Capítulo 10

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Al escuchar aquellas palabras mi corazón se paralizó, no sé si por lo que dijo o porque las haya dicho él. Y sin pensarlo le dije:

¿Me das un abrazo? —él sonrió y me rodeó con su musculoso cuerpo.

Sentí ese calor humano, el que en realidad me hacía falta, su olor, Dios, era indescriptible, era glorioso para mis fosas nasales, era tan natural. Besó mi frente, algo que se sentía extraño, uno en la punta de mi nariz y yo levanté la mirada formando una pequeña sonrisa. Sus grandes ojos azules esta vez brillaban más de lo normal, no sé cómo él veía los míos, pero de lo que sí estaba segura era que esa estúpida sensación estomacal se hizo presente, en parte lo odiaba, pero en otra no.

Se acercó y antes de yo poder decir algo estampó sus labios en los míos haciendo que tragara mis palabras, un beso tibio y lento. Lo primero que me pasó por la cabeza fue el vuelco que dio mi corazón, tenía años sin contacto con unos labios y era perfecto sentir esa emoción de nuevo, puse mis manos en su cuello intensificando más el beso, que por alguna razón (que no sé cuál), lo hice, no me importaba lo que pasara después de hoy, pero lo único que deseaba era que no se apartara de mí , porque este día lo necesitaba, por la falta de aire me separé de él, un poco apenada.

Yo.. —puso su dedo índice en mis labios haciendo que callara.

No digas nada ¿si? Lo disfruté mucho —sonrío.

No pude evitar sonreír también, porque yo si que lo había disfrutado.

Esto no es correcto dije, independientemente de que me haya gustado besarlo, estaba mal, y este es el momento donde los idiotas y los que tratan de esconder sus estupideces, culpan el alcohol.

No se hablará más del tema, al menos no hoy.

Quedamos en que me dirías cómo sabías lo de mi cicatriz trasera —le cambié el tema.

Aclaró la garganta.

Mientras dormías en el jet fui a tu sillón, te vi hecha un armadillo por el frío y cuando te iba a cubrir con la manta me percaté de ella —que pena que presenciara eso.

Siento un nudo en la garganta y al parecer John se da cuenta.

Que no te de vergüenza esa cicatriz, todos hemos pasado por procesos dolorosos para lograr lo que somos hoy. En la vida no todo es color de rosa, Danielle, cada quién tiene su lucha interna, quizás al que ves más feliz es el que más apoyo necesita.

En eso tienes razón, pero, ¿Crees que es fácil tener tu cuerpo marcado de una forma tan macabra?

No dije que sería fácil; sin embargo, sé que te duelen más las heridas internas que esa que tienes en la espalda —dijo mirándome a los ojos.

¿Qué sabes tú de sufrir? Tienes una vida perfecta, eres feliz, tu vida está ordenada y yo trato con todas mis fuerzas de que la mía vaya en buen sendero.

Y hasta donde me he fijado, lo estás haciendo de maravilla, pero hay una cosa, yo si he sufrido y más de lo que crees. Presenciar a tu hermana en una cama que está entre la vida y la muerte por más de un año, es una de las peores cosas que una persona puede pasar.

¡Mierda! Eso no era lo que quería escuchar.

Lo siento —dije en tono triste.

Descuida, es bueno tener con quien comunicarse, sólo que no pienses que la única que tiene demonios eres tú, cada quien tiene su batalla, todos tenemos algo con que lidiar.

¡Joder! Otro punto para John, creo que pienso demasiado en mí y me olvido de los demás.

Me recosté en su pecho y quedé dormida, no quise abundar más sobre nuestras vidas, y mucho menos sobre ese beso, desaparecería mi equilibrio mental otra vez, a lo mejor mañana ambos nos olvidamos de que esto pasó y seguimos con nuestros planes vigentes.

***

John.

La luz del sol interrumpió mi sueño, sentía un cuerpo encima de mí y al girar la vista vi a Danielle en mi pecho, sus ojos aún estaban hinchados de llorar y sus mejillas más rosadas de lo normal. Salí de la cama lo más discreto posible y fui al baño a darme una ducha. Recordar los cálidos labios de Danielle hace que me pierda en el momento, me sentí tan extraño al hacerlo, pero en ese instante sentí la necesidad, la tentación era mayor que mi auto-control y más al verla en ese estado, destrozada, triste, desolada. Sé que se siente estar así, fui víctima de un pasado más oscuro que el mismo manto oscuro que deja el sol después de las seis.

Salgo de la ducha y me pongo mi traje azul marino, Danielle aún está dormida, no quiero arruinar su mañana cuando su noche anterior fue un desastre, no sería considerado de mi parte, ella necesita descansar, pero me angustia dejarla sola y encontrarla al punto de suicidarse como la ultima vez, no estaba preparado para llevar la carga de una muerte.

Tomé mi portafolios y me fui con rumbo a la reunión que teníamos hoy, que sería la última, nos quedan tres días aquí me dedicaré a relajarme un poco y pensar lejos de casa, lejos de todo.

Al llegar a la empresa del Señor Hiroshi, como siempre me recibieron con una agradable bienvenida. Bebí una taza de café y me senté.

Buenos días, Señor Adams —dijo Hiroshi.

Buenos días, Señor Hiroshi, la Señorita Morgan no estará presente hoy, amaneció un poco mal. Así que yo me encargaré de todo esta vez.

El sólo asintió y a la media hora comenzó la reunión, está de más decir que la imagen de Danielle no desapareció de mi cabeza. No puedo permitir que se convierta en algo más que una colega, no puedo ponernos a sufrir más a los dos, bastante daño ya nos han hecho y yo no quiero ser la causa de que termine interna, para eso no fue que trabajé tan duro.

Hasta Ayer©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora