Prólogo

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-Ustedes dos son unos monstruos.

La voz de madre sonaba en mi cabeza. La imagen de ella muerta en la bañera con el hacha clavada en su cráneo nunca me atormentó. De hecho, recuerdo ese día con claridad y revivo el placer que sentí al acabar con su vida.

Nunca más osaría en poner sus huesudas manos sobre mi hermano.

Nunca más nos encerraría en el ático.

Nunca más oiría su horrible voz pronunciando mi nombre.

Habían transcurrido casi 15 años desde aquel día. El día que Thomas y yo dejamos de ocultar nuestro amor. Madre nos había descubierto.

Ella decía que eso estaba mal. Que eso no podía ser, pero yo amaba a mi hermano. Era el niño más hermoso que mis ojos jamás vieron. Sus ojos azules, sus labios rosados, su cabello ensortijado y negro como la noche. El vivo retrato de padre. No permitiría que nadie, ninguna mujer, ni siquiera mi madre contemplara su belleza sin igual. Él era solo mío.

El día en que ella anunció que enviaría a Thomas muy lejos, según ella, para apartarlo de mis oscuras intenciones, ese día, ella firmó su condena a muerte. No dejaría que lo apartaran de mí.

Nunca.

Los años pasaron rápidamente y el patrimonio Sharpe se agotaba. Teníamos que actuar con rapidez.

La belleza de Thomas jugó a nuestro favor. Todas las damas caían rendidas a sus pies. Así que nos valimos de eso para hacer cosas terribles, de las cuales no me arrepiento.

Solo lo hace por conveniencia.

Tenía que auto convencerme día tras día de que lo que hacia mi hermano era solo temporal. Que no las amaba. Que nunca había amado a nadie. Solo a mí.

Hasta que llegó Edith...

Estaba condenada al infierno, por sentir lo que sentía por Thomas. Sin embargo, no me importaba. Ardería felizmente, siempre y cuando él estuviera a mi lado también...

...Ardiendo.




® Vicios Oscuros (Completa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora