Capítulo 18

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Capítulo narrado por Reagan, chicas. Esto se pone tuuuuurbio XD

Ella no había aparecido para la cena. Estaba casi seguro de que me evitaba, y mucho más después de lo que pasó en el camarote de mi hijo. Quizás ella tenía razón en lo que decía sobre el propio respeto a la tripulación y a nuestras escalas en el barco. Ella era mi protegida, y además casi una niña, y yo era su capitán. Alguien que debería dar ejemplo a mi hijo y a mis subordinados.

Pero no podía evitar querer estar cerca de ella. Desde el primer momento en que la vi, mi propia anatomía me traicionó. Me había atendido en la taberna de forma monótona a una rutina, y la comprendía. No debía ser fácil ser mujer trabajando casi en esclavitud para una mujer de dudable reputación y rodeada de hombres que quisieran sobrepasarse con ella.

Cuando me sirvió una jarra de licor, ni siquiera levantó la vista, estaba algo decaída, y se notaban unas marcas de dedos rojizas alrededor de su brazo. Me hizo arder de furia el simple hecho de saber que alguien podría haberla tocado de cualquier manera, pero su mirada transmitía fuerza a pesar de que ella no pudiera hacer uso de ella.

Antes de irme, vi cómo un borracho la toqueteaba desde la barra, por lo que no pude hacer otra cosa que ir a salvarla. Independientemente de que fuera ella, no soporto ningún tipo de violencia hacia las mujeres, y mucho menos obligarlas a algo que ellas no quieren, aunque respeto que la mayoría se vea obligada a ejercer la prostitución por la mera desesperación o esclavitud.

Ella me agradeció con la mirada cuando el borracho se fue haciendo eses por el local, aunque hubiera tardado unos largos segundos en levantar la cabeza para ello. Después salí de la taberna, sabiendo que era poco probable que volviera, pues zarparía al día siguiente. Pero ella no se rindió. Me persiguió por la calle, a pesar de la cortina de agua que caía sobre nosotros y que podía recibir un duro castigo por haberse escapado.

Ella quería que la sacara de allí. Prácticamente me lo suplicaba, pero por mi propia entrega al código pirata, debía negarme. Ni siquiera sabía quién era yo, lo que la hacía muchísimo más adorable de lo que ya era y eso, aunque suene sucio y pervertido, me encendió como el aceite y el fuego. Ella parecía tan pura, tan inocente... y verla desmoronarse delante de mi, aunque se contuviera, me partió el alma, pero debía seguir el código que mis camaradas y yo aceptamos desde que existía la piratería.

Nunca esperé volver a encontrarla en el naufragio de aquel buque de esclavos y no pude desfogar mi ira cuando me imaginé por qué ella estaría allí o las intenciones que tendría el capitán de aquel barco con ella, aunque podía imaginármelo.

No era difícil saber lo que podrían hacer con ella, una chica muy desarrollada en un barco cargado de hombres que no habían tocado a una mujer en meses. Y me hacía hervir la sangre. Por el contrario, cuando ella quiso abofetearme y se portó de forma tan obstinada conmigo, no dudé en que sería buena tenerla para mi, aunque fuera de forma amistosa.

Ella parecía no estar interesada en mi, cuando me veía casi le faltaba rodar los ojos o marcharse a otra parte para que se notara su aversión hacia mi, y yo como el tonto que era no podía apartar mi vista y contacto de ella, aunque fuera para que me lanzara insultos, pero que fuera indiferente conmigo, independientemente de que fuera educada al hacerlo y se comportara de forma profesional.

Fresca, natural, fuerte y obstinada son palabras que la describirían a la perfección. Supe por Jack algunas cosas de ella, y esperaba que en algún momento ella me tuviera la suficiente confianza como para que me lo contara. Fue en el mismo momento en que Derek la aceptó que supe que sería muy difícil que ella saliera de mi vida tan fácilmente como cualquiera lo esperaría.

Después de aquello mi atracción y curiosidad hacia Caris Ford me volvió al punto de la locura, un momento en que quería saber cómo sabían sus labios, su cuerpo, su propia esencia (aunque no en el sentido sexual). Ella me gustaba, y no sabía lidiar con ello. Me gustaba el aroma que ella desprendía, su cabello, sus pecas regadas ligeramente por su cara, sus ojos de tonos verdes, azules y grises, su personalidad, sus creencias, su propio carácter casi indomable...

Ella entera me tenía hipnotizado, y fue cuando la besé que mi corazón se detuvo y tuve que aprender cómo respirar. No podría explicar nunca lo que sentí en ese momento en que ambos sucumbimos a nuestros deseos, la forma en que nos entregamos y cómo ella se entregó a mi y me exploraba lentamente, sabiendo el efecto que causaba su tacto sobre mi. Es increíble que yo mismo esté pensando esto...

No me arrepiento de haberla besado y recorrido todas sus curvas como si de un ser mitológico hubiera decidido visitarme. Para mi, Caris era una diosa, simplemente porque su misma presencia me causaba sensaciones que nunca creí poder experimentar, iluminaba todo a su alrededor, sonreía cada vez que Jack o Derek hablaban con ella de forma genuina, era era... no puedo explicar con palabras todo lo que sentía cuando ella estaba delante o cuando hablaba conmigo o por el hecho de que sus labios fueran un elixir afrodisíaco.

Ella era perfecta, en todos los sentidos y quería tenerla para mi.

Derek me miró con el ceño fruncido desde su asiento. Sabía que Caris había aceptado nuestra petición de cenar con nosotros esa noche, y ninguno de los dos comprendía el hecho de que no estuviera sentada justo a mi lado.

—¿Estás bien, papá? – preguntó mientras dejaba los cubiertos sobre el plato.

—Sí, ¿por qué lo preguntas? – cuestioné, volviendo a centrar mi atención a mi plato sin empezar.

—Porque estás rojo y te has arreglado un poco – contestó encogiéndose de hombros. Sonreí. Mi hijo era un amor de niño y sería el mejor en todo lo que quisiera algún día.

—Me preocupa que Caris no esté aquí. Ella misma dijo que cenaría con nosotros – expliqué como si del tiempo se hablara.

—Jack me dijo que estaba algo malita y que descansaría. Dijo que te dijera que lo sentía por no acompañarnos – asentí, no muy conforme con la respuesta y sabía ahora casi con total certeza que ella me estaba evitando.

—¿Qué opinas de ella, Derek? – pregunté, intentando sonar discreto.

—Me gustaría que ella fuera mi mamá... – suspiró mi hijo con la mirada gacha y triste.

Y en ese momento, supe que estaba estúpidamente jodido.

No sabía lo que sentía por Caris, aunque lo sospechaba, y ahora que tenía la total aprobación de mi niño, podía lanzarme a ella. No me importaba lo que dijera la tripulación porque ellos me respetaban, pero era importante para Caris (aunque ella no los conocía como yo), ni lo que dijeran los demás. Mi hijo y todos los de este barco la adoraban a ella y a su comida, y me daba igual la diferencia de edad.

La quería a ella y a nadie más, y juro por mi difunto padre que ella será mía.

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