Capítulo 21

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POV LOUIS

Trish se quedó perpleja, asombrada e incluso un poco asustada con la idea. Sus pupilas me observaban nerviosas, impacientes, deseosas de algo que desconocía.

El momento se tornó eterno cuando nada salió de su boca, ni siquiera un suspiro que exclamara en un soplo de viento lo irresponsable que estaba siendo. Nada. Silencio.

-No puedo hacer eso, Louis -susurró al cabo de un rato, sin dejar de prestarme atención.

Sabía que esto no iba a ser tarea fácil y ya me había preparado mentalmente para el rechazo. Estaba más fuerte que nunca. Sería fuerte por los dos. No me iba a rendir.

-Sé que no me lo merezco pero... -hablé pero ella me interrumpió.

-No es que no te lo merezcas, es que no puedo hacerle eso a Ariel. Entiéndelo. Entiéndeme.

Créeme que eso es lo que siempre he deseado, entenderte.

-No puedes presentarte aquí de repente y decir que quieres ir conmigo a Edimburgo porque... Dios, ¡no! Es... Es una locura.

Todo lo que hacía por ella eran imprudencias y barbaridades porque volvía locos a mis sentimientos y no podía excusarme por ello porque el amor era algo irremediable e imparable una vez que hacía mella dentro de un corazón.

Su amor no había parado de fluir por mis venas durante todo este tiempo aunque ni ella ni yo fuéramos conscientes. Estaba impregnado en la tinta del tatuaje que compartíamos y circulaba por todo el cuerpo.

-Desde que te volví a ver por primera vez, hace un par de semanas, noté lo mucho que habías cambiado -susurré al recordar lo rápido que hubiera hecho cambiar de opinión a la antigua Trish, la que lo perdía todo por mí-. Hay cosas nuevas en ti que desconocía... o cosas que faltan. Sin embargo, ahora veo que hay algo en lo que no has cambiado, siempre piensas en los demás antes que en ti.

-Louis...

-¿Tú qué quieres? -le interrumpí.

La pregunta se quedó en el aire y pude escuchar miles de respuestas mudas flotando en el ambiente.

-Es una pregunta sencilla. La respuesta es sencilla.

-No lo es -susurró, bajando la mirada, perdiéndose en su mundo.

-Sí. Lo es -afirmé.

Estaba tan vulnerable que me sentía mal por hacerla pasar por este mal trago, pero luego recordaba que ésto era lo que debía hacer porque éramos ella y yo los que estábamos destinados a estar juntos, nadie más.

-No me hagas esto -suplicó y me acerqué a ella.

-Yo no te estoy haciendo nada, Trish. Si sientes que te estoy haciendo algo es porque tienes dudas y, si tienes dudas es que, tal vez, quieres venir conmigo.

Alcé la mano y la dejé en el aire para que ella la tomara... pero no la cogió. Se cruzó de brazos y me miró con unos ojos cargados de dolor.

-¿Y después qué? ¿Qué vamos a hacer cuando volvamos? ¿Cómo pretendes que esté aquí con él si estás tú todo el rato rondando a nuestro alrededor?

Parecía frágil cómo el más fino de los cristales y, a pesar de sus duras palabras, su voz había sido suave como el terciopelo.

-Esa es una decisión tuya -agaché la cabeza, sintiendo todo el peso de esta relación inexistente sobre mis hombros, hundiéndome cada vez más.

Ella nadaba en un mar profundo y, para salvarse de la tormenta, siempre parecía regresar al faro, a su casa, a Ariel, en vez de seguir mar adentro y subirse a mi humilde y descorchado barco. Puede que no fuera tierra firme pero yo a ella la mantendría más estable que cualquier isla. Podríamos combatir el oleaje juntos.

Fast: IgnitionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora