Relato del hombre lobo

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RELATO DEL HOMBRE LOBO

Me quedé paralizada ¿él? Instintivamente cogí a Sofía y a José de la mano y los empujé hacia atrás.

-Laura, yo... No te voy a hacer daño, yo...

-¡Mostruo! ¡Eres un monstruo! ¿Como he podido confiar en ti?

Empujé a Sofía para que reaccionara y se pusiera a correr conmigo. Empujé también a José, pero no quiso moverse, era listo, encontraría otra manera de huír. Nos fuimos. Sofía gritaba y lloraba, no quería dejar a su hermano.

-¡Vamos Sofía, corre, José volverá!

Pareció relajarse, pero no paró de llorar. Llegamos a una clariana por la que discurría un río que circulaba silencioso. Entonces ya no pude aguantar más. Me senté en la orilla del río y empecé a llorar. Llorar por todo lo que había pasado hoy. Ya no vería más a mis padres, y quizá tampoco a José. Todo en tan poco tiempo... ¿Por qué a mi?

Tenía los ojos hinchados de tanto llorar, horas y horas, ya era mediodía, lo sabía por la posición del sol. Pero... ¿porqué habia confiado en Aran? El había estado a punto de matarme, y no sabía que tenía de importancia mi apellido, pero le di gracias a mis padres por haberme puesto ese. Bueno en realidad no era el de mi padre, que normalmente era el primer apellido de la gente, no, era el de mi madre. Un día me contó que todas las generaciones de la família habían llevado ese apellido, nunca lo habían cambiado y sería así por mucho tiempo más. Quando yo le pregunté porqué, ella me dijo que lo sabría cuando llegara el momento, que hasta entonces sería un simple apellido, pero que podría llegar a ser mucho más. Volví al presente. Tenía que desahogarme de alguna manera, pero no podía permetirme gritar. Así que busqué otra manera. Metí la mano en el agua, estaba fría, algo bueno para ese día tan caluroso de verano. No me pude resistir, el agua era cristalina, no como en el lugar donde yo vivía, nunca había visto el agua igual. Miré a Sofía, se estaba trenzando el pelo añadiendo unas bonitas flores rosas y blancas que encontró en la orilla, era tan hermosa... No pude aguantar más y me dispuse a desvestirme y a meterme en el agua. Daba sensación de tranquilidad, ya no tuve ganas de gritar y me dejé llevar en aquel hermoso río calmado. Me zambullí para refrescarme la cara y quitarme el sudor de encima. Nadie podía interrumpir la paz que sentía. Bueno, quizás alguien si.

-No quiero interrumpir, pero sabes donde estás, ¿verdad?

Era la voz de una chica, pero no la de Sofía, ella permanecía callada haciendose la trenza. Me di la vuelta lentamente, teniendo en cuenta que iba practicamente desnuda, pero a la chica no pareció importarle.

-Mi nombre es Verónica, Vero para los amigos. -Me miró el colgante, que llevaba colgado en el cuello todavía.-Vaya, vaya... Una Maylor, Aran no se equivocaba.

-Soy L...aura.

-¿Aura? Nunca había sentido ese nombre...

-No, Aura no, Laura.

-¡Ah, vale! ¡Ese si que lo conozco! Muy bien, pues Laura vistete y ven conmigo.

Entonces volví a repetir en mi mente sus palabras.

-Espera... has dicho Aran- miré a Verónica a los ojos y me di cuenta de que eran del mismo color que él-. No voy a ir donde esté él.

-Ah... si, ya me contó lo que sucedió...Laura, el es mi hermano, y no te hubiera hecho daño.

-¿Como puedes estar tan segura? ¡Se abalanzó encima mio!

-Tenemos que dar miedo a los de fuera para que no entren aquí, no pueden descubrir nuestra aldea y nuestro secreto.

Tras aquellos ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora