Capítulo 4

15.4K 1.3K 432
                                    

POV LOUIS

Era increíble estar sentado delante de una persona a la que conocía de hacía tanto tiempo y sentir que estaba delante de alguien completamente desconocido. Ambos nos mirábamos en silencio y creo que, en el fondo, los dos sabíamos que acabaríamos en esta situación. Él solo y yo encerrado.

-No sé si podré venir la semana que viene -comentó Harry con sequedad.

-¿Por qué? -espeté. Era la única persona que me traía noticias del exterior. No podía hacerme eso.

-¿Para qué? ¿Para venir y que me digan que estás en la celda de aislamiento? -soltó una especie de carcajada sarcástica-. La gasolina no está barata.

-Yo no tengo la culpa. No entro ahí por voluntad propia.

-Pues parece que sí.

Ignoré la forma en la que me estaba mirando y cómo sus puños estaban contraídos sobre la mesa.

-¿Por qué te comportas así? -quiso saber.

-¿Es que no tienes nada más que decirme?

-¿No quieres salir de aquí o qué? Deberías ordenar las prioridades en tu maldita cabeza.

-Portarme bien no me va a reducir la condena. ¡Todo eso son gilipolleces! Lo único que me sacaría de esta cárcel antes de tiempo sería la fianza de setenta mil libras que no podemos pagar.

Harry me miró con una expresión muy seria y tensa. Ahora sí, tenía los puños apretados sobre la mesa y los labios fruncidos. Se estaba mordiendo la lengua para evitar decir algo.

-¿Qué pasa? -pregunté al ver que pasaba un rato y seguía en silencio.

-Gemma se ha ido a Londres.

-¿Para qué? -espeté. ¿Qué coño hacía Gemma en Londres? ¿Había dejado a Harry solo?

-La empresa para la que trabaja tiene varias oficinas por el país. Acaban de abrir una nueva en Londres y le ofrecieron irse. Lo estuvo sopesando y descubrió que allí tendría que trabajar el doble... pero el salario aumentaba considerablemente.

No entendía este repentino cambio en el rumbo de la conversación.

-¿Por qué coño se ha ido si va a tener que trabajar más? Es absurdo.

-¿En serio eres tan corto como para no entenderlo? -exclamó indignado. Sus mejillas se tornaron rosáceas ante el enfado, al igual que sus orejas-. ¡Lo ha hecho por ti! ¡Para sacarte de este sitio!

Me quedé rallado. Mi cabeza no lo entendía.

-Sabía que erais demasiado buenos conmigo pero nunca creí que... que... fuerais tan sumamente retrasados. ¿Es que no lo entendéis? -di un golpe sobre la mesa-. ¡Me merezco estar aquí! ¡Encerrado entre cuatro paredes!

El chico de rizos alzó las cejas, incapaz de creerse lo que acababa de decir.

-¿Sabes qué? -su mirada se volvió fría-. Sí. Te lo mereces. Por ser un cabronazo y mirar sólo por ti. Eres despreciable, inhumano, cruel, una auténtica toxina... pero eres mi mejor amigo... Dios... Te tendrías que estar pudriendo aquí solo, ni siquiera tendría que venir a verte porque desde que comencé a poner un pie en esta prisión me has tratado como una mierda. Te has ido alejando, cada vez más, y ahora estás más inalcanzable que nunca. Pero... joder, no puedo verte aquí. Estaba acostumbrado a tu presencia en mi vida y no puedo seguir si tú no estás -se pasó las manos por el pelo, frustrado y desesperado.

Fast: IgnitionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora