Capitulo 42

1.7K 138 17
                                    

Perspectiva de Jamie Dornan.

Las palabras de aquella pelinegra mujer de bata blanca que me sigue examinando con el ceño fruncido como si yo fuera su peor enemigo siguen resonando en mi caótica mente como un maldito eco que solo causa que me siente más culpable, mucho más culpable, aunque claro es verdad... Todo es mi culpa, todo es mi culpa saboreo esas palabras lentamente para convencerme más mientras aprieto la mano de Dakota conforme con mi otra mano acaricio lentamente su cabello jugando con un mechón vagamente, ella tiene su mirada perdida mirando un punto fijo en el techo siguiendo el ritmo del ventilador que hay colgando que no deja de dar vueltas, de un lado para otro, quizás hace eso para no verme pues piensa lo mismo que la doctor, por lo cual no la culpo.

Si bien no soy el peor enemigo de la doctora, si lo soy de mi propia familia pues yo mismo les he hecho daño, el que quería protegerlos de todo resulta que en realidad tendría que protegerlos de mí mimo. Sí, soy el peor enemigo de mi pequeña familia lo que es más doloroso pues mi deber es protegerlos pero he hecho de todo menos eso. Trago un nudo de mi garganta mientras comienzo a pestañar tratando de impedir que las lagrimas salgan de mis ojos, de su encierro. Tengo que ser fuerte pues aún hay solución, no es que ya haya perdido a mi bebe, eso sí que sería mí destrucción, pero ahora solamente tengo que pedir las indicaciones de esa molesta mujer, mucho más molesta que la enfermera que me mira tontamente como si fuera un delicioso filete y ella no hubiera comido en días.

Me pongo de pie rápidamente tomando el control de esta situación, tengo que hacerme responsable por mis actos y dejar de lamentarme pues así no consigo nada, yo hice que pasara esto y yo voy a solucionarlo, a mi hijo no le pasará nada, no dejare que le pase nada. Le regalo una sonrisa a mi mujer mientras implanto un casto beso en su frente, un casto beso que hago que dure unos segundos disfrutando de la unión de mis labios con su piel.- ¿Qué se puede hacer? –pregunto posando mis grises ojos en la castaña mirada de la doctora que centellean de furia, al parecer es la presidenta seguramente de las mujeres feministas, y este día no deja de mejorar.- ¿Doctora... -

-Black. –pronuncia atándose el cabello en una coleta, dejando a relucir su cara que parece ahora de una jovencita, sin ninguna arruga quizás porque se ha puesto un poco de botox.- Supongo que desea saber las medidas que deben de tomar. –yo asiento lentamente a lo que ella rueda los ojos de una manera exasperante, bueno esta doctora sinceramente ya está haciendo que la poca paciencia que aún queda en mi cuerpo, la poquísima paciencia que tengo se vaya directamente a la mierda por las ventanas abiertas de par en par que hacen el ingreso de un viento helado que choca directamente con mi rostro.- Pues bueno, venga a mi consultorio que es el del lado, en unos minutos. –

Sin decir nada más sale de la habitación moviendo la caderas de una manera muy exagerada, miro perdidamente la puerta que ha sido cerrada de un fuerte golpe haciendo que la imagen de una cigüeña que tiene en una ala las fases de la evolución de los bebes se quede sin los últimos meses pus se ha caído esa imagen al suelo ya que colgaba de la puerta . La enfermera sacude la cabeza luego de mirar fijamente mis abdominales como si sus ojos tuvieran rayos laser para verme debajo del polo, se encamina con un andar un poco cansado a un rincón a acomodar unos cuantos instrumentos soltando un suspiro luego de negar con la cabeza sonriendo tímidamente.

-Mi amor, quédate acá que iré hablar con mi doctora favorita. –hablo en un tono de voz un poco serio y en broma para tatar de calmar los sentimientos de culpa que me aquejan y la angustia que crece en mi poco a poco, tal como debe crecer mi hijo poco a poco hasta salir del vientre de su madre y haré todo lo posible para que eso sucede, la salud de los dos no debe correr riesgo nunca.- Quédate echada, yo regreso en un momento. –ayudo a que Dakota se vuelva a recostar sobre la camisa, está tan ida está que no me pone ninguna objeción lo cuál en este momento extraño pues necesito que me diga algo, que me quiere, que me ama, que todo está bien, que tiene algún antojo, que me hable o que solo me mire pues tengo mucho miedo de que ella también siga pensando que todo es mi culpa, aunque es obvio que lo es.- Los amo y nunca haría algo para hacerles daño, ¿Lo sabes? ¿Cierto? –ella solo asiente sin hacer conexión de miradas pues mira a la pared que está delante de mí, no me quiere ver a los ojos lo cual no es muy buena señal, lo cual solo me hace saber que no todo está bien.

Señor y Señora DornanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora