Capitulo 28

525K 29.1K 4.7K
                                    


Tardamos cinco minutos en llegar, todo en el pueblo está relativamente cerca.

—Muchas gracias por traerme a casa —le digo—. Imagino que vendrás mañana a la carrera. ¿Verdad?

—No me la perdería por nada —toma mi barbilla con sus dedos—. ¿No estás nerviosa?

—En absoluto —sonrío. Lo único que me pone nerviosa es su contacto. Pero, por supuesto, no se lo voy a decir—. ¿Tú lo estás? —le pregunto.

—Más de lo que puedas imaginar —sonríe sin demasiada emoción.

—No deberías —le digo sincera—. Te recuerdo que es algo que ya he hecho varias veces.

—Y que conlleva un riesgo. Puede pasarte cualquier cosa —su gesto es de preocupación.

—Si me ocurriese cualquier cosa tengo al médico allí —le guiño un ojo.

—Procura no tener que hacer uso de él —me mira fijamente. Intuyo que no le ha gustado mi broma—. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —le respondo para tranquilizarle.

Tomo la manilla de la puerta para salir, cuando le oigo hablar de nuevo.

—¿Y ya? —me giro. No sé qué quiere decir—. ¿Ni un "buenas noches, guapo"? —tiene los brazos cruzados y gesto de niño enfadado.

—Qué infantil eres a veces —le digo mientras me acerco para darle un beso en la mejilla.

Cuando estoy a escasos centímetros de él su aroma activa mi sentido del olfato. Aspiro lentamente, dejándome llevar por algo muy parecido al placer. Miro su boca entreabierta y relajada. Siento la mía hacerse agua al instante. Tengo el manjar más apetitoso del mundo delante de mí. Me armo de valor, y no sé si será porque todavía hay alcohol en mis venas, pero cierro los ojos y poso suavemente mis labios sobre los suyos.

Atrapo su gemido de sorpresa con mi boca y profundizo más en nuestro beso. Su mano acaba rápidamente en mi nuca, presionándome contra él. Su otra mano me envuelve por completo, casi levantándome del asiento. Nos abrazamos ansiosos, como si el mundo estuviera a punto de acabar. Sus dientes chocan con los míos, pero no me importa, necesito esto. Necesito su sabor, su calor, sus besos. Nuestras respiraciones son agitadas y el aire comienza a faltarnos. Nos separamos intentando buscar algo de oxígeno. Durante unos segundos nos miramos a los ojos, jadeando.

—¡Guau! Quiero más buenas noches así —dice riendo pícaramente. Pone su frente contra la mía y vuelve a besarme. Esta vez con más calma.

—¿Qué estamos haciendo? —susurro entre beso y beso.

—No lo sé —me dice—, pero no quiero que acabe...

Tres golpes suenan en la ventanilla. Damos un salto por la impresión. Me giro y la veo.

—Ya es hora de ir a dormir, tortolitos —dice Laura riendo ampliamente.

—Mierrrrdaaaa —digo vocalizando exageradamente en dirección a César sin emitir ningún sonido. Mis ojos están muy abiertos.

—Una pillada en toda regla —dice mientras ríe. Parece que no le importa que nos hayan sorprendido.

—Me tengo que ir —le digo abochornada.

—Jo... —hace un puchero. Me lo comería a besos de nuevo.

—Salimos de aquí a las ocho de la mañana, ¿de acuerdo? —le digo y miro a Laura. Está dando golpecitos con la puntera del pie en el suelo, a modo de espera. Lo hace para inquietarme. Lo sé.

Dr. Engel (EL 16/01/2020 A LA VENTA - EDITORIAL ESENCIA DE GRUPO PLANETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora