Capítulo 4: Unión (Parte 1)

13K 1.3K 674
                                    

(AVISO IMPORTANTE: Este capítulo se dividirá en dos partes, y ambas pueden contener material no apto para algunas personas. Si sigues leyendo, es bajo tu propia responsabilidad. Si esto es lo que buscas... Bienvenido/a >:3)

Desperté en brazos de Sebastian, quien me llevaba a mi habitación. Había caído dormido en mi mesa de trabajo, y ya era tarde incluso para cenar. Abrí los ojos lentamente.
-Sebasti-ahnn... -murmuré.
Él me cortó con un siseo, y me dio un beso en la frente. Me encontraba demasiado cansado para reprocharle, así que no me alteré en absoluto.

Después de desvestirme, me arropó en mi cama y me deseó buenas noches. Respondí con un bostezo y cerré los ojos. Aún notaba su cálido beso, el cual se extendió con un escalofrío por todo mi cuerpo. De repente, recordé la carta que recibí esta tarde, firmada por mí mismo, y me estremecí aún más, sentándome sobresaltado sobre mi almohada.

Alguien vendría a por mí esa noche... ¿pero para qué, exactamente? Agobiado, esperé pacientemente la llegada de algo terrorífico, algo que quisiera devorarme con unos colmillos monumentales, o torturarme con unas garras tan afiladas como agujas.

Al instante, escuché un maullido grave y chirrioso. Ahogé un grito, y me eché hacia atrás, encontrándome con la pared. "Por Dios, que no sea ese gato infernal de nuevo...", pedí. "Déjame en paz, ¡te lo suplico...!".
Lo que más temía, ocurrió; ese pelaje negro se deslizó sobre los pies de mi cama, acercándose cada vez más a mí. Sus ojos de color rubí brillaban con un resplandor demoníaco, sus garras eran largas como tijeras y sus colmillos eran blancos como la leche. Ese no era un gato cualquiera. Era el mismo que me perseguía desde hacía semanas en sueños, y el que siempre se abalanzaba sobre mí y me recordaba toda mi desgraciada vida. No lo soportaba más.

En ese momento quería morir. A ser posible, de la forma más dolorosa; así no recordaría nunca más esa mirada que me producía tanto pánico. Me quedé sin respiración, observando cómo se relamía. Abrí la boca para emitir el mayor chillido que me permitieran mis cuerdas vocales, pero de repente noté como una mano enguantada me tapaba la boca con fuerza. No podía creer lo que estaba viendo.

El rostro de Sebastian se alzaba ante mí, pero su mirada era ahora un mar carmesí. El muy bastardo sonreía con malicia, evitando que me moviera. Me besó apasionadamente, mientras yo me resistía y forcejeaba. Cuando logré apartarle de mí, me enrojecí de furia.
-¡¿Qué demonios estás haciendo?! ¡Así que eras tú todo este tiempo...! -las lágrimas se acumularon en mis ojos-. ¡¿Te gusta torturarme, eh, imbécil?! ¡Te odio, Sebastian! ¡TE OD--!
-Chhhssstt... -susurró, cubriendo mi boca de nuevo. Empecé a sollozar, furioso por lo mal que me lo había hecho pasar-. Tranquilo... debes saber que por mucho que me parezca, no soy Sebastian... -rió. Mi mente explotó. "¿No es Sebastian...?"

-¿Qué demonios quieres decir con eso...? -mis lágrimas me estaban ahogando-. ¿Qué quieres de mí? ¡¿Herirme aún más, maldito demonio?!
-Deja de lloriquear. Eres más fuerte que eso. -me agarró de las mejillas-. Yo soy simplemente la manifestación de tu deseo por Sebastian... -me besó tiernamente donde se deslizó mi amarga lágrima.
-¿Deseo? Yo no le deseo. Es detestable, como tú, seas lo que seas -solté, saboreando aún mi dolor.
-No te mientas a ti mismo -murmuró con una voz grave y horriblemente seductora-. Sabes que le amas con locura... Pero no lo aceptas. Por eso te torturaré hasta que le demuestres lo mucho que le deseas -besó mi cuello, riendo en voz baja.

No sabía como reaccionar. Sabía que estaba diciéndome la verdad, pero yo no quería que lo fuera. Me sentía despreciable; amar con todo mi corazón a un diablo... desearlo, quererlo... No lo soportaba. ¡Yo no puedo amar! ¡Ni nunca lo haré, y menos a un estúpido demonio!
-Vamos... en vez de morir sumergido en tus penas, hazlo en su placentera compañía -me susurró al oído, mientras notaba como su mano me recorría mi pierna, dirigiéndose a mi... cómo decirlo... mi lugar más privado.

Gemí, sin resistirme a sus tóxicos besos. "Sebastian" empezó a tocarme, aprovechando que estaba totalmente indefenso. Jadée, agarrándome a las sábanas. Mis lágrimas me recorrieron el cuello, y él me las besaba una a una. Cuando estaba llegando a mi momento, pegué un leve chillido.
-Sebas... tian... -me derretí. Quizá fue porque gemí demasiado alto, o pronuncié su nombre en el momento justo, pero después de esto se abrió de golpe la puerta de mi cuarto, justo cuando me quedé jadeando, agotado.
Oí su voz.

-¿Bocchan...?

El Gato Negro (CielXSebastian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora