Capítulo 3: Seducción

13.8K 1.4K 855
                                    

Me hundí en la silla. Tenía demasiado trabajo para tan poco tiempo...
Suspiré, me revolví el cabello y fijé la mirada en la montaña de folios que había sobre la mesa.

-Bocchan... -musitó Sebastian-. ...Si lo desea, puedo intentar prolongar la fecha límite de--
-Hazlo. Te lo ordeno. Esto es demasiado incluso para alguien como yo -aparté un grupo de papeles y procedí a colocarlo a un lado. Observé que Sebastian seguía ahí, de pie y con una expresión preocupada en el rostro.
-¿Qué estás mirando? ¡Adelante, haz lo que te he dicho! -le reproché en voz alta.

La verdad es que seguía enfadado por lo de antes. Sebastian estaba muy raro últimamente...
Por fin se movió rápidamente, saliendo del despacho, algo cabizbajo. Chasquée la lengua. No tenía suficiente con estas estúpidas pesadillas, como para que ahora me ahogaran en informes y más informes de trabajo.

Vi que se abría rápidamente la puerta. Mi mayordomo apareció de nuevo.
-Maestro, dispone de una semana más para realizarlo.
Me apoyé en mi brazo, satisfecho.
-Menos mal que me han dejado tiempo extra... Si no, no se qué habría hecho -observé que me miraba extraño, como dudando sobre algo-. Sebastian. Puedes retirarte.
-Bocchan -dijo, acercándose a mí.
-Dime Sebas--
Me calló con un espontáneo beso, haciendo que tirara todos los papeles por el aire. ¡Qué desperdicio!

Intenté quitármelo de encima, pero era más fuerte que yo. Empecé a patalear hasta que me dejó en paz.
-¡SEBASTIAN! -grité. Me miró dubitativo. No sé que se me pasó por la cabeza, pero hice una locura.
-...Idiota -le agarré del cuello de la camisa y le besé de nuevo. Ese momento pareció durar una eternidad. ¿En qué estaría pensando? ¡Era Sebastian, por Dios!

De repente, me eché tanto para atrás que la silla se cayó y nos dejó a ambos en el suelo. Sebastian, quien estaba encima de mí, no pareció inportarle el hecho de que casi me rompo la espalda y prosiguió, desabrochándose la camisa.
-Sebastian... -gemí-. Viene alguien...
Como temía, oí que laguien llamaba a la puerta.  Me incorporé de un salto agarrado a Sebastian, sin decir una palabra. ¡Seré tonto! ¿Cómo se me ocurriría hacer eso? ¿Acado estaba loco? Nunca amaría de verdad a ese... A ESA cosa. ¡Era un demonio, era mi mayordomo!

Estaba seguro que no le quería, ni mucho menos. Pero, entonces... ¿qué era lo que sentía hacia él...?
Sonrojado, seguí trabajando en mi silla mientras Mei-Rin pasaba dentro.
-¡Maestroooo! ¡Tiene usted una carta! Pero no sabemos quién la ha enviado ni desde dónde...
Me tendió un sobre algo arrugado, el cual parecía algo viejo por su color amarillento. Puse una mueca de asco.
-Gracias, Mei-Rin. Pido privacidad para leer esto, ya se pueden retirar.
Hicieron una reverencia y ambos se fueron por la puerta. Sebastian me lanzó una mirada inexpresiva, aunque parecía algo satisfecho. Vaya cerdo...

Al leer la carta, no terminaba de creerme lo que estaba viendo.
Sólo ponía lo siguiente;

"Te espero esta noche, a la hora de siempre. Dulces sueños."

Con los ojos como platos, la rompí en pequeños trozos y los tiré como un loco por la ventana, jadeando nervioso y agobiado.

Esa carta estaba firmada por mí.

El Gato Negro (CielXSebastian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora