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Desprecio. Eso es lo único que Robert era capaz de sentir hacia su hijo. Lo detestaba. Lo aborrecía. Le deseaba la más dolorosa de las muertes.

Las personas se horrorizarían si pudieran leer la sangrienta mente de Robert, pero todo el horror que sentirían, desaparecería en cuanto conocieran a Yannick, porque así de hipócrita es la sociedad; con tal de aparentar ser buenas personas frente a los demás, defienden incluso a un asesino disfrazado de inocente. Este no era el caso de Yannick. Por supuesto que no. Él tenía la inocencia de un niño, aunque la sangre que se apodera de sus ojos cuando observa a su padre, demuestren lo contrario.

Como consecuencia a todos aquellos pensamientos que rebotan de esquina a esquina, en la cabeza de Robert, él se encontraba discutiendo con su esposa, quien alguna vez fue la dueña del corazón del hombre.

—¡Él es un monstruo, nació así y morirá de la misma manera! —grita, al borde del colapso.

—¿Y qué es lo que propones que hagamos con él? ¿eh? —pregunta la mujer, intentando mantener la calma.

—Darlo en adopción, dejarlo en la calle, matarlo, no lo sé, ¡cualquier cosa con tal de no volverlo a ver!

La expresión en el rostro de Karen, es de completa incredulidad. No puede creer las palabras que surgieron de la garganta de Robert. Se pregunta si acaso está hablando en serio, porque los comentarios que hace, parecen dirigidos hacia un criminal, no hacia un inocente niño que en unos años lo llamaría "papá".

—No te reconozco, Robert —masculla, con un nudo en la garganta —. Tú lucías tan emocionado durante mi embarazo, ¡incluso tenías un brillo en los ojos que jamás había visto! —exclama, sin apartar su mirada de él —, pero, cuando entraste a la sala de hospital... Simplemente, lo observaste como si lo odiaras —dice, dolida.

—Lo odio —afirma —, y quiero deshacerme de él lo más antes posible.

Entonces, algo en el interior de Karen murió.

El matrimonio de los Wadlow era semejante a una rosa canina; compuesto por cuatro pétalos que volvían su relación lo más hermoso que podría existir. El primer pétalo se cayó, cuando la sangre se apoderó de los ojos de Yannick. El segundo pétalo se cayó, cuando Robert le gritó por primera vez a su esposa. El tercer pétalo se cayó, cuando la primer palabra del hijo que compartían, fue "muerte". El cuarto pétalo se cayó, cuando Robert quería deshacerse del niño y Karen no estaba de acuerdo. Y el último pétalo se cayó, cuando Robert afirmó odiar a su hijo.

 Y el último pétalo se cayó, cuando Robert afirmó odiar a su hijo

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Ángel de mis pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora