Capitulo 7

635K 36.6K 3.8K
                                    

Tres golpes secos me despiertan. Abro los ojos sobresaltada y descubro que estoy acostada en la cama, arropada por una suave colcha blanca. «¿Cómo diablos he llegado hasta aquí?». Los golpes vuelven a sonar. Un terrible dolor de cabeza me da la bienvenida al mundo de los vivos. Mientras masajeo mis sienes intentando aliviarlo, otra tanda de impactos golpea contra la madera. Esta vez más fuerte. Me levanto torpemente y voy hacia ella.

—¿Sí? —pregunto desconcertada.

—¡Abre, coño, que es para hoy! —esas expresiones solo pueden ser de Laura.

Tiro de la puerta todo lo rápido que me deja mi brazo bueno. Si tengo más ganas de abrazarla, exploto. Una amplia sonrisa se forma en mi cara a medida que abro, pero justo cuando nuestras miradas se encuentran se queda paralizada.

—¡Santo Dios! ¡Santísimo Cristo! ¡Maldito hijo de puta! —grita de pronto, asustándome. Sus ojos se llenan de rabia. Sus manos tapan su boca y lágrimas caen por sus mejillas.

Justo en ese momento mi sonrisa se desvanece. Es la primera vez que me ve desde la última agresión.

—Tranquila, ya ha terminado todo —le digo intentando calmarla. La abrazo con mi brazo bueno y beso repetidas veces su sien mientras solloza en mi hombro.

—¿Pero qué te ha hecho? ¿Por qué has esperado tanto? —se aparta de mí, levanta mi cara con sus manos y clava su mirada en mis ojos—. ¡Mírate!, ¡maldita sea! Casi te mata... —tiene toda la razón del mundo. Ni yo misma entiendo por qué he esperado tanto. ¿En qué coño estaba pensando para dejarle llegar a esto?

—Lo sé, lo sé... —le doy la razón, porque no puedo hacer otra cosa. La tiene.

—¿Por qué no me llamaste cuando pasó? ¿Por qué he tenido que enterarme días después? ¿No somos amigas? —llora desconsoladamente de nuevo. Vuelvo a abrazarla y nos quedamos así durante un par de minutos más.

—No he podido hacer otra cosa... —acaricio su suave cabeza rubia y lisa. Trato de convencerla de que lo peor ya ha pasado y de que no voy a dejar que se vuelva a acercar a mí—. Ahora tienes que echarme una mano —le digo—. Necesito una nueva vida, y solo tú puedes ayudarme —la hago partícipe de la situación y parece que surge efecto.

—¡Sí! —dice enérgicamente—. Tenemos que buscar piso —se seca rápidamente las lágrimas—, cambiar la dirección postal de todos los documentos, ir de compras, cambiar de trabajo, de teléfono, comprar otro coche...

—¡Para! —pongo dos de mis dedos sobre su boca. Mi cabeza va a estallar. Demasiada información que ni siquiera se me había pasado por la cabeza aún—. Ya habrá tiempo de hacer todo eso. Ya sé que no me puedo demorar, pero todavía estoy tratando de habituarme a esta nueva situación.

—Perdona, Nata, me he venido arriba y... ya sabes... Además, tienes muchas cositas que contarme... ¿No? —sonríe y me guiña un ojo—. ¿Quién es ese atento y guapo doctor? —me sonrojo. Ella lo nota y arquea una ceja.

—Se llama César —y como si me hubieran dado cuerda, lo cuento todo del tirón y con detalles.

Laura me presta atención inmóvil, está muy atenta a todo lo que digo y apenas parpadea. A veces me pierdo hablando cuando noto que esboza una sonrisa. Sé que algo está pensando. Algo ronda por su cabeza y no tardaré en descubrirlo. Cada vez que nombro a César inconscientemente lo visualizo en mi mente, y tengo que pararme durante unos segundos, porque pierdo el hilo de la conversación, pero enseguida me encuentro y continúo.

Mientras narro toda la historia me voy dando cuenta de lo increíble que es este hombre. En mi estado de shock no he valorado realmente todo lo que ha hecho por mí. Siento un vuelco en el corazón, hormigueo en mi estómago y frialdad en mis manos. Es tan jodidamente atractivo... ¿Qué me pasa?

Dr. Engel (EL 16/01/2020 A LA VENTA - EDITORIAL ESENCIA DE GRUPO PLANETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora