5. Reunión familiar.

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‒Mamá... yo... lo siento, no debí haberme ido... fui terriblemente egoísta y... ‒sin embargo antes de que pudiera seguir mi disculpa fui interrumpido por ella.

‒No tienes por qué pedir disculpas, cada uno hace lo que cree correcto, no te voy a reprochar por eso... pero tampoco deberías culparte por la muerte de tu padre ‒sus ojos se clavaron en mí y sentí una fuerte presión en mi pecho‒. Es lo único que te pido, que aceptes que él eligió su propio camino, y que, sin importar a donde lo llevo, fue totalmente su elección... por favor, no le quites eso a tu padre.

De repente la sonrisa se calló, y mi madre rompió en llanto. Inmediatamente salté de la cama, ignorando el terrible dolor que me inundo de repente y la abracé. No paso mucho tiempo hasta que las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos también, y fue sinceramente liberador... hacía años que no lloraba.

Estuvimos así por algunos minutos hasta que nos calmamos, y sentí que estábamos totalmente en paz, cada uno había podido desahogarse, y era un peso menos con el cual cargar. Sin embargo, sospechaba que arreglar las cosas con mi hermana no iba a ser para nada sencillo, pero como dijo mi sabia madre, solo debía darle tiempo.

‒Lo siento, Daniel, pero tenemos que volver a nuestro hogar ‒anunció mi madre, mientras se secaba las lágrimas de los ojos‒, pero deberías venir a visitarnos cuando puedas, te dejé la dirección en tu carcaj.

Antes de que pudiera despedirme, mi madre me beso en la frente y se marchó. Supongo que era menos doloroso de esa manera. Una vez que ella estuvo fuera, me tendí nuevamente en la cama y caí dormido a los segundos, aún necesitaba recuperarme.

Para cuando volví a abrir los ojos, noté que ya había otra persona ocupando el asiento en el que antes había estado mi madre, y esa persona era Amy, la cual me miraba sonriente. Lo primero que noté fueron los leves cortes que tenía en su rostro, sin embargo parecía tan feliz que me llevo a pensar que tal vez las heridas habían parecido mucho más graves en ese calabozo donde la tenían retenida, de lo que realmente eran.

‒Te dije que me buscaras una vez que acabaran con Cíclope ‒dijo la hermosa muchacha y me alcanzó un vaso de agua, el cual rechacé educadamente.

‒Sí, lo siento, estuve... ocupado ‒respondí al tiempo que me incorporaba‒ ¿Cuánto tiempo dormí?

‒Dos días y medio ‒contestó la joven mientras se empinaba el vaso que antes me había ofrecido‒, eres todo un oso dormilón.

‒Diablos... ‒dije mientras me levantaba de la cama y notaba que no tenía puesto pantalones, y solo estaba en mi ropa interior‒ Em... ¿Dónde está mi ropa?

‒¿Tu qué? Ah... tu ropa... lo siento, me distraje ‒contestó Amy.

Inmediatamente se dio vuelta y me alcanzó una pila de ropa que estaba detrás de ella. Inmediatamente la tomé y, aún sonrojado, me dirigí al baño de la habitación. En ese lugar volví a ver mi imagen en el espejo y decidí que era hora de arreglarme un poco, y aparentemente el resto del equipo pensaba igual, ya que, "casualmente", en el baño de mi habitación se encontraba un pote de crema para afeitar, una navaja y unas tijeras.

Tras afeitarme y cortarme el pelo, me di una larga y reparadora ducha, algo que no había podido disfrutar mucho en los tres años que estuve fuera. Una vez seco, me coloqué la ropa que me había dado Amy y salí del baño.

La joven que habíamos rescatado aún estaba ahí, y me dedicó una larga mirada, con la cual recorrió todo mi cuerpo.

‒¿Quién eres, y qué hiciste con el vagabundo que estaba en esta camilla? ‒preguntó con una gran sonrisa en su rostro.

Mundo de Héroes: El Fuego de la LibertadWhere stories live. Discover now