Capítulo 4

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Presente.

Estoy sentada en mi escritorio, llevo una dos horas que llegué a la empresa, todo en calma, gracias a Dios. No estoy de los mejores ánimos. Hoy mi bebé hubiese cumplido sus seis años, jamás lo superaré. Después de esa noticia mi vida ha sido un desastre emocional, al saber que tuve a mi hijo muerto en mi último mes me llenó de ira, con Ashton y luego conmigo misma. Tenía las posibilidades de salir y por mi cobardía no lo hice, le costó la vida a un ser que era inocente a todo lo que pasaba. Soy una mala madre, no he vuelto a estar con otros hombres después del bastardo de Ashton. ¿Para qué? ¿De qué serviría? No puedo dar hijos, soy una persona fría y distante, mi tiempo está ocupado por la empresa de mi padre que quedó a mi cargo, mis hermanos trabajan conmigo y mi madre pasa el día en la casa, se ha jubilado de todo. Mi mejor amiga, Sandra, la que ha soportado mis berrinches y una de las pocas que sabe lo mal que me he sentido estos últimos años quiso ser parte de Morgan's Contructions y ha sido de muchísima ayuda, lo cual agradezco.

Unos nudillos que tocan la puerta hacen que abandone mi mundo mental y aterrice en mi cruel y fría realidad.

—Pase —digo con voz firme.

La puerta se abre y entra Sandra estupendamente vestida, es una hermosura de mujer, y es mi amiga que es lo mejor de todo.

—Hola, Dani, ¿Qué haces encerrada aquí, Ice girl? Deberías tomarte un tiempo libre, por Dios, Danielle —se sienta en uno de los sillones que quedan a mi frente.

—Sabes que no tengo tiempo para eso, hoy es un día pésimo para mí —esas malditas ganas de llorar me atacan otra vez.

—Oh, Danielle, tienes que ser fuerte amiga, han pasado seis años, sé que es duro llevar esa carga a tu consciencia, pero no es culpa tuya, debes superarte y salir, a tu pequeño Derek no le hubiese gustado saber que su madre se ha convertido en una amargada —me abraza y siento una paz.

—Lo sé, Sandra, lo sé —limpio mi nariz—. Hoy estaría cumpliendo seis años de edad.

—¿Quieres que te acompañe al cementerio? —me pregunta con una sonrisa.

—Me encantaría, pero no podemos dejar la empresa libre. ¿No tenemos reunión con el dueño de Mack Adams?

—Sí, en una hora, nos da tiempo, además tus hermanos están aquí ¿Vamos?

—Está bien vamos.

Sandra y yo bajamos en el elevador a al parking de la empresa, tomé las llaves de mi auto y entramos, no me gusta que alguien conduzca por mí, eso es irritante. Pero si tengo mi jefe de seguridad que están pendiente de mis recorridos diarios. Tienen su propio auto para seguirme.

—¿Cuando buscarás un hombre? —pregunta Sandra y mi boca se curva en una pequeña sonrisa.

—Sabes que eso jamás pasará—respondo.

—Déjate de idioteces, Danielle, algún día deberás casarte, joder, aunque sea para no estar sola, eres mi amiga me preocupa tu estado, por el amor de Dios. Existen noches en que lloro sólo de pensar en como te sientes, pero debes darte una oportunidad.

—Algún día será —fue lo único que pude decir.

Ella respiró profundo.

—¿Y aquel chico del que me hablaste una vez? El que sabía tu situación matrimonial que estaba enamorado de ti y todo eso.

¡Dios! Él.. Lo recuerdo tan bien. Era un amor único e inexplicable. Me hacía sentir una dama, a pesar de saber que estaba embarazada nunca se alejó de mi. Cuando supo que me iría del país se le desplomó el alma.

*Flashback*

Danielle, yo siempre estaré contigo. Te amo demasiado, iré a buscarte, lo verás —tomó mi cara en sus brazos y me besó.

¿Me lo prometes? —lágrimas llenaban mis ojos.

Te lo prometo, preciosa.

*Fin del flashback*

—No he sabido más de él, a lo mejor se casó con alguien más —dije.

Aparqué el auto, la brisa alborotaba mi cabello, habías un poco de frío, pero era soportable. Tenía mi abrigo puesto y me aferré más a el.

Al llegar a la lápida de mi bebé caí de rodillas en llanto como cada vez que vengo, la abracé y me lamentaba por dejarlo morir sin apenas conocerme.

Derek Scott Lopez Morgan–Paz a sus restos.

Es un dolor enorme el que siento, tardaré mucho tiempo en superar esto y seguir a delante, pero Sandra tiene razón, mi hijo no hubiese querido verme amargada. Pongo una rosa blanca en el florero le dejo mi labial plasmado.

—Por siempre estarás en mi corazón mi bebé, desde el principio fuiste parte de mi vida, te amo y siempre te amaré mi pequeño Derek. Tu muerte fue vengada, mamá por ti hizo lo posible de que se hiciera justicia mi pequeñín.

Me levanté y abracé a Sandra. Un día dije que vengaría la pérdida de mi hijo y así lo hice, la empresa de Ashton Lopez quedó en la quiebra. Yo la mandé a la quiebra.

****

De regreso a la empresa con Sandra entramos a la sala de reunión. Me puse de pie para buscar unos papeles que se me habían quedado en la oficina y salí.

Choqué con un rígido y musculoso pecho, alcé la mirada y me encontré con unos ojos azules enormes, brillosos. Tragué en seco, no podía negar la elegancia de este hombre, era hermoso. Su mirada se me hacía familiar pero al regresar de mis pensamientos caí en cuenta de que estaba como una estúpida parada sin decir nada

—Lo siento, Señor...

—Adams —respondió.

—Claro, Señor Adams, iba de camino a mi oficina a buscar algo que olvidé entre a la sala de reunión y póngase cómodo mientras regreso.

¿Por qué diablos le doy explicaciones a alguien que ni conozco?

—Descuida, tómese su tiempo... Danielle.

Hasta Ayer©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora