3. "Yannick"

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e d i t a d o

Nadie les creyó cuando juraban haber visto los ojos de su hijo sangrar. Y los murmullos no tardaron en llegar. "Están locos" aseguraban algunos, "Solo querían atención", determinaban otros. Pero nadie les creyó.

El viaje de regreso a casa fue un fastidio. Karen había colocado al niño en la parte trasera del auto, en una butaca para bebés recién nacidos, y ella tomó su lugar en el asiento de copiloto, recibiendo un gruñido de parte de su marido.

—Ese niño es un monstruo —dijo con cierto odio en su tono de voz.

—No es un monstruo —murmuró con la voz temblorosa —. Yannick es nuestro hijo. Y lo que vimos en el hospital fue una alucinación, estábamos demasiado estresados —sentenció.

Robert presionó con fuerza el volante, absteniéndose a responder. Prefirió no abrir la boca. Sabía que si lo hacía iniciaría una guerra sin cuartel, que los llevaría al divorcio, y eso era lo último que él quería; esa mujer era el amor de su vida, o al menos lo era antes de que Yannick naciera.

Arrancó el auto e inició el camino a casa. Pero algo sucedió durante el trayecto. La vista de Robert se dirigió al espejo retrovisor, para controlar el transito detrás de ellos, y sus ojos no pudieron evitar desviarse hacia Yannick, encontrándose con su sangrienta mirada observándolo fijamente. Su reacción fue inconsciente y rápida. Robert frenó el vehículo de repente, recibiendo un largo bocinazo de un auto que consiguió esquivarlos por pura suerte, y un grito de parte de su mujer.

—¡¿Te has vuelto loco?! —gritó Karen —. ¡¿Qué sucede contigo?!

Robert tomó a Karen de los hombros y la obligó a voltear, en dirección al niño, en busca de que sea testigo del demonio que se esconde detrás de sus ojos.

—¡Es él! ¡Él me está volviendo loco!

—¡Maldita sea, Robert! ¡Yannick está normal! —dijo, zafándose de su agarre.

Y cuando él voltea, efectivamente, se encuentra con los brillantes y verdes ojos del niño observando con dulzura a su madre. Y su odio aumentó.

—Él me está volviendo loco —repitió para sí mismo, en un balbuceo.

—Él me está volviendo loco —repitió para sí mismo, en un balbuceo

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IG: Micubalda

Ángel de mis pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora