CAPÍTULO XVII: CIUDAD IMPERIAL

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El joven con su nuevo atuendo salió de la ciudad rumbo al norte, Mía y Aria de igual manera viajan hacia ahí con Nei y Revel Akasha, miembros de la Guardia de los Akasha, pero estas lo hacen en un carruaje.

El camino era muy largo hasta el norte, el joven iba caminando para ejercitar un poco luego de viajar volando tanto tiempo.
Su rostro cubierto y la túnica que ocultaba su espada, caminado por el sendero que lo llevaría al siguiente pueblo y de ahí al siguiente.

Las dos jóvenes bellas viajaban en uno de los mejores carruajes de su familia y con los dos caballos más rápidos y fuertes que ellos poseían.

Ya habían pasado varias horas, Reiji continuaba su camino sin descanso, ya hace poco había entrado en un bosque oscuro, donde se sentía la soledad. Cuando las personas pasaban por aquí lo hacían de prisa por miedo de ser atacados por monstruos o bandidos que merodean este bosque por donde muchos mercaderes pasan.

El chico se detuvo un momento y decidió descansar para comer algo.

—Lyon, si quieres ve a cazar —dijo el joven.

El león apareció frente a él y se adentró en lo profundo de este bosque.

— ¡A-ayuda! —se escuchó.

El chico estaba comiendo un bollo de pan pero corrió a ver lo que ocurría.
Era una chica, estaba rodeada por cinco hombres armados con cuchillos.

Su cabello era color café y lo llevaba corto hasta los hombros y estaba tirada en el suelo, alrededor de ella los cinco hombres, bandidos.

—Oigan, no deberían dañar a una joven inocente —dijo Reiji mientras daba un mordisco al pan.


— ¡Largo, niño! —dijo uno de ellos.


— ¡O también te haremos daño!—gritó otro.

El chico apareció frente a uno de ellos y lo tomó del cuello, con gran fuerza lo mandó contra otro de sus compañeros, su líder lanzó un puño al chico pero este lo detuvo y comenzó a doblar la muñeca del bandido, luego alzó su rodilla dando en el brazo de su oponente fracturándolo.

Reiji seguía comiendo pan mientras hacía esto.

—Creo que deben irse—dijo el chico.

Los bandidos al ver a su líder derrotado salieron corriendo, se escuchó un ruido y de la maleza salió una silueta, la chica se asustó mucho pero sólo era Lyon.

—Lyon nos vamos —dijo el chico — ¿Estás bien? —preguntó a la chica.


—Eh, sí, gracias—respondió ella— soy Nana ¿y tú?


—Reiji —respondió él— y este es Lyon.


—Gracias de nuevo, Reiji.


— ¿Por qué andas aquí sola?


—Andaba comprando algunas cosas en Ciudad Parsce.


— ¿Vives cerca?


—Sí, mi padre tiene una granja aquí cerca, si quieres puedes venir, p-por si vuelven los bandidos.


—Bueno —dijo el chico mientras se descubría el rostro.


—E-eres guapo —susurró la chica.


— ¿Qué dijiste? —preguntó el chico.


—N-nada.

Ambos volvieron al sendero para continuar su camino.
Luego de algunos minutos salieron del bosque y llegaron a la granja, Lyon había entrado en el sello ya que la chica le tenía un poco de miedo.

Lighgon y las Armas del Dragón [Editando]Onde histórias criam vida. Descubra agora