Dr. Boxers

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Natsu gruñó poniendo mala cara. La paciencia no era su mejor amiga, pero la que sí era su mejor amiga lo estaba dejando sin el granito de paciencia que tenía atribuido.

—¡Gah! —gritó poniéndose de pie, pero al instante un puño envuelto en metal se estrelló contra su cabeza, dejándolo en menos de un cincuenta porciento disponible.

—Cállate ya, Natsu —gruñó Erza.

Gray miró con cara de ¿en serio? a su amiga pelirroja. Seguramente cuando se levantara otra vez volvería a gritar como poseído. Erza no sacaba nada con decirle que se callara una vez lo había dejado inconsciente.

—Gray, ve a buscar a Lucy.

Y es que sí. El día de ayer el equipo había acordado que irían a una misión. Como en los viejos tiempos, cuando todo era normal y Laxus no tenía que hacerse cargo del gremio. Sin embargo, Lucy no llegaba. Aunque Wendy tampoco, pero tratándose de la pequeña seguro había olvidado algo.

O bien, tropezado.

... Unas cuantas veces.

Gray soltó un suspiro. Le daba igual ir al departamento de Lucy, la verdad. Pero sabía lo que pasaría una vez sacara un pie del gremio. Ajá, Juvia lo seguiría. Y la verdad es que él no quería eso. Porque odiaba hacerle daño a la chica, y aún tenía que darle una respuesta, como había prometido.

¿Todavía Juvia pensaría en Lucy como su rival de amor?

Bueno, tal vez siempre tuvo razones para pensar así de ella. Pero tampoco le agradaba que la mirara de esa manera por su culpa. Podían ser amigas. ¡Claro que podían ser amigas, joder! Empero, ahí estaba la obsesión de Juvia por él. Aunque tampoco la culpaba, la verdad.

—Cuando dije ve a buscar a Lucy, hablaba de ahora, Gray.

El chico se tensó y al instante se puso de pie.

—Y-ya regreso.

Y lo último que escuchó antes de salir, fue a Erza diciéndole a Happy que fuera a por Wendy y Charle. Luego de unos minutos caminando se pasó las manos por el cuello y las dejó ahí. Comenzó a silbar levemente y luego a tararear una canción.

Una vez fuera del departamento alzó una ceja al notar que las cortinas de Lucy aún estaban cerradas. Era ya mediodía, ¿qué rayos? Lucy las tenía abiertas a las diez a más tardar. Él lo sabía porque podía pasar por fuera de la casa si lo quería.

Soltó un suspiro, pero frunció el ceño al notar que estaba cerrada. ¿Y eso por qué? Bueno, claro que por seguridad pero...

Mierda, iba a tener que entrar por la ventana.

Se dirigió al marco de la ventana y puso un pie en el. Luego puso otro en una pequeña salida, más arriba. Se impulsó con los brazos y quitó uno para tomarse del marco de la otra ventana, la de Lucy. Suspiró y miró por unos segundos a cada lado.

Por un momento se sintió como un fenómeno, puesto que justo pasaba una chica de no más de veinte. Gray se puso un poco rojo por la vergüenza. Joder, lo que hacía por Erza y Lucy. Lo que lo llevaba a preguntarse... ¿cómo cojones lidiaba Natsu con eso?

Ah, pero la respuesta llegó en un santiamén.

Natsu era una jodida bestia. Algunas veces un insensible, su estupidez era como su ropa, nunca se deshacía de ella. Mierda, ¿lavaba siquiera eso? ¿O tenía muchas prendas iguales —como él—?

Decidió que ese no era precisamente el momento para ponerse a pensar ese tipo de cosas. Dejó ir un gruñido y subió la otra mano, poniéndola al lado de la otra.

Una vida juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora