viii. cristales sangrientos

Start from the beginning
                                    

          —Tenemos un problema—dijo el conductor.

          —¿Qué?—dijo Charles.

          —Lo lamento—se excusó Moira—. No estaba en el mapa.

          Dawn observó al frente y se encontró con un puesto de control Ruso—Tengo una idea—murmuró ella y cerró la tabla para mirar a los soldados—. Escuchen, caballeros. Charles y yo los haremos invisibles mediante un engaño a la mente humana. Lo que significa es que permanezcan quietos y no emitan ningún ruido—todos asintieron y Dawn miró a Charles—. Prepárate.

          En cuanto llegaron, le pidieron al conductor que se bajara y que enseñase lo que llevaba atrás. La rubia fresa y Charles posaron sus dedos en sus sienes, pero cuando el conductor abrió la puerta, el soldado ruso observó confuso. No había nadie. Este asintió dejándoles claro que podrían seguir. Cuando cerraron las puertas, Charles soltó un suspiro de alivio y se sentó junto a Dawn—Bien hecho, compañera.

          —Lo mismo digo.

          El camión se alejó rápidamente y todos se mantuvieron alerta. No tardaron demasiado en llegar hasta el punto de escondite. Todos bajaron y los soldados decidieron permanecer. Se ocultaron en una colina y todos tenían binoculares. Dawn veía llegar un pequeño helicóptero al retiro donde se encontraba un hombre mayor de 50 años con uniforme esperando a que aterrizara. En cuanto lo hizo, todos fijaron su vista a una mujer rubia con un tapado de piel blanco.

          Erik bajó los binoculares—¿Dónde está Shaw?

          —No lo sé—respondió Charles.

          —Charles, es la misma telépata—dijo Dawn mirando a su compañero—. Si la leo sabrá que estamos aquí y podríamos considerarnos hombres muertos.

          —Pues intentaré otra cosa—dijo Charles poniendo sus dos dedos en su sien, concentrándose.

          Se introdujo en uno de los guardias que custodiaban la puerta principal, donde observó que la joven rubia saludaba al general—Shaw se disculpa, general, pero un pudo venir hoy. Él me pidió que lo supiera—dijo Emma Frost—. Y para ser honestos, tesoro...te va a fascinar mi compañía.

          El general rió y dijo—Venga conmigo.

          Él condujo a Emma hasta entrar en la casa y Charles salió del guardia. Xavier negó—Él no vendrá.

          —¿Ahora qué, jefa?—preguntó la rubia fresa.

          —Ahora nada, vinimos por Shaw—Moira declaró con seguridad—. Se aborta la misión.

          —Olvídalo—replicó Erik levantándose.

          Dawn le agarró—¡Erik!

          —Es la mano derecha de Shaw—respondió Lehnsherr con astucia—. Con eso me basta.

          —La CIA no invadirá la casa de un oficial soviético, Lehnsherr—le reprochó la mutante—. ¿Acaso ya no estás en tus cinco sentidos?

          —Yo no soy de la CIA—dijo antes levantarse e ir corriendo.

          —¡Erik!—murmuró Charles pero era demasiado tarde.

          Se encaminaba rápidamente hacia la casa del oficial soviético. La rubia fresa puso los ojos en blanco—Mejor voy a ver si se mete en problemas—murmuró Dawn antes de echarse a correr.

          —¡Dawn, no!—gritó Charles.

          La joven ignoró sus órdenes y fue corriendo unos pasos atrás de donde se encontraba Erik. Charles no podía creer el caos que Erik provocaba, soldados siendo atacados por el alambre que abundaba en el recinto. Vio que la rubia fresa corría detrás de él pero Erik la apartó con un golpe seco dejándola en el suelo algo mareada.

ULTRAVIOLENCE ━━ Charles Xavier ✓Where stories live. Discover now