Capítulo 5

105 12 0
                                    

Volteé, ¿una cama? ¿sábanas? Abrí mis ojos lentamente, entonces lo recordé. Repasé el momento en que había estado por última vez con Siete, "beso mi hombro, caí y luego... luego ¿qué?" no logré recordarlo. Visualicé toda la habitación, las paredes de color verde hacían que la habitación quedara aún más oscura. Una pequeña ventana se encontraba al lado de la cama sobre la que estaba. 

La puerta de la habitación se abrió y Siete apareció detrás de ella. Se acercó a mí. Su brazo que antes era a penas un trozo de carne y ligamentos ahora se encontraba en perfecto estado. Ya no tenía puesta su camisa, la había dejado tendida en el suelo a los pies de la cama. 

-¿Qué es éste lugar?- pregunté alejándome de él. 

-Aquí vivo- contestó. Registré con la mirada cada rincón de la habitación en busca de algún lugar por donde escapar, mis únicas opciones eran la puerta que estaba frente a mí, pero eso implicaba enfrentarme a él. Y la ventana que tenía a mi derecha. 

-¿Por qué me has traído?- pregunté solamente para atraer su atención en mis palabras y no en lo que estaba pensando hacer. Abriría la ventana y saltaría, era mi única opción. Había cometido un grave error en seguirlo hasta el bosque, ahora me encontraba aquí. En su casa. 

-Tú me has seguido-dijo y se levantó de la cama, comenzó a rebuscar algo en el pequeño armario que tenía al lado de la puerta. Se encontraba de espaldas a mí, era mi oportunidad. Caminé con cautela hacia la ventana. - Si piensas saltar tienes que tener en cuenta que estamos a unos cinco metros del suelo. Caerás, probablemente pueda detener tu caída pero no sé si querré hacerlo. -Volteó y clavó su mirada en mis manos que estaban a punto de abrir la ventana. Lo miré con cierta inocencia, me sentí una idiota. Ni siquiera era capaz de saltar una ventana, no era capaz de escapar. 

-Quiero salir de aquí- dije. Ahora llevaba en su mano izquierda la piedra que me había entregado Bredd. Caminó hacia mí y alzó la piedra en mi frente. -¿Pretendes asesinarme Amelia?- preguntó en un tono sarcástico, ya que sabía que no podía hacerlo. 

-Tal vez...¿Y tú?- contesté y alcé la cabeza enfrentándolo. Me lanzó una mirada enfurecida, al parecer no era de su agrado que lo provocaran. 

-¿Estás con ellos?- preguntó haciendo caso omiso a mis provocaciones. 

-Ellos no me harán daño- contesté, pero en realidad no estaba segura de si eso era cierto o no. Me habían advertido sobre él, pero eso no significaba que fuera así.

-¿Y crees que yo si?-Lo miré sin saber que decir. -¿Crees que soy capaz de hacerte daño Amelia?- repitió. 

-Temo estar equivocada con respecto a ti- contesté, esperé una respuesta pero lo que hizo fue tomar mi mano y entregarme el ónix. -¿Qué te han dicho? - preguntó mientras me daba la espalda- ¿Qué soy un monstruo? 

-Dijeron que me amabas- solté.  

Volteó a verme con una expresión afligida, como si aquellas palabras lo hubiesen herido. -¿Dónde está el libro?- preguntó en un tono cortante. Sabía a que se refería, pero no se lo diría. En estos momentos comenzaba a comprender los motivos de mi abuelo. -¿Para que lo quieres?- pregunté -es más ¿que eres?

-¿No te lo han informado?

-Tu nombre no puede ser pronunciado allí dentro- repetí las palabras de Alfred. "Siete" ¡¿por qué motivos no se podría pronunciar un estúpido número en aquel lugar?!

-Tengo varios nombres...- dijo mientras caminaba en dirección a la puerta. Lo seguí- diferentes culturas, distintos nombres... Sammael. Luzbel. Lucifer...- volteó y me miró fijamente a los ojos -pero para ti seré Siete. 

Amelia: El infierno de las bestiasWhere stories live. Discover now