Rosas dispersas

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Zero se dio cuenta y aquello le dio terror. Odiaba a ese hombre con todas sus fuerzas, lo odiaba por muchas razones, pero principalmente por ser quien era, por haber nacido dentro de esa raza, lo odiaba porque era un vampiro. Lo odiaba o eso se supone que debía hacer, pero la realidad, la maldita realidad, era otra. 

Se dio cuenta y se aterró tanto que golpeó con todas sus fuerzas la pared frente a él, hasta que sus nudillos sangraron y las lágrimas rodaron incontrolables y libremente por sus mejillas; y es que, se dio cuenta, estaba enamorado de aquel ser.Aquel ser que de la nada le dijo que lo amaba; que de la nada lo abrazó y besó. Confundiéndole de tal forma que estuvo a punto de decir: "yo también, te amo". Pero se censuró a tiempo.

Su puño se estrelló de nuevo manchando la pared de un rojo brillante, retiró la mano dispuesto a repetir la acción, pero Kaname lo detuvo.

— Ya basta— le dijo suavemente tomando su mano —, por favor, ya basta.

—¡Suéltame!— Zero intentó soltarse.

—Cálmate, no es el fin del mundo.

—¡Tú no lo entiendes! ¡Suéltame te digo!

—¿Qué tengo que entender? Te amo...y tú me amas ¿cierto? No necesitamos nada más.

—¡Nadie dijo que yo te amara, imbécil!

—Bueno, tampoco has dicho que no —lentamente, Kaname se llevó la mano de Zero a los labios, que se abrieron para que su lengua eliminara suavemente la sangre derramada.

Zero miró la escena embelesado, deteniendo por un instante su pensamiento racional, desconectándose del mundo, mientras sus heridas eran lavadas; aunque aun sin ese cuidado sanarían rápidamente. Kaname se detuvo y levantó la vista encontrándose con unas orbes violetas. Entonces, el peliplateado reaccionó y quitó bruscamente su mano.

—Te dije que me soltarás— susurró dándole la espalda.

—Zero, te amo—repitió Kaname acercándose y apoyando sus manos en los hombros del otro—, te amo y algo me dice que no te soy indiferente.

—Claro que no, te odio.

—No, no es odio... —inclinó el rostro y dejo caer un suave beso en aquel blanco cuello.

—¡Déjame!— Zero saltó con aquel contacto y giró para encararlo— Eres un vampiro.

—¿Es ese el problema?—Kaname sonrió muy ligeramente –Tú también lo eres ¿recuerdas?

Zero frunció el ceño y apretó los puños, molesto.

—¡Cállate! ¡No es como si yo lo hubiera querido! E independientemente de ello, yo soy un cazador de vampiros. El solo hecho de pensar que enamorarme de un vampiro pueda suceder es aberrante.

—¿Y qué hay de Yuuki?

—No la metas en esto, ella...no es como tú.

—Es más como yo de lo que crees. Tanto así, que también te ama.

Gota de sangreWhere stories live. Discover now