mi hermana.
-No sé mucho, la verdad. Amanda me dijo que era la única persona que le hacía sentir. Supongo que eso fue lo que realmente me dolió.
Compadecí a Niall durante unos instantes. Realmente, el tampoco tenía la culpa de que nos hubiese dejado. Amanda era libre, tan libre que decidió cortarse las alas radicalmente.
Mientras pensaba esto, vi como Niall se incorporaba del sofá y llevaba las tazas en las que nos habíamos servido el café a la cocina. Acto seguido, cogió su abrigo y se dirigió a la puerta. Me pareció correcto acompañarle hasta su casa, aunque decidí no entrar. No quería recordar las cosas de mi hermana, su olor. Me puse mi gabardina y comenzamos a andar. Hicimos todo el camino en silencio. Realmente, no hablamos hasta que estuvimos situados enfrente de la puerta de la casa. Ahí vi oportuno preguntarle:
-¿Te dejó una carta?
Niall miró al suelo.
-No. No tuve ni una despedida. Supongo que no me la merecía.
-No digas eso. Amanda te apreciaba-dije convencida.
-Eso espero. Seguiremos hablando.
Dicho esto, me dio un suave beso en la mejilla y entró a su casa. Miré en direción a mi hogar. Joe y los niños ya habían llegado. Decidí permitirme una noche de descanso, así que comencé a andar sin rumbo fijo.

Si no te tengoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora